DIARISMO. LA PRENSA EN LA HISTORIA DE GUALEGUAYCHÚ.
Autor: Hugo Daroca.
Publicado en: Diario "El Argentino" el día 03/04/16
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Diarismo.(1)
Luego de la aplastante victoria del general
Urquiza en Caseros, renace en nuestro país la vida pública y con ella el
interés por participar en política. En la provincia de Buenos Aires se organiza
una facción que se opone a incorporarse al estado federal, integrado por el
resto de las provincias. Ella aspiraba a mantener la independencia, e inicialmente
trabajó en forma conjunta con otros sectores políticos que aceptaban dicha
unión, pero pretendían actuar de
manera hegemónica y ejercer todas las ventajas económicas y políticas que el
puerto les brindaba. El cambio se
hace más notable por el crecimiento
de la prensa que todos los sectores utilizan para propalar su ideario e influir
en la opinión pública; todo esto al amparo de una amplia libertad de prensa que
los sucesivos gobiernos tratarán de acotar.
Se expresan libremente las ideas al conjuro
de nuevas prácticas que pronto se instauran en esta ciudad: los periódicos, el
mitin y las manifestaciones callejeras.
En
nuestra sociedad existió siempre una gran división entre liberales
nacionalistas y federales urquicistas
─que también eran liberales, pero abominaban del centralismo mitrista o de los
autonomistas separatistas─. Luego pasaron a llamarse respectivamente pandilleros
o cocidos y chupandinos o
crudos; y después, porteños y provinciales. Enfrentamientos
fuertes que requirieron la intervención policial.
Los políticos advirtieron que para merecer la
consideración de los ciudadanos era preciso contribuir a la formación de la
opinión pública y defender los principios republicanos; y los medios de
comunicación impresos constituían, en este sentido, instrumentos fundamentales
de acción. Ellos podían transmitir
ideas, difundir ideología, dar a conocer proyectos.
El diarismo se expande con fuerza por todo el país, y Gualeguaychú no es una
excepción. Mitre y Urquiza, figuras emblemáticas de esa época, reconocieron de
inmediato el poder de la prensa escrita y la usaron para hacer conocer sus
posiciones encontradas. El primero, en el orden nacional, y el segundo, en las
provincias, principalmente en Entre Ríos, y también en Buenos Aires.
Mitre lo hacía desde la dirección de Los Debates que, igual que El
Nacional, defiende la causa separatista de Buenos Aires. Estas
luchas políticas tienen enorme repercusión en nuestra ciudad, porque “los
crudos” entrerrianos bregaban por la unión nacional, en cambio, “los cocidos”
porteños, por la separación de Buenos Aires; algunos de estos últimos formaban
parte de la sociedad con fines de lucro Casino del Plata. Posiciones
antagónicas que se experimentaban con gran pasión en nuestra ciudad y aun
dentro de las mismas familias. Los diarios de Buenos Aires, y los periódicos
locales reproducían y comentaban esos artículos y a su vez los combatían defendiendo vehementemente las diferentes posiciones políticas. Hasta
se dio el caso de que Olegario Víctor Andrade viajara a Buenos Aires a
colaborar con La Reforma Política,
defensor de la unión nacional.
Sarmiento(2) sostenía que “El diario es
para los pueblos modernos lo que era el foro para los romanos. La prensa ha
sustituido a la tribuna y al púlpito; la escritura a la palabra. Los diarios
han ejercido una influencia poderosa en la marcha de la civilización y en el
movimiento social que ejecutan los pueblos modernos”. Ellos tienen
la facultad de hablar en público todos los días para formar la
opinión de los lectores sobre el gobierno, las leyes, los hombres públicos, las
ideas. Consideraba Sarmiento a la prensa como “un elemento central” en la vida
pública y no estaba dispuesto a resignar su desarrollo a pesar de que, según su
criterio, podía ser “reina o ramera” o
“reina y ramera” y de tener doble cara, especialmente por su
capacidad para desgastar el orden político y social diariamente.
El diarismo en nuestra ciudad a través de sus periódicos.
El desarrollo de la industria tipográfica y
el nacimiento del diarismo, aun antes de la caída de la tiranía, tuvieron
vigencia entre nosotros, siempre en defensa de un sistema de gobierno
representativo, republicano y federal, en el que imperaron los principios
liberales que inspiraron a la Constitución Nacional.
A fines de la primera mitad del siglo XIX,
Gualeguaychú fue una de las primeras ciudades de la Confederación en que se
editó un periódico,(3) luego seguido, sin sucesión de tiempo y como
una constante, por muchos más.(4) En ellos se registraron los hechos públicos
y privados que eran noticia y que aportaron elementos para entender la realidad
social y comercial y los procesos de transformación que permitieron considerar
a nuestra ciudad como una de las principales y más progresistas del país. Ella
reunía un conjunto de valores, principios y fines con rasgos propios que la
diferenciaron de las demás.
Fue relevante el trabajo del periodismo local
en su constante debate con los diarios centralistas y hegemónicos de Buenos
Aires, a los que combatieron duramente, mientras que con gran responsabilidad y
ética profesional mantenían informados a los vecinos y, además, ejercían la
defensa de los ataques y críticas que muchas notas porteñas dirigían a los
gobiernos locales. Esto volvió ineludible el material periodístico para mostrar
años de enfrentamiento hasta que se logró la organización nacional.
Se ordenaba la información empezando por las
noticias nacionales, luego venían las provinciales ─generalmente en las dos
primeras páginas─ y, por último, se ponía el acento en las locales ─que
predominaban─. En estas secciones se trataban temas de política en general,
─provincial y municipal─ y de carácter comercial y social.
El diarismo esparció sus frutos e influyó en
la sociedad en defensa de los derechos y en apoyo de la democracia, lo que
favoreció el crecimiento social de nuestra comunidad. Fueron años de disputas a
través de la prensa, entre quienes querían mantener la autonomía provincial y
los porteños, que pretendían dirigir un estado unitario con sus recursos
económicos. Y en todo esto la prensa tuvo un rol principal, especialmente la de
Gualeguaychú, que no solo debatía con los diarios porteños, pues nuestros
periodistas se trasladaban a Buenos Aires para refutar cuestiones políticas desde
los medios de esa ciudad, muchos de los cuales dependían económicamente del
gobierno que condicionaba y comprometía su objetividad. Esto no sucedía en
Gualeguaychú, que creció al amparo de una crítica constructiva que a la vez
ofrecía propuestas.
Creemos que sabrán apreciar los lectores que
la prensa local se convirtió en un ariete político que golpeaba muy fuerte en
contra de los liberales porteños y a favor de los federales.
Los periódicos se convierten en parte de la vida cotidiana.
El periodismo impreso formó parte de la vida
cotidiana de Gualeguaychú. Los diarios se vendían por suscripción y en algunos
comercios, hasta que surgieron los canillitas
que inmortalizara Florencio Sánchez. Penetraban en las casas de familia, donde
eran leídos por varios integrantes ─no olvidemos que en algunos hogares
convivían hasta tres generaciones─; y de manera muy especial entraban en los
cafés, bares e instituciones sociales. Pronto se hace costumbre ponerlos a
disposición de los parroquianos, mientras ellos saborean un aromático café.
Muchos concurrían para informarse, pero otros “non sanctos” se los llevaban en el bolsillo, cuando podían,
lo que motivaba la queja de los dueños y de los habitúes. Relata un cronista la
“avivada” de esta manera: “Algunos
dueños de cafés y hoteles nos piden que recomendemos a las personas que tienen
la costumbre de echarse al bolsillo los diarios que reciben para la lectura de
todos los concurrentes, que se sirvan no hacerlo, porque, como ellos van otros
que quieren leer los diarios, aunque no los llevan por la sencilla razón de que
pertenecen al dueño de la casa que paga su plata”.(5)
Los diarios del Río de la Plata que venían de
Buenos Aires y de Montevideo llegaban aproximadamente a las diez de la mañana
en el vapor de la carrera. De inmediato eran repartidos en los lugares de
lectura. Esta costumbre todavía se mantiene en los sitios que ponen a
disposición de sus clientes los diarios de Buenos Aires y los locales. Allí
continúan existiendo las sociedades de café, también denominadas amistades
de bolsillo que se nutren de circunstanciales conversaciones –que en
ocasiones- van de mesa a mesa–. El simple encuentro y el esporádico saludo
dejan un aire de complacencia o de complicidad que va más allá del simple conocimiento personal, para
despertar un sentimiento de “pertenencia”.
Apuntes para la historia.
Los periódicos transmiten mucha información
significativa referente a hechos históricos locales del pasado, y esta materia
prima ha llegado hasta nuestros días sin modificación alguna.
Hoy podemos contar la historia de
Gualeguaychú sobre la base de esos documentos que además cuentan con la enorme
ventaja de que fueron redactados, escritos y publicados en el momento en
que se producían los hechos. Hasta sucesos de menor entidad, que reflejan
comportamientos secundarios, permiten inferir otros de mayor relevancia y
obtener conclusiones importantes sobre la base de un trabajo heurístico.
Los periodistas de la mitad del siglo XIX
escriben sobre los personajes más destacados. Este registro de nuestro pasado
tiene para la ciencia histórica un gran valor y no se duda de la veracidad de
los relatos y de los comentarios registrados. Son crónicas de lo acontecido en
Gualeguaychú en los años de su mayor crecimiento como ciudad. Registros auténticos,
originales e imprescindibles.
La prensa se convierte en la mayoría de los casos en la única fuente
primaria escrita de ese siglo con la que cuentan los historiadores. De allí el
enorme valor histórico de los periódicos muy bien resguardados en las
hemerotecas del Instituto Magnasco y en la Biblioteca Popular Sarmiento.
Los diarios dentro de la clasificación de las fuentes históricas.
El historiador necesita fuentes confiables.
Dentro de ellas tienen una gran importancia los diarios y los periódicos. La
ciencia las divide en primarias y secundarias. La documentación de la que nos
estamos ocupando ha sido incluida dentro de las fuentes primarias escritas por su valor singular. Brindan la
mayor información posible, que va desde el relato al comentario, con opiniones
que el lector interpreta y le permiten vislumbrar hechos futuros. El periodismo
local es obra de plumas idóneas y de gran responsabilidad profesional, y pese a
la falta de muchos ejemplares, posee el encanto de su proximidad temporal con
los hechos presentados. De allí la confianza que brinda y la enseñanza que nos
lega. Una razón que nos obliga a volver, oportunamente, con otros comentarios sobre
estos valiosos documentos.
NOTAS
(1) Americanismo, solo utilizado en el siglo XIX, para referirse a
la profusión de diarios y periódicos.
(2) Diario El Nacional, 14 de noviembre de 1856.
(3) El Progreso de Entre Ríos. Año 1, nº 1º, marzo
de 1849.
(4) ECO DEL LITORAL, 1853; LA ESPERANZA DE ENTRE RÍOS, 1858; EL ECO DE ENTRE RÍOS, 1860; EL PUEBLO, 1861; EL PUEBLO ENTRE-RIANO, 1862; LA
DEMOCRACIA, 1863; EL PUEBLO
ENTRE-RIANO, 1864; EL PORVENIR, 1866;
EL GUARDIA NACIONAL, 1871; EL ORDEN, 1872; EL REPUBLICANO, 1872; EL
CHIMBORAZO, 1874; EL TELÉGRAFO,
1877; LA FRATERNIDAD, 1877; LA SITUACIÓN, 1878; LA REFORMA, 1881; EL NOTICIERO, 1880, y siguen los
nombres.
(5) EL CHIMBORAZO. Año 2, n° 98. 26 de junio de 1875.