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CARNET DE CONDUCTOR PARA LOS ANCIANOS

Por: Hugo Daroca
Publicado en: Diario "El Argentino", el día martes 4 de noviembre de 2018

        Hace un tiempo apareció publicado en el diario El Argentino un artículo titulado "Luchar contra el maltrato a la vejez". Sostenía que "era importante no discriminar a las personas por razones de edad" y lo definía como "un trato único o repetido que causa daño o sufrimiento a los ancianos". Agregaba que también es agresión "no adoptar medidas apropiadas para evitar esa violencia" y en este caso es el ente municipal quien no sólo no adopta las medidas apropiadas, sino que las provoca.
        Esto es lo que sucede en nuestra ciudad con los adultos mayores y ancianos, como acertadamente lo expresa el ingeniero Oscar Badano en una excelente nota publicada en este matutino el 2 del corriente titulada: "Viejos mayores de 71 años ¿por qué nos discriminan?", en el que destaca las notables diferencias que existen para el otorgamiento del carnet de conducir entre los rangos de edad que van desde los 18 hasta los 70 años y el otro, el de los discriminados -viejos- que quedan comprendidos en el segundo.

“El viejo”
        La ordenanza municipal local, con fundamento en que quienes renuevan el carnet han pasado a detentar biológicamente mayor edad (culturalmente la calidad de viejo), no sólo disminuye los años por los que se renueva, sino que aumenta las exigencias.
        En nuestra ciudad el grupo de "vulnerables”, mayores de 70 años, tiene que renovar su licencia todos los años, y enfrentar el desafío que les crea la municipalidad. La anualidad le va restando probabilidades al deseo de volver a casa manejando.
        Lo cierto es que quienes anualmente tienen que renovar su carnet de conducir padecen el temor de perder la libertad, porque quitar el carnet provoca la pérdida de libertad (que es un valor ético). Además de aislarlo, le acarrea la pérdida de relaciones. La violencia psicológica y moral de la que son víctimas los ancianos por parte del Ejecutivo Municipal tiene que cesar y el Concejo Deliberante avocarse al estudio de una nueva ordenanza, dejar de reiterarlo.

“El anciano”
        Es la persona que recorre el último período de su vida y que, como "persona mayor", ha atravesado por las sucesivas edades vitales: niñez, adolescencia, juventud y adultez, y llegado al período postrero de su vida, en el que como consecuencia tiene una declinación natural de sus fuerzas vitales, pero no por eso puede ser objeto de destrato o abusos psicológicos o físicos.
        El "anciano" es una persona que, como tal, tiene derecho a los "derechos humanos" fundamentales: dignidad, igualdad y libertad. Entonces me tengo que hacer la misma pregunta que tan certeramente realizara el Ingeniero Badano: ¿por qué se nos discrimina?

Lo que debe hacerse
        Debe dictarse una ordenanza que otorgue garantías a los ancianos o "viejos" que puedan gozar de una vejez en paz, en libertad, sin que se los someta a esta impúdica exigencia, impropia de un régimen democrático.
        Reitero, hay agresión del ente municipal al no adoptar las medidas apropiadas para evitar cualquier clase de discriminación y para eso debe dictarse una nueva ordenanza.
        Corresponde legislar, analizar y buscar una solución al tema. Para comenzar se debería suspender el examen práctico y el oral o escrito a conductores que han manejado más de 50 años y copiar lo que se hace en países "progresistas" y en algunas ciudades de nuestro país en la que se realiza una evaluación cognitiva mediante un simple interrogatorio y sencillos tests, tras aclararle a cada conductor que los resultados no influirían en la decisión de renovar el registro, aunque se le pida algún otro estudio .
        Hay consenso entre los especialistas que es necesario evaluar las habilidades cognitivas en edades en las que el automóvil es un medio de transporte necesario por muchos motivos, como ocuparse de los nietos o reforzar una exigua jubilación, pero también para mantener la independencia, la libertad y no caer en el aislamiento.
        Existen cuatro requisitos cognitivos indispensables para un manejo seguro: la memoria, que nos permite recordar qué mano tiene una calle; la atención dividida, que nos ayuda a responder a más de un estímulo a la vez; las habilidades visuales espaciales, que son las que nos previenen de la distancia necesaria para frenar detrás de otro auto; y las funciones ejecutivas, que nos dan la velocidad de reacción al permitirnos anticipar, planificar y supervisar las acciones tan necesarias para un "manejo defensivo".

Podría extenderme mucho más, pero por ahora me hago dos preguntas:
        ¿Por qué los ancianos que manejamos hace más de sesenta años, muchos con formación terciaria y universitaria, debemos rendir examen todos los años? ¿Es que no lo hicimos hace largo tiempo (más aún con una legislación que no ha cambiado)? ¿Acaso los médicos -ante una ciencia, como es la medicina, que evoluciona constantemente y gracias a la cual podemos manejar los "octogenarios"- tienen obligación de revalidar sus títulos para ejercer la medicina? (más aún en los caso de haber dejado de ejercerla por largos años).
        ¿Los concejales dónde están?, que no ven esta situación y otras muchas más que ocurren en nuestra ciudad, con omisiones graves.

BANCO OXANDABURU Y GARBINO

Autor: Hugo Daroca

La iniciativa
        En 1867 los señores Juan Oxandaburu y Domingo Garbino -ambos comerciantes- deciden aunar esfuerzos y asociarse para fundar un banco que compitiera con el de Apolinario Benítez que había comenzado sus actividades el año anterior. Juan Oxandaburu, vasco francés, era propietario de una fonda con hospedaje en la zona del puerto, y también de campos, ganado y de un saladero que exportaba una importante cantidad de toneladas de carne.(1) Además, era dueño de una casa de negocios en calle 24 de Enero, esquina 9 de Julio, donde posteriormente funcionaría el Banco Italia y Río de la Plata.(2)
    Por su parte don Domingo Luis Garbino “atraído por la perspectiva que ofrecía entonces Gualeguaychú (se dice que llegó aquí como músico), se dirige a estas playas donde finalmente desarrollaría toda la potencia de su espíritu inquieto y emprendedor”.(3) Beatriz Bosch expresa que “Interesado en la enseñanza de la música Urquiza contrata en 1849 a ex miembros de la Legión Italiana de Montevideo, Domingo Garbino, Esteban Casalino, y David Vinelli, con el objeto de preparar bandas militares de música, en Gualeguaychú, Gualeguay y Nogoyá”.(4) Se establece con un pequeño almacén y luego barraca ubicada en calle del Puerto (hoy Alem) y de “La Laguna” hoy Bolívar. “Ocupa dos cuartos de manzana, una sobre el ángulo norte donde estaban los almacenes y tienda y enfrente en el ángulo noreste la barraca propiamente dicha”.(5) Posteriormente le agrega corralón de materiales, saladero y molino, continuando con una fuerte expansión que le permite comprar grandes extensiones de campo que explotó con singular éxito.

Autorización
        El gobierno provincial concede a estos socios la licencia para establecer un banco en la ciudad de Gualeguaychú, con las mismas prerrogativas que poseían los demás bancos, mediante decreto dictado en la capital provincial, Uruguay, el 11 de noviembre de 1867. La resolución establecía lo siguiente.(6)
      “De conformidad con lo expuesto por el fiscal general concédase a los señores Oxandaburu y Garbino la licencia que piden para establecer un banco en la ciudad de Gualeguaychú con arreglo a los estatutos que se acompañan que el interesado firmará, debiendo gozar dicho banco de las prerrogativas acordada a los demás establecimientos del mismo género existente en la provincia. Dése cuenta de este decreto en su oportunidad a la Honorable Cámara Legislativa y comuníquese al interesado dándosele los testimonios que de este expediente solicite y archívese previa reposición de sellos. Firman: DOMÍNGUEZ José J Sagastume.
        Recién el 5 de mayo de 1868 la Cámara Legislativa de la Provincia sanciona la ley que aprueba el citado decreto, la que es promulgada en Uruguay el 7 de mayo de 1868 con la firma del Gobernador General Urquiza, refrendada por los ministros Nicanor Molinas y José J. Sagastume.(7)

Apertura
        El banco Oxandaburu y Garbino abren sus puertas al público, el día 1 de marzo de 1868. El hecho se anuncia en un comunicado del día 26 de febrero de ese año, que se publica en el periódico “El País” reiteradamente.(8) En él se explica con precisión, tal como era costumbre en esa época, en que no existía numeración en las calles, donde estaba ubicado el banco por medio de determinadas referencias.
    El aviso indica: “nuestra casa queda establecida en la conocida como la de don Benito Frutos, quién vivía en mitad de la cuadra, vereda norte de Urquiza, entre Libertad y Catamarca (hoy Magnasco e Irigoyen respectivamente).(9)
        Actúa como gerente don Amadeo Gras, hijo del famoso pintor don Amadeo César Gras, que se había formado en la casa central del Banco Mauá en Montevideo, quién en lo sucesivo aparece firmando toda la documentación y los avisos comerciales en calidad de gerente y, por supuesto suscribe las primeras notas del banco e imparte las instrucciones a los agentes que se van designando en diferentes ciudades de la provincia. A ellos los autoriza a realizar las mismas operaciones bancarias que las desarrolladas en la casa central de Gualeguaychú.
        Entre las prerrogativas que el decreto les otorgó estaba la de actuar como banco de emisión, por lo que de inmediato pusieron en circulación los billetes de moneda boliviana que hicieran imprimir en Nueva York, con imágenes de las hijas de Garbino que eran muy niñas.

Las operaciones bancarias
        Por la fuerte presencia y arraigo en esta ciudad del banco “José Benítez e Hijo”, con el cual era muy difícil competir, el banco “Oxandaburu y Garbino” resuelve ampliar el mercado de operaciones y designar agentes o representantes en otras ciudades de la provincia de Entre Ríos para atraer capitales de esos lugares. La expansiva política financiera encarada por la entidad aparece descripta en el primer libro “Copiador de cartas” archivado en esta ciudad.(10)
        Del folio uno se toman los datos de una carta fechada el 24 de febrero de 1868 dirigida al Sr. Francisco Baffico, de Tala, a quien le expresan que es un gusto tenerlo entre los “agentes del Banco” y le notifica que ya se encuentra operando tal como se hiciera público anteriormente. Asimismo le envía “notas de su emisión”, o sean billetes por la suma de $1.500 Bolivianos que inventarían por su valor y cantidad, y agregan que por el valor “lo debitan en su cuenta”. Seguidamente le imparten instrucciones que le servirán de guía para su modo de proceder con la institución.
        Además, precisa que se deberán pagar a la vista los billetes del banco que lleven el sello o aún sin sello para no menoscabar el prestigio del banco.

Documentación del banco
        Existen formularios que se conservan en nuestra ciudad, los cuales, una vez completados, se convertían en la documentación que utilizaba en sus operaciones el “Banco Oxandaburu Y GARVINO” (SIC), como los certificados de depósito. Eran muy sencillos: se firmaban conjuntamente con otro denominado “Condiciones” que regulaba la operación. También han llegado a nuestros días, hojas de un libro de contabilidad para asentar en distintas columnas el negocio y el saldo.
        Otros títulos valores utilizados eran las letras de cambio, los pagarés y las libranzas en pesos fuertes o en bolivianos. Queda para terminar la estrella distintiva: los “billetes de banco” que aún hoy se encuentran guardados como recuerdos.

Las agencias
    Ya para comienzos de abril de 1868 el banco había completado en la provincia “las agencias encargadas de cambiar a la vista los billetes de nuestra emisión”. En tal sentido se publicó un comunicado fechado el 7 de abril de 1868 suscripto en representación de “Oxandaburu y Garbino” por su gerente don Amadeo Gras(11) en el que informa el nombre de los representantes o agentes designados en Concordia, Gualeguay, Concepción del Uruguay, Villaguay y Tala.
        Por el mismo medio ofertaba préstamos o adelantos en cuenta corriente o en caja de ahorros.(12)

Cambio de domicilio
      Posteriormente el Banco se traslada a calle 25 de Mayo y del Rosario (hoy Pellegrini ángulo noreste, donde en el siglo XX funcionara durante muchos años la tienda El Hogar).

Renuncia de Gras
        Amadeo Gras solo se desempeña como gerente unos pocos meses renuncia el 1 de noviembre de 1868,(13) y lo sucede su cuñado José O. Fernández el que permanece en el cargo hasta 1872 como lo acreditan cartas registradas en el Libro copiador de Cartas Nro 1 obrante en el Magnasco.

Grave conducta de Juan Oxandaburu
        Lo que resulta mucho más grave es que como tesorero de la Sociedad de Socorros Mutuos tenía en su poder todos los fondos que constituían la reserva de esta entidad filantrópica, para la asistencia médica y farmacéutica de sus asociados, y se queda con todo el dinero que nunca devuelve. Una defraudación, típicamente dolosa, que deja sin asistencia médica y farmacéutica a la tercera parte de la población de Gualeguaychú.
        Ante el tremendo perjuicio en que colocó a la primera sociedad de socorros mutuos del país por la imposibilidad en que la colocaba la conducta de Oxandaburu convoca a Asamblea General(14) para el día domingo 15 de octubre a las 17 horas en el local del casino a los fines de considerar el tema y encontrar alguna solución, como esto no se logra, deja de funcionar, cierra el 1 de noviembre de 1871 y se publica una solicitada(15) en la que expresa que: “la sociedad de socorros mutuo se retira en presencia de exigencias incalificables a las cuales le ha sido imposible hacer frente y sobre todo en un momento en que un siniestro comercial ocasionado por el tesorero, le quita el recurso de los fondos sociales".

Disolución y liquidación
        A principios de 1871 uno de los socios: el Sr. Juan Oxandaburu comienza a presentar problemas financieros dejando de cumplir con sus obligaciones y entra en cesación de pagos y arrastra al banco a su disolución y liquidación. La quiebra de uno de los socios implica la quiebra de la sociedad.
No encontramos actividades del banco en 1871. Desaparecen las noticias, al igual que los avisos en diarios que eran tan frecuentes.
        A comienzos de septiembre la situación económica obliga a Juan Oxandaburu a solicitar su propia quiebra, decretada el 15 de septiembre de 1871.(16) El juez interviniente es el Dr. Vicente Martines Fontes quién en el auto de apertura de la quiebra resuelva: “de conformidad con lo solicitado por esta parte, hallándose comprendido en lo dispuesto por el artículo 1521 del código de comercio, se decreta "en estado de quiebra a D. Juan Oxandaburu, en su consecuencia procédase a la ocupación judicial de los intereses pertenecientes al señor Oxandaburu”. La situación de Juan Oxandaburu incide en la posición legal del banco, porque la quiebras de uno de los socios apareja para la sociedad su disolución.
        Recién en noviembre se publica un edicto del Juez Comisario del Concurso don Juan M. Cabrera convocando a una junta general de acreedores de Juan Oxandaburu para el 13 de octubre de ese año a fin de proceder a verificar sus créditos.(17) Ante la falta de moneda y financiación comienzan muchos vecinos a reunirse en el Recreo Argentino para fundar un “Banco del Pueblo” o “Banco Comercial” al que en otra entrega nos referiremos.(18)

Extinción del banco
        Pero quien realmente termina con el Banco Oxandaburu y Garbino es el propio Domingo Garbino quién el 6 de octubre de 1871 solicita autorización para la apertura de un nuevo banco en Gualeguaychú con idénticos estatutos a los de “Oxandaburu y Garbino” y a otros de igual clase y categoría que funcionaban en ese año en la provincia. A los pocos días; el 13 de octubre de 1871 se le concede el permiso que solicita con arreglo a los estatutos acompañados, con lo que termina con el banco Oxandaburu y Garbino”.(19)
        En mayo de 1872 Juan Oxandaburu publica un aviso informando a sus acreedores y al comercio que en las actuaciones seguidas para la calificación de su quiebra ha sido sorprendido por el anuncio publicado en El Guardia Nacional del remate del saladero “Amistad” propiedad de una sociedad colectiva integrada por el Sr. Domingo Garbino, D. Juan José Borrajo y Juan Oxandaburu como socios capitalistas y Enrique Hunsinguer como industrial.(20)
        Considera que no ha perdido el derecho que le compete sobre dominio de sus bienes, porque debió haber sido citado para la toma de inventarios en cumplimiento del Art. 1572 del Código de Comercio.
Anteriormente, el 23 de febrero de 1872 había comparecido ante el escribano don Asisclo Méndez y testigos el doctor Miguel F. Fernández de este vecindario quien dijo que ha tomado conocimiento que debe venderse el “Saladero Amistad” de la razón Oxandaburu y Cía. Y en el terreno en que ha sido a edificado tiene derechos sobre una parte indivisa a título de sucesores en los bienes quedados por fallecimiento de su abuela doña Ramona de León y que su legítima madre doña Juana Borrajo jamás enajenó y que protesta en forma legal contra el vendedor y comprador de dicho saladero, siempre que en el caso de efectuarse su enajenación no se salven los derechos que a una parte del terreno les pertenecen.(21)
    En el expediente en que se tramitó la quiebra le fueron rematados todos los bienes de Juan Oxandaburu. En tal sentido resulta ilustrativa la subasta de dos extensas fracciones de terreno de campo, realizadas el 10 de marzo de 1877, uno denominado “San Juan” y el otro “Santa Isabel”.
     Veremos en otra entrega, que Domingo Garbino recién abre las puertas de su banco el 2 de noviembre de 1872, es decir, un año después de concedida la autorización, y aún pendientes de pagos notas del banco “Oxandaburu y Garbino”, que en el aviso de apertura se compromete a convertir.

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NOTAS
(1) “Bachini Elsa Beatriz “Conferencias” – Pág. 93 - Talleres Gráficos Gutenberg Gualeguaychú, 14 de Mayo de 1973.
(2) Borques Juan C. “Periodismo de Gualeguaychú” – Pág. 174.
(3) PIAGGIO Enrique Ángel; “Evocaciones del Ayer” “Un Hombre para la Historia” Pág. 29 Talleres Gráficos “Rojas y Bogliacino – Gualeguaychú 1996.
(4) BOSCH Beatriz: “Historia de Entre Ríos” – Pág. 181 – Editorial Plus Ultra – Alsina 2049 Buenos Aires l991.
(5) BACHINI, Ob. cit. Pág. 29.
(6) Recopilación de Leyes, Decretos y Acuerdos de la Provincia de Entre Ríos – Tomo X –Años 1867 al 69 – Pág.137 Imp. “De la Voz del Pueblo Uruguay 1876
(7) Ídem, pág. 222.
(8) “EL PAÍS” Año I – Nº 121 del Domingo 29 de Marzo de 1868- PÁG. 4 – Hemeroteca Biblioteca Instituto Magnasco.
(9) BLANC Oscar: “La actividad bancaria en Gualeguaychù” en “Gualeguaychú Fragmentos de su historia” Compilado por. Marcos Henchoz; Pág. 72 Talleres Gráficos Birkat Elohym. Bolívar 128, Colón. Entre Ríos.
(10) ARCHIVO GRAFICO DEL INSTITUTO MAGNASCO.
(11) “EL PAÍS” AÑO I – Nº 133 14 DE MAYO DE 1868 –PÁG. 4/ COL 4. Hemeroteca Instituto Magnasco.
(12) Ídem. Nº 121,29 de Marzo de 1868, PÁG 4 y Viernes 30 de octubre de 1868 Pág.4/ Col 4.
(13) LIBRO COPIADOR DE CARTAS DE Oxandaburu y GARBINO – 6 de Noviembre de 1868 – Folio 125. Archivo Gráfico del Instituto Magnasco.
(14) EL GUARDIA NACIONAL - MARTES 10 de OCTUBRE de l871 - AÑO I - Nº 45 - PÁG 4.
(15) EL GUARDIA NACIONAL - SÁBADO 21 de OCTUBRE de l871 - AÑO I - Nº 50 - PÁG 3.
(16) EL GUARDIA NACIONAL - AÑO I – Nº 35 Sábado 16 de Septiembre de 1871 Pág. 3/ Col. 4.
(17) EL GUARDIA NACIONAL - MARTES 7 de NOVIEMBRE de l871 - AÑO I - Nº 57 - PÁG 3.
(18) EL GUARDIA NACIONAL - MARTES 17 de OCTUBRE de l871 - AÑO I - Nº 48 - PÁG 4/Col 2.
EXPTE. Tramitado.
(19) EL REPUBLICANO - LUNES 11 DE MARZO DE 1872 - AÑO I - NÚM. 5 - PÁG 3/COL. 5.
(20) EL REPUBLICANO - Año I – Nº 6 MIËRCOLES 13 DE MARZO DE 1872 PÁG. 2 / Col 1).
(21) EL CHIMBORAZO – Año III- Nº 266 – 28 de Febrero de 1877 – (PÁG. 3 / COL. 2).


Para citar este artículo:
Daroca, H. (2017). Banco Oxandaburu y Garbino. Disponible en línea: https://hugodaroca.blogspot.com/2015/12/banco-oxandiburu-y-garbino.html

BANCO TERRITORIAL GUALEGUAYCHÚ

Autor: Hugo Daroca
Publicado en: Diario "El Argentino" los días 3 y 10 de diciembre de 2017

Antecedentes
        Los últimos años de la década de 1870 fueron difíciles para el país y para nuestra ciudad. La crisis dejó sus efectos(1) y esto se agravó con la Ley de Bancos dictada por Juárez Celman.(2)
Gualeguaychú había perdido el espíritu de iniciativa y de asociación que la caracterizaban. Carecía de fuerza para luchar o para paliar la caída de las actividades económicas. El puerto estaba sin movimiento; la edificación, paralizada. Era urgente enfrentar la situación económico-social y nada mejor para ello que contar con la ayuda financiera que podía prestar un banco.
        La ciudad tenía un hombre que desde mucho tiempo atrás soñaba con la ardua tarea de crear una institución bancaria, era don Antonio Daneri, y de su esfuerzo surgiría el Banco Territorial Gualeguaychú. Este fue el momento propicio para crearlo; de inmediato, la institución promovió el comercio y las industrias agrícola-ganaderas mediante la concesión de créditos, descuentos de cartas de crédito y otros títulos valores.
        Así el Banco Territorial inicia un camino progresista y ascendente con bases sólidas. Fundado al estilo inglés, las acciones se pusieron al alcance de todos, ricos y gente humilde y supo enfrentar las dificultades que provocaban la crisis y la falta de intermediación en el sector financiero, en circunstancias en que los bancos estatales suprimían los créditos. Sus directivos eran hombres de bien, honestos, creativos y contaban con un gerente como don Antonio Daneri, quien se desempeñó con admirable eficiencia bienhechora.
        Hubo épocas en que Gualeguaychú tuvo uno o dos bancos que hubieran transformado la ciudad si no lo hubiese impedido la errónea legislación bancaria sancionada por la Provincia. Llamada la “cuna de los bancos y de atrevidas empresas” y conocida como ciudad de los bancos,k quería recuperar ese prestigio.

Oposición
        Mientras los fundadores realizaban los actos preparatorios para establecer esta institución bancaria, fueron combatidos duramente por vecinos incapaces de sumar esfuerzos. Surgieron voces que intentaron desvanecer la iniciativa creando un clima de desconfianza con insinuaciones pérfidas contra la idea y sus iniciadores. Argumentaban falta de idoneidad en quienes iban a integrar el directorio y la gerencia. La prensa los calificó de personas que “se complacen en criticar o demoler por espíritu de egoísmo, de mala fe o de envidia”.(3)
        La oposición era tan acérrima que intentó fundar otra entidad bancaria denominada inicialmente Banco de Comercio(4) y más tarde, Banco Comercial Gualeguaychú. Solo lograron debilitar momentáneamente el apoyo de algunas personas que se habían incorporado desde sus orígenes a tan notable emprendimiento. Una profusa propaganda acompañó este proyecto, y llegaron a redactar el estatuto y a ponerlo a disposición en lugares en los que se suscribían acciones, como las oficinas de los señores José Luis Aranda y Cía., Luis Clavarino, Juan Spangenberg, Juan Nágera, Bartolomé Chichizola, Juan Bagalciaga, Eusebio Vega y Cía y el señor Buade.(5)
        Pronto la entidad que soñó Antonio Daneri abrió sus puertas, y lo hizo en plena crisis bancaria y financiera, durante la cual numerosos bancos oficiales suspendieron los descuentos y hasta los pagos, lo que provocó el cierre de numerosas sociedades que operaban con el formato jurídico de sociedades anónimas.

Fundación
        El Banco se funda en junio de 1889 con capital aportado por comerciantes que supieron que una sociedad era el medio más eficaz de superar dificultades, y con la potencia que puede adquirir una institución cuando se suma el esfuerzo de muchos, aunque estos sean débiles y prescindan del apoyo oficial. Su apertura facilitó el rápido manejo de los fondos y la atención de necesidades de los habitantes, a quienes les fue mucho más fácil descontar sus letras y solicitar créditos. Su intervención en el mercado inmobiliario trajo aparejada la valorización de los bienes raíces
        Desde el principio fue gestionado por dos personas expertas: su presidente, el Dr. Víctor Vilar, y el gerente don Antonio Daneri. Figuras respetables y muy apreciadas, quienes supieron granjearse la confianza hasta de los más acérrimos opositores que pronto pasaron a sumarse a la clientala del Banco.
Gualeguaychú le debe muchas de sus conquistas. Basta citar el alumbrado de gas, la usina y el tranway, signos del progreso ciudadano.(6)

Asamblea constitutiva
        Se lleva a cabo en los primeros días de junio de 1889 y en ella se aprueba el estatuto de la sociedad anónima y se designa el primer directorio que queda integrado de la siguiente manera: Dr. D. Víctor Vilar, presidente; D. Ángel Fontana, vicepresidente; Esteban Garbino, tesorero; Antonio Font, secretario; Salvador Rossi, Eusebio Goldaracena y Juan C. Etchebarne, vocales; Asisclo Méndez, Agustín G. Piaggio, Ignacio Olaechea, Ángel F. Ríos, suplentes. Se nombra gerente al señor Antonio Daneri.

El Estatuto
        El estatuto de la sociedad fue aprobado por el Superior Gobierno de la Provincia mediante decreto del 22 de junio de 1889. Consta de 58 artículos Desde su inicio el Banco Territorial toma participación activa y directa en el progreso del departamento de Gualeguaychú.
        Destacamos el art. 31 del Estatuto: establecía que para contar con derecho de asistencia y voto en las asambleas, el accionista debía poseer por lo menos diez acciones, que representaban un voto; pero ningún accionista podía tener más de seis votos, con lo que se democratizaban las decisiones.
        Como dato curioso cabe destacar que el título octavo, denominado “De las Utilidades y Fondo de Reserva”, art. 51, establecía que las utilidades líquidas que resultaran de las operaciones del Banco serían distribuidas de la forma siguiente: 3%, al Gerente y 1%, al Secretario y al Presidente. El 5 % se distribuiría entre los miembros del directorio en proporción a la asistencia de cada uno de ellos a las reuniones.
        Clara valoración del Banco que daba preeminencia al gerente como empleado de la institución y no por su calidad de capitalista. Otro aspecto destacable que ponía el acento en la responsabilidad de la gestión bancaria, determinaba que los dividendos a distribuirse ente los directores se establecería de acuerdo con la concurrencia a las reuniones de directorio.
    La sociedad sería administrada por un directorio compuesto por once accionistas elegidos en asamblea: siete titulares y cuatro suplentes ─que solo ejercerían la función de titulares cuando fueran llamados para formar quórum en caso de que aquellos estuviesen en minoría─. Para ser director se requería poseer por lo menos 250 acciones de la sociedad. El directorio duraría dos años en sus funciones; en caso de renovación, en el primer ejercicio se sortearían los cinco primeros miembros y en el segundo, los seis restantes, y así sucesivamente (art. 37).
        El gerente no podía ser removido sino por el acuerdo de las dos terceras partes de los miembros que componían el directorio (art.52).

El capital social
        Abierta la institución, de inmediato se ofreció al público la primera serie de acciones, con un valor de diez pesos, que podían adquirirse en varios domicilios de los fundadores don Víctor Vilar (Méjico 33); Ángel Fontana (25 de Mayo 199); Eusebio Goldaracena (Bolívar y Centro América); (Juan C. Etchebarne (25 de Mayo y Suipacha); Salvador Rossi (Federación y Méjico); Antonio Font (Urquiza 116); Esteban Garbino (Saladero Amistad); Antonio Daneri (25 de Mayo y Solís).(7)
        La confianza que inspiraban el directorio y la gerencia despertaron interés por adquirir acciones en capitalistas de otras ciudades. La primera serie se agotó rápidamente y de la segunda se adquirió un buen número.(8) Un sindicato de inversores de la Capital Federal propuso la adquisición de todo el capital y, ante una negativa, ofreció sumar un millón al fondo de cuatro millones que poseía Banco, oferta que también fue rechazada.

Los principales capitalistas del Banco Territorial
      Nos referimos a los señores Eusebio Goldaracena, Esteban Garbino, Salvador Rossi, Ignacio Olaechea, Juan Carlos Etchebarne y Nicolás Mendaro.(9)
        La institución se fundó con dinero del comercio local y llenó una sentida necesidad. Desde sus primeros días se manejó con mucha habilidad, especialmente en los préstamos de dinero. Así lo refleja un comentario periodístico que sostiene: “Ha sabido salvar situaciones difíciles en la seguridad de que su dinero se entregaba a personas que ─es cierto─ lo necesitaban pero tenían cómo responder cien veces más por la cantidad que les concedía el directorio”.(10)

Domicilio, apertura y horario
        El Banco abrió sus puertas el lunes 23 de septiembre de 1889 en calle 25 de Mayo, esquina Chacabuco (ángulo sudeste), al lado de la ferretería de Luis Clavarino y haciendo cruz con la tienda “El Turco”, de Ángel F. Ríos, que era la más surtida en esos años. El horario de atención era de lunes a viernes, de 10.30 a 15; los sábados y los fines de mes se extendía hasta las 16 y en los feriados abría de 9 a 11 para que pudiese operar la Caja de Ahorros.
        Además de las actividades propias de toda institución bancaria, desarrollaba otras anunciadas de la siguiente manera: “Compra, vende, edifica y alquila propiedades”. Era lo que precisaba Gualeguaychú, y por eso estaba llamado a participar activamente en el progreso de la ciudad. Corrían épocas en que la prestación bancaria constituía una palanca de desarrollo, porque facilitaba capitales al comercio y a otras actividades que estimulaban la economía. Lo cierto es que el dinero comenzó a circular por diferentes manos, pues el Banco Territorial aumentó la velocidad de esta circulación.
        Era sabido que al frente de la institución había directivos honestos y competentes, por lo que se esperaba una gestión favorable con resultados satisfactorios. En septiembre de ese mismo año publicita la tasa de los intereses que cobra y abona por depósitos en caja de ahorros, tomando desde un peso hasta mil y por adelantos en cuenta corriente. A pocos meses de su apertura, la entidad operaba en todas las áreas y extendía giros sobre cualquier punto de Italia.

La primera Asamblea General Ordinaria
        El primer ejercicio cerró el 31 de diciembre de 1890; la asamblea fue citada para el 18 de enero de 1891, en las oficinas de la Colonizadora Entre-Riana, sita en Urquiza 199, para considerar la memoria y el balance ─desde la fundación hasta el cierre del citado ejercicio─ y la propuesta de distribuir dividendos del diez por ciento en efectivo. Ambos asuntos se aprobaron por unanimidad. Estos resultados demuestran la excelente gestión del Banco y la importancia de las operaciones realizadas en muy poco tiempo. Quienes le habían confiado sus intereses quedaron muy satisfechos con las utilidades percibidas.
        El estado contable fue suscripto por el gerente don Antonio Daneri, el presidente Víctor Vilar y el secretario don Antonio Font. Certificó el balance el contador Pablo Daneri y prestó su conformidad y aconsejó su aprobación el síndico don Alfredo Elías.

Actividad en 1891
        Luego de la asamblea, la institución siguió funcionando a pleno y desarrolló una beneficioso plan financiero para el crecimiento de la ciudad, a través del aumento de la clientela y de la incorporación de nuevos servicios.
        El 3 de abril de 1891 suprimió la atención al público los feriados y domingos, y modificó las tasas de intereses activos y pasivos. Durante este período se intensificaron las operaciones inmobiliarias y las correspondientes a la construcción y se realizaron inversiones destinadas al bien común, como es el caso del “tranway” y del alumbrado público de gas en la ciudad. Desde luego, esto no impidió que prestara un importante servicio financiero a todos sus clientes y que actuara como intermediario en la colocación de los capitales confiados a su manejo, destinados primordialmente a financiar el crecimiento económico que tanto se necesitaba.

Nuevos embates contra el Banco
        En 1890, el clima político se enrareció con motivo de las elecciones municipales, a realizarse el primer domingo de diciembre para suceder al intendente don Máximo Chichizola, cuya reelección se pretendía después de un excelente mandato. Así surgieron fuertes divergencias que pronto derivaron en agresiones políticas ─al principio a través de la prensa─; y luego, en conflictos sociales hasta desembocar en enfrentamientos en los atrios donde hubo gente armada.(11)
        Ese año se publicaban en Gualeguaychú seis periódicos con fuertes posiciones partidarias;(12) dos de ellos ─que aumentaron las disputas─ injuriaban al Banco Territorial y a sus funcionarios y directores, especialmente a don Antonio Daneri, que gestionaba entonces el “tranway”, y también a funcionarios municipales, a quienes acusaban de que la concesión del alumbrado se había efectuado cuando se encontraban al frente de la Municipalidad.
        La verdad era otra: el 26 de octubre de 1887, la Municipalidad contrató el servicio de alumbrado de gas con el Sr. Benito Pellerano a quien le otorgó la concesión; esta fue vendida al Sr. Jaime Vieyra, que posteriormente la vendió al Banco Territorial Gualeguaychú, pero el contrato fue celebrado cuando aún no se había formado la sociedad que creó el Banco.(13) El enredo se produjo a raíz de que la institución bancaria había pedido al Municipio una prórroga para el funcionamiento del gas domiciliario porque no había finalizado la obra; la solicitud fue acordada.

La segunda Asamblea General
        Se realizó el domingo 14 de febrero, en el local de la Colonizadora Entre – Riana, para considerar la memoria y el balance cerrados el 31 de diciembre de 1891, y la distribución de los dividendos en efectivo “para repartirse entre los accionistas”. Pero ellos no fueron los únicos beneficiarios: la usina de gas estaba en marcha para el bienestar de la población y se estableció el tranway, cuya administración quedó a cargo de Antonio Daneri.(14) Además, los pequeños agricultores pudieron adquirir una modesta y confortable casa habitación, construida por el Banco Territorial a muy bajo precio y con reducida amortización y bajo interés.
    La memoria y el balance, aprobados por unanimidad, llamaron la atención de un cronista que comenta “el poder del crédito cuando es manejado por manos hábiles y honradas, cuando su distribución equitativa responde a fines nobles y elevados y el resultado de sus operaciones solo tiene por norma el bien que a su derredor desparrama”.(15)
        Según la memoria, el año anterior (1891), se habían vendido cuatro propiedades con las cuales el Banco a más de sacar el capital, los intereses y gastos, había recibido “todavía una pequeña utilidad que en plena crisis es un hecho fenomenal”. Asimismo destaca que el movimiento de caja de ese año casi ha superado al anterior (1890).
        Un hecho auspicioso y de madurez empresaria mostró que de la suma destinada a dividendos en efectivo, la asamblea había resuelto capitalizar el 80% ─que correspondería a un dividendo en efectivo del 8% sobre el capital accionario─ y solo entregar a los accionistas el 20 % restante y la buena concesión de los créditos que no señalase la existencia de incobrables.

Influencia de la política Municipal
        El 31 de diciembre de 1890 venció el mandato del intendente Máximo Chichizola sin que se hubieran podido realizar elecciones para elegir su reemplazante. Eso motivó que el poder ejecutivo provincial, el 30 de diciembre dictara un decreto nombrando una Comisión Municipal Provisoria para que se hiciera cargo de la municipalidad de Gualeguaychú hasta tanto el pueblo convocar a nuevos comicios. Son designados los señores: Sixto D. Neyra, Alfredo Elías, Pastor Britos, Juan Etchebarne, y Ramón Goyri. Los dos últimos no aceptaronpor las circunstancias que se vivían en la ciudad El vecindario que tan alarmado se encontraba con los rumores que se esparcían y que hacían presentir escenas dolorosas recibió la noticia con gran satisfacción. “la única también que desarma el brazo de los que estaban prontos a recurrir a las vías de hecho, en la creencia que de entre los charcos de sangre, se levantaría la responsabilidad de los que debían ocupar los principales puestos del gobierno comunal”. (16)
        El peligro desapareció por completo y el pueblo puedo libremente entregarse a sus expansiones sin temor de ser molestado.
        El 1 de enero de 1891 se hizo cargo de la municipalidad la Comisión Municipal provisoria, con las mismas facultades que un intendentes y Concejo Deliberante integrada por los ya nombrados: señores Pastor Britos, Alfredo Elías y Sixto Neyra. Hubo en ese entonces una clara división y enfrentamiento entre Clavarinistas y masonistas. Los primeros, llenos de pasiones y envidia con la intención de dejar sin efecto todo lo realizado en las anteriores gestiones municipales., principalmente las resoluciones tomadas respecto del contrato de suministro con el Banco Territorial. Como no podían disimular su ofuscación querían revocarlas.

Las elecciones de 1891
       Ejecutando su plan cedieron al Dr. Enrique Masón la intendencia para quedarse con las concejalías, con una amplia mayoría que les permitiría dominar las decisiones políticas municipales. Estaban seguros que les iba a resultar muy fácil desprenderse del doctor Enrique Mason y ocupar su cargo.
    Entre los miembros de la corporación municipal existía una profunda división. No fue necesario esperar, muy pronto y tal como lo vaticinara “los Principios” se oyeron conceptos muy desfavorables hacia el Dr. Masón como presidente de la municipalidad proferidas por uno de sus más fervientes admiradores y decidido partidario en los comicios de diciembre, miembro del Concejo Deliberante y director del periódico “El Noticiero” nos referimos al Sr. Inocencio Furques.(17)
        Destacaba que el presidente nada había hecho, de lo cual surgía que tampoco los concejales
        Muchos de los que lo habían votado se arrepintieron y hubo indignación pública que se hizo sentir.
       Los “clavarinistas” tenían la mayoría y asumieron sus cargos decididos a seguir su estrategia y dejar sin efecto todo lo que habían hecho las anteriores administraciones y pronto sacarse de encima al intendente. Las razones de nada sirvieron porque eran contrarias a la consignas que se habían fijado.(18)

Ataque al Banco Territorial Gualeguaychú
        Un insólito atentado comete la municipalidad contra el Banco Territorial y la empresa de gas por la ofuscación de los seis miembros del Concejo Deliberante, víctimas de sus bajas pasiones al revisar la prórroga concedida el año anterior. Un suelto periodístico así lo afirma al decir. “El inaudito atentado de la municipalidad contra la empresa de gas que representa los intereses del pueblo se ha consumado al fin”(19) No han querido considerar que esa empresa formada con capitales de la localidad de donde son casi la totalidad de los accionistas con cuyo comercio tiene amplias vinculaciones por su negocio de banco debía merecerles la concesión de la prórroga solicitada teniendo en cuenta la mala situación financiera del país”.(20)
     En otro comentario titulado “Nihilistas locales” se expresaba así: “Así podemos llamar a los concejales que torciendo el orden de los procedimientos, llevados de su mal instinto y guiados por mezquinos intereses y sin discutir las atribuciones de la comisión que funcionó en los siete primeros meses del año ppdo., pretenden de derogar o sea desconocer el derecho que esta acordó al Banco Territorial la prórroga que solicitó para dar terminada la instalación de la usina del Gas”.(21)
        El banco Territorial no había solicitado una nueva prórroga. Se refieren a la que el año anterior fuera concedida por la Comisión Municipal, que querían revocarla para aplicar una multa de 500 pesos mensuales, desde la fecha en que debía entregarse la obra, y además sostenían que el precio a cobrar por el servicio de Gas era “alto impuesto” que el pueblo no podría soportar.
        Mientras tanto el Banco Territorial seguía su actividad bienhechora, principalmente colaborando con la realización de obras públicas. Especialmente nos queda grabado la empresa de tranway que, como veremos próximamente favoreció la recreación de los vecinos y por supuesto mejoró el transporte urbano.
        En un debate que se suscitó al poco tiempo de asumir los cargos, “se revelaron las pasiones por tanto tiempo estaban comprimidas, en que se han hecho cargos a las administraciones anteriores de las cuales formaron parte varios de los que hoy actúan como concejales”.(22) En ese debate no hubo calma, ni la razón fría y desapasionada que hubieran suprimido rencor y enemistades que existían y que renacieron.
        Pronto se hicieron conocer dos resoluciones dictadas con ligereza por el Concejo Deliberante municipal que puso de manifiesto el acuerdo de camarilla que tenían para resolver ciertas cuestiones.
            En esas resoluciones que derogaban la de anteriores administraciones habían participado alguno de ellos. Al momento de resolver imperaba el animadversión y el resentimiento, la razón estaba ausente.

El asunto del Gas
      En el asunto del gas se produjo una profunda escisión entre los que habían llegado juntos a la cumbre del poder local. Nada podía cambiar las consignas que se habían fijado los partidarios de Clavarino. Ellos lo tenían definitivamente resuelto antes de su tratamiento y se votó por la aprobación del dictamen de la Comisión de hacienda con mucha precipitación, para que no se la analizara, sin esperar que regresara el doctor Mason que estaba enfermo.
        Los que votaron por la aprobación del dictamen sobre el asunto del gas son los mismos que tratan de hostilizar al Banco Territorial Gualeguaychú señores: Gustavo De Deken, Luis Clavarino, Inocencio. Furques, Máximo Nuñez, Martinez e Hipólito Labarthe.
       De este grupo los que llevan la batuta y dirigen el tema son los tres primeros, empecinados en presentar el contrato como ruinoso para la población. Los demás se quejan de esa trinidad no hacen ni inician nada bueno. Se los creía personas inteligentes y de quienes se podía esperar mucho y bueno. Es razón llevó al periodista a afirmar que era bueno que dieran sus nombres para que la población y los accionistas del banco conocieran, como votaban y quienes eran.(23)

Convenio con la Municipalidad
        El banco territorial agotó a todas las instancias legales para mantener la vigencia de la resolución que le concedió la prórroga para la terminación de la obra para el suministro del gas.
        La cuestión pendiente entre la empresa y la municipalidad eran la multa que se le impuso a aquella por demoras en el cumplimiento del contrato, puede considerarse satisfactoriamente solucionada, faltando solo que el Concejo Deliberante apruebe el convenio. En virtud del arreglo alcanzado la tarifa de la empresa sufre una importante rebaja hasta tal punto que el alumbrado a gas vendría a costar muy poco más que la defectuosa a kerosene. Sólo basta que sea aprobado por el Concejo deliberante.(24)
        El convenio aprobado, con algunas modificaciones que le introdujo el C.D., fue llevado a escritura pública.(25)
        El comienzo del alumbrado a gas en Gualeguaychú se produjo el 24 de enero de 1894, durante la intendencia de don Francisco Campi.
        La empresa de gas fue un honor para Gualeguaychú, no sólo por representar un progreso de gran importancia, sino porque se hizo con capitales locales que prueba que hay hombres emprendedores que tienen fe en el porvenir de esta ciudad y que no vacilan en emplear su dinero en obras para el progreso.

Liquidación
        Finiquitadas dos obras importantes como lo fueron el tranway las construcción de la usina de gas para el alumbrado público el Banco Territorial decide su liquidación en el año 1896 el directorio es nombrado en comisión liquidadora. En las convocatorias a asamblea general ordinaria durante los años 1897 y 1898 se somete a consideración la memoria y el estado de la liquidación.(26)

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NOTAS
(1) La caída del precio de los productos que se exportaban, el endeudamiento externo, las emisiones continuas del papel moneda y la pérdida de valor del signo monetario provocaron inflación. Se vendía barato y se compraba caro.
(2) El 3 de noviembre de 1887, el Gobierno sancionó la Ley de Bancos Nacionales Garantidos que autorizaba a entidades a emitir billetes a cambio de realizar un depósito en oro en el Tesoro Nacional; por el que se entregaban títulos públicos contra los que la entidad bancaria emitía moneda. La irresponsabilidad fiscal y la desmesurada emisión dispararon inflación. Este festival de emisiones provinciales y privadas se detuvo recién en 1890, cuando Carlos Pellegrini estableció una Caja de Conversión.
(3) La Sentinella, Año II, N° 109, Gualeguaychú, 8 de Julio de 1889, p. 1, cols. 1y 2.
(4) Conf. La Sentinella, Año II, Nº 121, Gualeguaychú, 19 de agosto de 1889, p. 2, col. 2.
(5) La Sentinella, Año II, N° 129, Gualeguaychú, 22 de agosto de 1889, p. 2, col. 2.
(6) PIAGGIO, Enrique Ángel, Evocaciones del Ayer, Gualeguaychú, Talleres Gráficos Rojas & Bogliacibo, 1996. p. 27.
(7) La Sentinella, Año II, N° 112, Gualeguaychú, 18 de julio de 1889, p. 2, col. 4.
(8) Ídem, N° 118, Gualeguaychú , 8 agosto de 1890.
(9) Piaggio, Enrique Ángel, Evocaciones del ayer, Gualeguaychú, Talleres Gráficos Rojas & Bogliacino, 1996, pp. 5 y 6.
(10) La Sentinella, N° 269, Gualeguaychú, 12 de febrero de 1890.
(11) Nota: Por la importancia que asignamos a esas elecciones y por su vinculación con la política provincial y nacional, en una de nuestras próximas entregas nos referiremos especialmente a ellas.
(12) Se publicaban El Noticiero, La Sentinella, Los Principios, El Municipal, La Idea y La Reforma.
(13) Los Principios, N° 508, Gualeguaychú, 26 de enero de 1892, p. 1. col. 2.
(14) Nota: La historia del tranway, como la de la usina de gas y los problemas políticos electorales ya mencionados serán tratados –por separado– en entregas posteriores.
(15) Los Principios, N° 520, Gualeguaychú, 15 de marzo de 1892.
(16) La Sentinella - Año III - Nº 269 - Jueves 12 de Febrero de 1891 (Pág. 1 / Col 1, 2 y 3 ) y Nº 258 - 1º de Enero de 1891, Págs. 1 / Col. 2 y Pág. 2/ Col. 1.
(17) Los Principios. N° 532; Abril 29 de 1892, Pág. 1/ Col.1.
(18) N° 511 Febrero 9i de 1892.
(19) Los Principios – N° 512 , febrero 12 de 1892 (Pág. 1/ Col 2 y 3).
(20) Ídem.
(21) Ídem N° 513 Febrero 16 de 1892, (Pág. 1/ Col. 2).
(22) Los Principios. N° 511 – Febrero 9 de 1892.
(23) Ídem. N° 512, febrero 12 de 1892. (Pág. 1/ Col. 4).
(24) La Sentinella. N° 558 , Lunes 8 de enero de 1894, (Pág. 1/ Col. 1).
(25) Ídem. N° 581 Lunes 2 de Abril de 1895.
(26) Los Principios. N° 1051 Julio 17 de 1897 y N° 1094 del 5 de julio de 1898 (Pág. 3/ Col 1).


Para citar este artículo:
Daroca, H. (2017). "Banco Territorial Gualeguaychú" en El Argentino, 3 y 10 de diciembre. Disponible en línea: https://hugodaroca.blogspot.com/2015/12/banco-territorial-gualeguaychu.html

EL TRANVÍA DE CABALLOS EN GUALEGUAYCHÚ

Autor: Hugo Daroca.
Publicado en: Diario "El Argentino" los días 28/05/2017 y 04/06/2017.

Medio de transporte.
        El tranvía de caballos (del inglés tramway, “vía de carriles planos”), era un transporte de pasajeros que transitaba en la ciudad sobre rieles paralelos en la superficie de calles urbanas preparadas para ello. Recorría el trayecto sin separación de los demás vehículos.
        Por ser de tracción animal (caballos o mulas), podía arrastrar más peso gracias al bajo coeficiente de rozamiento entre carril y rueda, lo que demandaba menos consumo energético en relación con otros transportes con ruedas sobre pavimento. La superficie de los carriles era más lisa que la de las calles y carreteras de entonces (pavimentadas con adoquines), lo que hacía mucho más suave su marcha que la de cualquier carruaje.
        En las últimas décadas del siglo XIX, con el uso del tranvía, el caballo prácticamente quedó en desuso, igual que los carruajes de todo tipo que debían circular sobre un pavimento adoquinado, desnivelado y con irregularidades. En este contexto se popularizó y se convirtió en el medio de transporte urbano más simpático de nuestra ciudad. Trasladaba a los habitantes de un extremo al otro: del Puerto a la Estación del Ferrocarril. Además, era muy económico.
        Por estas razones, rápidamente alcanzó un éxito total y logró, desde los primeros días, un altísimo índice de ocupación.

Nacimiento en Gualeguaychú.


        El tramway nació en Gualeguaychú por iniciativa del señor JOSÉ GRASS, un hombre progresista a quien se debe también la fundación de la primera “granja criolla” en este departamento. Grass pidió autorización al gobierno de la provincia para establecer una línea de tranvías en la ciudad. La cámara, con asiento en la capital, despachó favorablemente el pedido el 6 de febrero de 1884.(1)
       En octubre de 1885, el señor Gabriel Oliver solicita en la Municipalidad autorización para el establecimiento de una línea de tranvías que, arrancando del muelle de pasajeros, baje por la Alem hasta Bolívar; luego tome por la calle Comercio (Mitre, desde 1906), y a continuación siga por 25 de Mayo, hasta Rocamora y luego con destino a la Estación. Se compromete a realizar la obra dentro de los doce meses o antes ─si es posible─, a contar desde el día en que se firme el contrato. Pide que la Municipalidad en el término de doce años no autorice el establecimiento de otra línea en el municipio…         En la nota propone en quince cláusulas los presupuestos a los que se deberá ajustar la contratación.(2)
        Las comisiones de obras públicas y de seguridad integrada por los señores Máximo Chichizola, Salvador Rossi, A. Cantini, y Emilio Marchini aconsejan que se le preste aprobación, siempre que extienda una garantía de mil pesos y que acepte las obligaciones y condiciones de la ley del 2 de agosto de 1871. Al discutirse el informe se agregó un nuevo artículo que no le otorga prioridad al oferente, sino tan solo preferencia en caso de igualdad de condiciones.(3) El Sr.Gabriel Oliver no aceptó las modificaciones del Concejo Deliberante municipal, y dejó sin efecto su propuesta.(4)
        Los señores Ramallo y Cía., que habían obtenido la concesión para el establecimiento de una línea de tramway, se la cedieron al Dr. Martín Meyer, quien pidió una prórroga de cuatro meses para dar comienzo a los trabajos.(5) En julio de 1888, comenzaron “a trazar la línea a cargo de un ingeniero competente”. En ese año se adquirió al señor Batto un terreno para la estación del tramway, próximo a la del ferrocarril, ubicado en la intersección de las calles Tala y Rocamora, en la suma de $ 500.(6)

Intervención del Banco Territorial.
        La Municipalidad decide tomar intervención en el traspaso hecho por los Sres. Ramallo & Cía al Dr. Meyer, y posteriormente encomienda al Banco Territorial que administre y financie el tendido de la línea y la construcción de la estación del tranvía; para ello se forma una sociedad y se designa gerente de la empresa a don Antonio Daneri, que también era gerente del citado banco, con el que tiene mucha afinidad De allí que la obra de este medio de locomoción ─cómodo y barato─(7) fue financiada por el Banco Territorial con dinero del pueblo, porque la gente lo depositaba para que la entidad lo administrara.
        El tendido de las vías lleva todo el año 1889. Recién se tienen noticias cuando se anuncia que a mediados de noviembre de 1890 se pondría en funcionamiento este nuevo servicio.(8)

Inauguración del servicio de tranvías.
        Una noticia publicada el 8 de noviembre informa(9) que “solo falta una cuadra para llegar a la altura de Solís, desde donde se pondría al servicio público el tramway, por lo que se podría estrenar en la semana entrante”. En otro aviso se invita a concurrir a una Romería Española a llevarse a cabo en la isla de Fraga, los días 23, 24 y 25 de ese mes. También se anuncia para esa fecha la inauguración del tramway.(10) En realidad comenzó a funcionar el sábado 15 de noviembre de 1890, fecha que resulta de un suelto periodístico que comenta que “Sin cobrar nada el día del estreno o haciéndolo ayer siempre ha ido repleto de pasajeros”. En la estación, que no es sino la equina de las calles 25 de Mayo y Méjico (hoy Alberdi), era donde el público se agrupaba para presenciar el paso del tranvía o para subirse a él, con una renovación constante de los paseantes al puerto.(11) Su recorrido inicialmente fue más corto, faltaba el tendido de las vías por calle Rocamora hasta la estación del ferrocarril, por lo que se reducía al trayecto entre la calle Solís y la placita del muelle del Puerto.

        Días después, otro periódico apunta sobre el tranvía: “…sigue siendo la novedad del día, 9000 pasajeros en cinco días han entrado y salido por los tres únicos coches que tiene la empresa al servicio público. A pesar del pequeño trayecto que recorre, es un paseo agradable y hoy de moda”.(12) Más que un medio de transporte es un esparcimiento.
        Poco después se programó un “paseo veneciano” a realizarse en la isla de Fraga, frente al Puerto, a fin de recaudar fondos para la terminación de las obras del templo. El domingo 30 de noviembre de 1890 el paseo se llevó a cabo y la empresa del tramway colaboró cediendo la mitad del precio de los pasajes de ese día.(13)
        Un comentario editado en enero de 1891(14) pregona: “…estamos en vísperas de ver terminada la línea llegando los coches hasta más próximo a la estación del ferrocarril”; agrega que está por terminarse la obra de la estación del tramway y pide que se preste colaboración a las autoridades.
        Un suelto informa que “…el domingo 18 harán por primera vez su visita triunfal a la estación del ferrocarril tres coches del tramway –quedando desde ese día inaugurada la línea”. Agrega que “la noticia no puede ser más halagadora, sobre todo, para las familias que aprovechando las hermosas tardes y las deliciosas noches de luna, que se están sucediendo, tendrán dónde ir a pasar un momento de solaz.”(15) Esa fecha debe tomarse como el inicio del recorrido completo.
        “Los coches del tramway llegaron hoy hasta la estación del Ferrocarril y dentro de poco, terminada la línea, será reglamentado el horario de servicio y el precio del pasaje.”(16)

Los tranvías
        El servicio tenía carruajes de dos tipos: los abiertos, llamados “jardineras”, de siete bancos y treinta y cinco pasajeros; y los cerrados, que conducían hasta veinte personas, sin contar al cartero público, a un empleado de la empresa y a un agente de policía o municipal que viajaban en la plataforma delantera.
        Las jardineras se utilizaban en el verano o en días de invierno soleados ─sobre todo cuando la gente concurría a las placita del Puerto o a la de la Estación del Ferrocarril, donde habitualmente tocaban dos bandas─. Podría decirse que estos coches solo poseían el piso y un techo, todo lo demás quedaba al descubierto. Los carruajes llevaban asientos de madera colocados a lo largo, de forma de permitir a los pasajeros que viajaran de frente a las veredas de su recorrido; o bien se disponían de tal manera que la mirada de la gente recaía directamente sobre las calles del trayecto.(17)
        Los talleres de la empresa estaban situados en calle Tala al final de la avenida Rocamora, que en ese tiempo no tenía pavimento, solo empedrado en medio de las vías y al costado de estas.

        Cuando los coches terminaban el recorrido en el Puerto, se desataban los caballos y se pasaban al otro extremo del vehículo. En la Estación rodeaban la placita y emprendían el nuevo viaje a la ciudad sin necesidad de desatar equinos.
      Como la vía era única, frente a la librería de Elizalde ─ubicada en calle 25 de Mayo, entre Pellegrini y Suipacha─ se encontraba el desvío. El carruaje que venía del Puerto debía esperar en ese lugar el paso del coche que iba hacia ese destino.
        El tranvía fue un motivo de paseo más que de utilidad, especialmente en los días de fiesta en que la empresa ponía más unidades para atender a los usuarios que los utilizaban continuamente.
Una noche se desató un furioso temporal de lluvia y fuertes vientos “arrachados” que mataron algunos caballos, destruyeron los techos de las caballerizas, los depósitos del tranvía y la mayoría de los coches.
Uno de los socios debió retirarse por falta de recursos y el resto consiguió aportes de capital y continuó un tiempo más hasta que un día se decidió cerrar la empresa.
        El tramway, que era tirado por dos caballos, circulaba a una velocidad aproximada a los 10 km, los que podrían variar un poco según el tipo de animal que lo arrastrara. De cualquier manera, fue un significativo avance en los medio colectivos de transporte. Trajo progreso a los barrios, sobre todo a los que estaban más alejados del Puerto y del centro de la ciudad, los cuales quedaron por ello mucho más cercanos; además, le dio vida especialmente a la placita del Puerto que ya era un paseo público muy apreciado, porque permitía a mucha gente llegar al lugar.
        El tranvía también favoreció las calles por donde circulaba cuyas propiedades cobraron mayor valor. También influyó positivamente en la placita de la Estación como paseo público, y benefició a la misma Estación, porque le gente acostumbraba a esperar la llegada del ferrocarril en el andén, caminando de un extremo al otro, saludando y observando, por lo que el lugar se convirtió en centro de encuentro y de esparcimiento, especialmente a la hora de la llegada del tren.
La Municipalidad reglamentó el uso del servicio con fecha 20 de abril de 1891, mediante decreto ─dictado por la comisión municipal integrada por los señores Pastor Britos, Sixto D. Neyra y Alfredo Elías─, que rigió desde la fecha de su publicación.(18)
        A comienzos de 1917, el tranvía dejó de funcionar. La población lo sintió mucho porque prestaba un gran servicio. En esa época ya se lo utilizaba para ir al trabajo, pero el cornetín dejó de escucharse.(19)
        En definitiva, el tranvía logró “el enlace” entre el muelle del Puerto y la Estación del Ferrocarril y se convirtió en “la prolongación” del tren en la ciudad. Los pasajeros que descendían de este tomaban “el tramway” que los dejaba en las puertas del Hotel Sudamericano (después Hotel Comercio) o en la cuadra siguiente, en el Hotel del Vapor. También les permitía llegar hasta las numerosas fondas que existían en el barrio del Puerto y allí podían esperar para embarcarse con otros destinos.
        Constituyó un gran progreso.


NOTAS
(1) El Noticiero, año IV, 07-02-1884, p. 2.
(2) Op cit. nota 1, año VI, 29-10-1885, p.2, col.1.
(3) Op cit. nota 1, año VII, 12-12-1885, p. 1, cols. 3, 4, 5.
(4) Op cit. nota 1, año VII, 17-12-1885, p. 1, col. 4.
(5) Op cit. nota 1, año X, 19-7-1888, p. 1, col. 3.
(6) Ibid.
(7) Los Principios, año V, N° 552, 04-08-1893, p. 1.
(8) El Municipio, año 1, N° 14, 08-11-1890, p. 2, col. 3.
(9) Ibid.
(10) La Sentinella, año III, N° 246, 17-11-1890, p. 3
(11) Op. cit. nota 10.
(12) La Sentinela, año III, N° 249, 27-11- 1890.
(13) Op. cit., nota 12, p. 2, col. 3.
(14) Los Principios, año III, N° 386, 09-01-1891.
(15) Op. cit. nota 14, N° 388, 16-01-1891, p. 2.
(16) La Sentinella, año IV, N° 277, 12-03-1891.
(17) SARROT, Nati y GÓMEZ HERNÁNDEZ, Aurelio. “El tranvía a caballo. Bella memoria en Gualeguaychú”, en Cuadernos de Gualeguaychú, N° 90, pp. 1, 2 y 3.
(18) Los Principios, Año III, N° 428, 4 de mayo de 1891, p. 1.
(19) Op. cit. en nota 1.

LA PRIMERA BIBLIOTECA DE GUALEGUAYCHÚ

Autor: Hugo Daroca.
Publicado en: Diario "El Argentino" el día 10/07/2016.
Durante gran parte del siglo XIX el libro era un objeto raro y caro. En los primeros años de la fundación del Recreo Argentino ─década de 1860─ una novela costaba el equivalente a un tercio del salario de un jornalero. Fueron años en que los libros solo circularon en forma de préstamo y fue “el almanaque”, cuyo contenido se renovaba anualmente, la principal lectura de las clases populares.(1) En ese tiempo se publicaban en los periódicos novelas por entregas. La primera que hemos visto editada en nuestra ciudad se titula La hija del presidiario y la entrega inicial se efectuó el martes 6 de marzo de 1849.(2)  
Los fundadores del Recreo Argentino  no demoraron en darse cuenta de la necesidad de crear una biblioteca y de los beneficios que traería para la comunidad, porque facilitaba la lectura en general y colaboraba en la educación de los jóvenes. Para los jovenzuelos del Recreo, más que un lugar era una idea, un plan cultural, simple y sencillo, que les permitiría la lectura. Dentro de las actividades del Recreo Argentino ocuparía un lugar destacado. Lo imaginaron como el escenario  de los actos culturales que se habían propuesto realizar. De esa manera y con esos propósitos nació la biblioteca que llegaría a estar abierta a la comunidad.
Era una época en que se deseaba leer. De ahí que en algunas tertulias societarias o en los recibos de los primeros tiempos, fuera costumbre comenzar la reunión con la lectura en voz alta de pasajes de una obra de teatro, de una novela o  de poesías, mientras las cebadoras servían mate.  Esta forma de leer pasó de moda a favor de la lectura solitaria, que en definitiva ganó la partida. Algunas veces se reunían para que en el comienzo se escuchara música.
Pocos meses después de que empezara a funcionar la biblioteca –1865–, sus directivos  cumplieron con lo que muchos años después se consideraría como una buena gestión bibliotecaria y procedieron a la difusión del patrimonio bibliográfico mediante la publicación, con detalles, del listado de los libros que tenían. Oportunidad en que no solo se indicó el título de la obra, sino también el apellido y el nombre del autor y del donante. Las obras quedaban a disposición del público para su lectura en la sala destinada a tal fin o mediante el préstamo domiciliario. Se brindó un buen servicio a la comunidad y todo hace suponer que contaban con un bibliotecario. Se informaba de inmediato la incorporación de nuevos libros para aumentar las ofertas bibliográfícas. El periódico La Democracia publicó, el 8 y el 22 de febrero y el 12 de abril de 1865, la lista de obras donadas ─62 en total─. Ellas corresponden a diferentes géneros y a variados asuntos: historia y política nacional e internacional, derecho, doctrina social, religión, investigaciones científicas. En cuanto a los donantes, entre otros, figuran Bernardo R. Goyri, Nicolás Gabito, Luis Vidal, Juan Casacuberta, Isidoro de María.
La fundación de la biblioteca del Recreo es propia de una sociedad en expansión, que en este caso se une al conjunto de jóvenes que con tanto ahínco la propiciaron. Urge una interacción entre el afán de progreso de ese grupo fundador y la necesidad de contar con libros que proveyeran la información y el aprendizaje necesarios para el crecimiento personal. La biblioteca pasa a servir y se plasma en la vida cultural y social de la entidad y de la sociedad toda, para eso se había organizado. Los vecinos podían acceder a ella sin ningún tipo de restricción. Llegó a colaborar con la enseñanza pública mediante préstamos de gran cantidad de volúmenes que efectuó a la Educacionista Argentina, que los utilizaba para la educación y el aprendizaje de escolares y estudiantes.(3)
Se proveyó a la institución de literatura clásica, para lecturas de entretenimiento;  de ensayos, para adquisición de conocimientos; de historia argentina y de derecho constitucional, que en esos años tenían gran vigencia, como la Organización Política y Económica de la Confederación Argentina, de Juan Bautista  Alberdi─.  
La biblioteca del R. A. se inicia en el año 1864 y es la primera de la ciudad. Después vendrían la Biblioteca Popular, en 1869, conocida como la de “don Justo”, que se reorganiza en el año 1872 a cargo de La Educacionista Argentina. Posteriormente, pero ya en el año 1880, la  Logia Masónica Unión y Filantropía Nº 56 de Gualeguaychú crea otra biblioteca que incorpora obras de mérito de célebres autores, la mayor parte ricamente encuadernadas.(4)
Está acreditado que la biblioteca del Recreo Argentino se fundó a fines de 1864, entre otras probanzas por las publicaciones en los periódicos de Gualeguaychú  de los años 1863, 1864, 1865 y especialmente por la nota que  don Bernardo Ramón Goyri (llamado el historiador de Gualeguaychú) le dirigiera al Club Recreo el 15 de enero de 1865 donde, con términos muy elogiosos por la  iniciativa, hace referencia a la circular del 10 de enero de 1865, en la que solicitan donación de libros para la biblioteca. Textualmente expresa
“He recibido la nota circular de esa sociedad del 10 del corriente de invitación a contribuir con algunas obras a la formación de la biblioteca que sus miembros han tenido el feliz pensamiento de fundar y simpatizando con esa resolución remito al Sr. Presidente por intermedio del Sr. Secretario de la sociedad el contingente escaso que con que por ahora me es posible contribuir”.(5)
            La biblioteca prosperó rápidamente y adquirió carácter de circulante. Después del 23 de septiembre de 1870, en que fuera sancionada la ley 419 que creó la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares, conocida como Ley Sarmiento, pasó a recibir de esa institución numerosas donaciones de valiosos ejemplares. Se los identificaba porque llevaban impreso un sello que dice: DONACIÓN DE LA COMISIÓN DE BIBLIOTECAS POPULARES. Estos reconocimientos demuestran el prestigio y la consideración que mereció la biblioteca del Recreo Argentino, no solo en nuestra ciudad, sino en el ámbito nacional y especialmente en los centros de cultura.     
Recibía también donaciones de la Comisión Nacional de Montevideo. Se conocía su origen por el sello que traía impreso que decía: "DONACIÓN DE LA BIBLIOTECA NACIONAL MONTEVIDEO”. Entre las donaciones de esa entidad uruguaya se recuerda la colección del Archivo de Artigas.


NOTAS
(1) DAROCA, HUGO; “El Almanaque” publicado en el diario El Argentino
(2) EL PROGRESO DE ENTRE RIOS, Año I, Nº 1, p. 1
(3) EL TELÉGRAFO,  Año II,  Nº 190, p. 2, col. 3
(4) EL TELÉGRAFO, Año V,  Nº 639, viernes 29 de octubre de 1880, p .2, col. 3
(5) La nota mencionada se encuentra agregada al folio 36 del “libro de la fundación” obrante en el RECREO ARGENTINO

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