ASILO DE INMIGRANTES EN GUALEGUAYCHÚ
Autor: Hugo Daroca.
Publicado en: Diario "El Argentino" el día 06/08/2017.
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Terminada la guerra en Entre
Ríos y vuelto cada uno a su hogar, se comprobó que faltaba parte de la
población y que los brazos o la mano de obra para los trabajos escaseaban. La
solución pasó por los inmigrantes ─que a principios de 1871 habían comenzado a
llegar a Gualeguaychú─ y con quienes se podía remediar ese faltante que impedía
proyectos progresistas.
Antecedentes
Fue importante el número de
inmigrantes que llegó a nuestro país a través del puerto de Buenos Aires
durante 1870 y 1871. Parte de ellos fueron enviados a las provincias por la
Comisión Central de Inmigraciones, creada por decreto del Presidente de la
República en 1868, que ─facultada para ello─ nombró sucursales en las capitales
provinciales, pero estas no funcionaron.
Los inmigrantes llegados a esta
ciudad que no podían cubrir sus necesidades más primordiales, como vivienda y
alimentos, despertaron la inmediata solidaridad de la comunidad que se preocupó
por ellos a través de la asistencia privada. Pronto tomaron
conciencia de que para cubrir estos requerimientos debían organizarse. Solo así
podrían proporcionarles hospedaje, asilo y alimentos imprescindibles para
quienes llegaban sin tener familiares, ni otros vínculos. Además de facilitarles asistencia, cuidados y la protección
que requirieran hasta conseguirles trabajo y ubicación.
Primera
Comisión de Inmigraciones.
Por el motivo comentado, en los
primeros días de junio de 1872, los
vecinos se autoconvocaron para reunirse con el único objeto de formar una
Comisión Departamental de Inmigrantes.
Momentos después de abierta la
sesión y luego de un cambio de ideas, quedó constituida la comisión y se cubrieron
los cargos que integraron, como presidente, el Dr. Luis Felipe Faldella; vicepresidente,
el Dr. Bernardo Ramón Goyri; tesorero, Miguel
Zamora; secretario, don Narciso Gómez; vocales:
Juan B. Zuburu, Jacobo Spangenberg y Manuel Magnasco. También se hizo un
listado de quienes contribuirían en los gastos.
Se pusieron en contacto con la
Comisión Central de Inmigración con sede en Buenos Aires, a la que se solicitó
información e instrucciones para el mejor cometido de los fines perseguidos:
ayudar y cuidar a los hombres de buena voluntad que llegaran a este
departamento y establecer “una inmigración moral con hombres de trabajo que a
su vez encontraran utilidad en establecerse aquí”.
Desde su fundación, la Comisión
trabajó activamente; y los vecinos que se comprometieron a colaborar con la
entidad, solventaron parte de los gastos. De esta manera empezaron con su
encomiable trabajo.
Posteriormente, alquilaron una
propiedad en la zona del puerto que sirviera de asilo a los inmigrantes, probablemente
en la calle Real del Puerto, ubicada cerca del comercio del señor Ángel Rivas,
lo que no hemos podido corroborar con alguna fuente histórica.
Durante 1873 continuaron
llegando buques con inmigrantes a Buenos Aires, gran ciudad que ofrecía
muchas posibilidades. Pero su número resultaba excesivo, mientras esta
provincia, especialmente Gualeguaychú, sufría la falta de mano de obra.
Gualeguaychú
se concientiza sobre el beneficio de la inmigración
En ese año se modificó la idea que
sobre la inmigración tenía Gualeguaychú, y pasó a considerarse una propuesta progresista
y eficaz para el adelanto de la ciudad y del país todo.
Advirtieron que con los
inmigrantes se podía obtener la mano de obra que escaseaba. Supieron que
cuanto mayor fuera el número de quienes se radicaran más prosperidad y riqueza
se alcanzarían..
De acuerdo con los
intereses de Gualeguaychú, un grupo
de vecinos tomó la iniciativa de formar una sociedad para el logro de estos
objetivos, seguros de que el porvenir de la ciudad estaba en la inmigración
y de que resultaba beneficiosa porque en el anterior año (1872) comenzaron a
edificarse numerosas viviendas. Algunas costosas y modernas.
Hubo conciencia de “los
beneficios de la inmigración y de que el arribo de extranjeros traería la paz y
el conocimiento. Todo esto llevó a estimular y a promover la inmigración.
Reunión
preparatoria para constituir una asociación
Un grupo de hombres de
Gualeguaychú, los señores Leopoldo Espinosa, Miguel V. Zamora, Juan Barañao,
Sixto O. Neyra, Vicente Martínez Fontes tomaron la iniciativa de convocar a la
ciudadanía a una reunión preparatoria, previa a otra de mayor relevancia en los
salones de la Sociedad Recreo Argentino.
Abiertas las puertas de la
entidad, vieron con gran beneplácito que eran secundados por una numerosa
concurrencia que compartía el emprendimiento. En el acto se puso en conocimiento
de los presentes el objeto de la reunión. Seguidamente se confeccionó una lista
de los contribuyentes y del monto mensual que se obligaban a abonar para los
gastos. Asimismo se procedió al nombramiento de una comisión provisoria, a la
que se le encomendó que convocara nuevamente al pueblo a otra reunión –constitutiva–,
que debería celebrarse a los tres días, en el Teatro 1° de Mayo, en la que se
trataría de recolectar más fondos y de nombrar la comisión definitiva de la
asociación.
Constitución
de la Asociación
A las dos de la tarde del 1° de
febrero de 1874, el Teatro estaba ocupado por una numerosa concurrencia.
Momentos después quedaba constituida la sociedad denominada Asociación de Inmigración, cuya comisión directiva se integró de
la forma siguiente: presidente: Dr. Vicente Martínez Fontes (juez de Primera
Instancia del Departamento); secretario: don Sixto O. Neyra; y los señores Juan
Barañao, Leopoldo Espinosa, Miguel Zamora, entre otros. La fecha 1° de febrero
de 1874 se debe tomar como el día de la fundación de la Asociación de Inmigración,
tal como lo manifestaran por escrito su Presidente y el Secretario, quienes
expresaron que “a partir de este momento,
es que data la existencia real de esta asociación que tanto empeño hace por la
prosperidad del pueblo y de la república toda”.
Posteriormente, el Presidente
de la Asociación se refirió a ella de la siguiente manera: “…la sociedad que bajo la denominación de ASOCIACIÓN DE INMIGRACIÓN existe en Gualeguaychú, debe su
existencia a los esfuerzos del pueblo, encarna sus aspiraciones y descubre muy
a las claras las ideas que tiene sobre el adelanto y desenvolvimiento de su
población”. Agregó a continuación: …“así
manifiesto la independencia de esta Asociación”.
Una vez en funciones, la
comisión directiva, con fecha 11 de febrero de 1874, dirigió notas al Gobierno
Nacional y Provincial haciéndoles conocer su fundación y el fin perseguido, que no
era otro que traer inmigrantes al departamento de Gualeguaychú y solicitar sus
valiosas cooperaciones para un mejor logro de lo que la ciudad les había
encomendado. De inmediato recibieron respuesta del Gobierno de la Nación, por
intermedio del ministro del Interior, don Uladislao Frías, en nota fechada el
26 de febrero ─de la que se comentó que era bastante lisonjera─; en ella decía
que el presidente don Domingo Faustino Sarmiento le había pedido transmitirles
que “mira con mucha satisfacción el
establecimiento de tan útil sociedad y que hará cuanto le sea posible para que
se realicen las patrióticas miras que ella se ha propuesto”. Además, aplaudía
la idea, se comprometía y ofrecía su
valiosa cooperación, la que en parte se hizo efectiva al conceder pasajes
gratis a los inmigrantes que se dirigieran a esta parte del rico territorio
entrerriano.
En marzo, la comisión hizo
saber al público en general “que se
reciben los pedidos que se les quieran hacer para traer a los inmigrantes…”.
Se abrió un registro para que quienes quisieran traer inmigrantes
efectuaran sus pedidos, con aclaración de lo que necesitaran; y se indicó que
precisaran si debían ser personas de oficio, pastores o agricultores. Los que
requirieran gente de
clase industrial debían hacerlo inmediatamente y dejarlo anotado en la
Secretaría, porque estaba a punto de mandarse el pedido.
La idea repercutió
favorablemente en Buenos Aires y mereció comentarios del primer magistrado don
Domingo Faustino Sarmiento, quien tomó nota de los deseos de Gualeguaychú,
ciudad que conocía muy bien, por haber vivido en ella. Aquí tenía amigos,
especialmente el banquero don Apolinario Benítez, a quien tres años antes consultó
permanentemente durante la revolución de Ricardo López Jordán, y el que formaba
parte del círculo más cercano del Presidente. No se dudaba del apoyo
presidencial. Se tenía especialmente en cuenta que Sarmiento pudo apreciar muy
de cerca, en Estados Unidos, los rápidos progresos que trajo la inmigración
para este país.
Desde ese momento Gualeguaychú
comenzó a reclamar el envío de más y mejores inmigrantes. Los pedidos se hacían
por la especialidad y por los conocimientos que los calificaban. En cambio, en
otros lugares, la llegada de extranjeros era una molestia que se sentía como
pesada carga; para Gualeguaychú se convirtió en un tema de política
inmigratoria municipal.
Inconvenientes del emprendimiento
Desde el principio la comisión
se encontró con serios inconvenientes que solo pudo vencer luego de
transcurrido un tiempo. Precisamente en los momentos en que Gualeguaychú ponía
en práctica su idea inmigratoria, se suscitaron algunos casos de cólera en
Buenos Aires, y ello provocó alarma ─tal como expresara el encargado de la
Comisión Central don Guillermo Wileken, en nota dirigida el 1° de abril a la
comisión de esta ciudad─ y engendró muchas acusaciones contra los inmigrantes,
a los cuales se pretendía hacer responsables de la epidemia. Gualeguaychú, que
buscaba con ansias asistir y proteger a los inmigrantes como ya lo venía
haciendo, debió aceptar el decreto del gobierno que ordenó la clausura de los
puertos; y la Municipalidad ─por más bien animada que estuviera en favor de la
inmigración─ no podía permitir que se infringiese un decreto que tendía a
preservar la salud en la provincia de Entre Ríos.
En
nota de junio de 1874, dirigida a la Comisión Central, el presidente del Asilo
para Inmigrantes de Gualeguaychú (Dr. Vicente Martínez Fontes) sugería que “inconvenientes de esta clase podían hacerse
desaparecer por medio de una disposición gubernativa que señalase los meses en
que debía recibirse la inmigración en la República Argentina”, y agregaba
que estas enfermedades epidémicas aparecen en los meses cálidos, como
diciembre, enero y febrero, y que el tiempo en que refresca sería el más
conveniente para recibir inmigrantes.
Superada
esta etapa, la comisión despachó varias solicitudes que fueron atendidas por la
Comisión Central con cierta alteración de las categorías requeridas, pues llegaban
muchas personas que no se habían pedido. No obstante ello, estas fueron muy
pronto colocadas, merced a la buena voluntad de la población de Gualeguaychú
hacia los inmigrantes venidos del viejo mundo.
La
Asociación de Inmigración
La
asociación, más conocida como Comisión de Asilo de Inmigrantes, posteriormente dirigió
una nota a la Comisión Central con una observación, pero no una queja, en la
que señalaba “… que la Comisión Central
ha atendido todos nuestros pedidos , es cierto, ha creído satisfacerlos bien,
es cierto, pero han sido engañados”, y por eso solicitaban que “en envíos posteriores de inmigrantes, es
nuestro deseo, que fijen su atención, pues así no se sufrirán tantas
equivocaciones, ni los inmigrantes podrán abusar de la buena fe de las personas
que creen en sus palabras”. El texto proseguía en estos términos: “…mandar lo que realmente se pide es
propender a establecer una corriente de inmigración, buscar colocación a
personas que recién llegan y que no pueden comprender es trabajo ímprobo, que
además de demandar mucho tiempo, ocasiona un entorpecimiento en la marcha de
cualquier comisión, mayormente en poblaciones pequeñas como la de
Gualeguaychú”.
La
comisión observó, también, que no mandaban familias ─como las habían solicitado
más de una vez─; y esto lo atribuían a que no las había o a que no querían
venir, porque las provincias eran muy poco conocidas en el exterior. Al
respecto, agregaron que el estímulo de la familia, la ayuda prestada a su jefe
y la asistencia que “ella brinda al hogar
son todos alicientes para el hombre, porque
la gente suelta no sirve para nada”. Creían que si los inmigrantes aquí
llegados hubiesen tenido familia, su número hubiera aumentado
considerablemente, porque aquí se quería gente que, por amor a los hijos,
tuviera necesidad de buscarse un porvenir.
Es de señalar que entre los
inmigrantes enviados, alrededor de trescientos, solo llegaron siete
matrimonios; sin embargo, muy al principio, se pidieron diez familias, las
cuales recibirían leche semillas, bueyes, caballos, tierra y manutención. Si
ellas hubieran venido a Gualeguaychú, hubieran adquirido capital y hubieran
tenido hijos argentinos.
Asilo para los inmigrantes
Gualeguaychú quería apoyar y
contribuir al fin que se había propuesto el Gobierno Nacional y lo hizo en la
esfera de sus posibilidades, que no eran muchas. Por eso, a fines de 1874,
manifestaron a las autoridades “que han
de seguir en este mismo camino hasta que tengan fondos como atender a las
erogaciones que demanda el alquiler de
la casa que sirve de asilo a los inmigrantes, a la manutención de los
mismos y varios otros gastos que los encontrará especificados en la planilla
número tres, el gobierno puede considerar en él un nuevo apóstol de su
propaganda, y un asociado que como él quiere que los gérmenes de la anarquía
sean ahogados con la sola idea de la población”.
Tiempo después trasladan el
asilo a la calle 25 de mayo N° 96.
Los
emigrados entrerrianos
La Comisión de Inmigración
expuso al Gobierno Nacional la conveniencia de invertir fondos para trasladar a
esta provincia a entrerrianos emigrados que estaban asilados en la República
Oriental, los que se encontraban en la indigencia e imposibilitados de regresar.
Aclaramos que desde mucho
tiempo atrás el Gobierno de la Provincia de Entre Ríos proveía asistencia a
esas familias por intermedio de los agentes consulares, especialmente del
Vicecónsul de Paysandú.
Que los emigrados políticos
entrerrianos no pudieran pagar los pasajes no era el único obstáculo a vencer,
además existía temor por los seguidores de López Jordán, quienes todavía lo
adulaban, andaban errantes en el Uruguay y sostenían que regresaría a la
provincia con algún mando como jefe militar. Divulgaban que el ex jefe,
nuevamente en suelo entrerriano, pasaría por las armas a los que estuvieran en
sus moradas. Los deseos de los entrerrianos y los propósitos de los gobiernos tropezaban
con los obstáculos que les presentaban algunos escritores y algunos caudillos
ultrajordanitas residentes en la vecina orilla ─cuyos crímenes les
imposibilitaban retornar─, que aconsejaban o amenazaban a todos aquellos que
querían reintegrarse al pago.
La ley de amnistía general
─inspirada en un sentimiento de patriotismo─ favorecía y amparaba a todos los
emigrados que voluntariamente deseaban retornar a su vida anterior.
Nos consta que muchos pasajes
destinados a los emigrados entrerrianos y una buena cantidad de cientos de
pesos fueron invertidos por el Vicecónsul argentino de Paysandú para cubrir las necesidades
indispensables de quienes manifestaban su voluntad de volver a Entre Ríos.
La Comisión de Inmigración
denunciaba los abusos que cometían los mismos infames que los empujaron a la
expatriación, abusos a los que no
eran extrañas las autoridades de algunas poblaciones orientales, como la de
Paysandú, que estaba complotada
con los
asesinos y usurpadores. Explotaban la ignorancia de los emigrados y de sus
familias que los siguieron en las dos rebeliones haciendo correr el rumor, como
noticias, en las que anunciaban que el caudillo regresaría a la provincia. Esa
fue la única causa que demoró el regreso de los emigrados entrerrianos que
habían sido amnistiados y por los que luchara la Comisión de Inmigración hasta
lograr que regresaran, política que fue congruente con los fines que fijara el
Gobierno Nacional.
Presidencia
de Avellaneda
El 12 de octubre de 1874 asume
la presidencia de la Nación el Dr. Nicolás Avellaneda, que fue ministro del
presidente Sarmiento; ambos compartieron la idea del politólogo Juan Bautista
Alberdi de que en América gobernar es poblar.
Este ideario prendió muy fuerte en Avellaneda, quien desde mucho tiempo atrás se
dedicaba a estudiar el tema, lo que motivó que en 1865 publicara un ensayo
titulado Estudio sobre las leyes de
tierras públicas.
En la presidencia se dedicó a
sistematizar una Ley de Inmigración y Colonización y lo hizo sobre la base de
una ley anterior de la Provincia de Entre Ríos. Con estos antecedentes, la
Comisión de Inmigración supo que iba a recibir ayuda y apoyo del Presidente y,
decididamente, sostuvieron su política inmigratoria.
El
año 1875 y la visita del presidente Avellaneda
La presidencia del Dr.
Avellaneda trajo renovadas fuerzas a la Comisión de Inmigrantes, las que se
acrecentaron con el anuncio de su vista a Gualeguaychú y la oportunidad que el
diálogo les brindaría (ver Daroca, Hugo. “Presidente Nicolás Avellaneda – Su visita
a Gualeguaychú”, diario El Argentino, 6 de abril de 2014).
Arribó a esta ciudad apenas
seis meses después de asumir la presidencia, sin que conozcamos los motivos de
su visita de tan solo cuatro horas, lo que nos permite pensar que le interesaba
conocer la experiencia de la única asociación que nació de la iniciativa
privada. Nuevamente podemos decir que Gualeguaychú es madre de sus propias
obras.
La entrevista tuvo lugar el 23
de abril de 1875, oportunidad en la que el primer magistrado escuchó las
experiencias de este emprendimiento comunitario y supo de los logros alcanzados
por la asociación, del funcionamiento del Asilo de Inmigrantes y de la
conveniencia de calificar previamente a quienes arribaban a estas tierras. Todo
le resultó muy valioso, especialmente porque se encontraba sistematizando un
proyecto de ley de inmigraciones y colonización, que redactaba sobre una vieja
ley de la provincia de la época de Urquiza.
Por otra parte, comunicó que
nombraría tres miembros para integrar la comisión en funciones, lo que efectuó
pocos días después mediante el decreto del 4 de mayo; por el mismo designó a
los señores Miguel V. Zamora, Pedro J. Martínez y Jacobo Spangenberg. Prometió
una ayuda mensual de cincuenta pesos fuertes resuelto en el citado decreto. Se
comentó que la ayuda no fue importante y que favoreció las obras del templo con
un subsidio de cuarenta mil pesos ($ 40.000), seguramente por el conocido
catolicismo del Presidente que le había suscitado serios enfrentamientos con
turbas anticlericales.
En el mensaje de apertura de
las sesiones ordinarias del 1° de mayo de 1876, Avellaneda señala la necesidad
imperiosa de atraer a la inmigración. En octubre se sanciona y promulga la ley
817, llamada “ley Avellaneda” de inmigración y colonización, que tanto progreso
trajo para el país.
La Comisión de Inmigración
funcionó hasta fines del siglo y es muy factible que la “Colonizadora Entre-Riana”,
fundada a mediados de 1887, haya sido inspirada por los mismos integrantes de
esta comisión, lo que dejamos para una próxima nota.
CRONOLOGÍA
DE LOS HECHOS
05/1872
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Se crea la
Comisión Departamental de Inmigrantes
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1°/02/1874
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Se funda la
Asociación de Inmigración
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1°/05/1875
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Avellaneda
abre el período de sesiones ordinarias en el Congreso y se refiere a la Ley
de Inmigraciones y Colonización
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23/04/1875
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El presidente
Avellaneda visita Gualeguaychú
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29/04/1875
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Dicta un
decreto por el que ordena la organización de las comisiones de inmigración
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4/05/1875
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Se dicta un
decreto que establece (M.I.) que, mientras el Congreso no provea los fondos
necesarios, se asigna la cantidad de cincuenta pesos fuertes a cada una de
las tres comisiones nombradas, entre ellas, la de Gualeguaychú. Se designa
para integrar la Comisión de Inmigración de Gualeguaychú a los señores Miguel
V. Zamora, Pedro J. Martínez y Jacobo Spangenberg
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1°/05/1876
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En el
mensaje de apertura, Avellaneda anuncia su ambicioso proyecto de inmigración
y colonización
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