BANCO TERRITORIAL GUALEGUAYCHÚ
Por Hugo Daroca
Publicado en El Argentino, 3 y 10 de diciembre de 2017
Antecedentes
Los últimos años de la década de
1870 fueron difíciles para el país y para nuestra ciudad. La crisis dejó sus
efectos (1) y esto se agravó con la Ley de Bancos dictada por Juárez Celman. (2)
Gualeguaychú había perdido el
espíritu de iniciativa y de asociación que la caracterizaban. Carecía de fuerza
para luchar o para paliar la caída de las actividades económicas. El puerto
estaba sin movimiento; la edificación, paralizada. Era
urgente enfrentar la situación económico-social y nada mejor para ello que
contar con la ayuda financiera que podía prestar un banco.
La ciudad tenía un hombre que desde mucho tiempo atrás
soñaba con la ardua tarea de crear una institución bancaria, era don Antonio Daneri, y de su esfuerzo
surgiría el Banco Territorial Gualeguaychú. Este fue el momento propicio para crearlo; de inmediato, la
institución promovió el comercio y las industrias agrícola-ganaderas mediante
la concesión de créditos, descuentos de cartas de crédito y otros títulos
valores.
Así el Banco Territorial inicia un camino progresista
y ascendente con bases sólidas. Fundado
al estilo inglés, las acciones se pusieron al alcance de todos, ricos y gente
humilde y supo enfrentar las dificultades que provocaban la crisis y la falta
de intermediación en el sector financiero, en circunstancias en que los bancos
estatales suprimían los créditos. Sus
directivos eran hombres de bien, honestos, creativos y contaban con un gerente como
don Antonio Daneri, quien se desempeñó con admirable
eficiencia bienhechora.
Hubo épocas en que Gualeguaychú tuvo uno o dos bancos
que hubieran transformado la ciudad si no lo hubiese impedido la errónea
legislación bancaria sancionada por la Provincia. Llamada la “cuna de los
bancos y de atrevidas empresas” y conocida como
ciudad de los bancos,k quería recuperar ese prestigio.
Oposición
Mientras los fundadores realizaban los actos
preparatorios para establecer esta institución bancaria, fueron combatidos
duramente por vecinos incapaces de sumar esfuerzos. Surgieron voces que
intentaron desvanecer la iniciativa creando un clima de desconfianza con
insinuaciones pérfidas contra la idea y sus iniciadores. Argumentaban falta de
idoneidad en quienes iban a integrar el directorio y la gerencia. La prensa los
calificó de personas que “se complacen en criticar o demoler por espíritu de
egoísmo, de mala fe o de envidia”. (3)
La oposición era tan acérrima que intentó fundar otra
entidad bancaria denominada inicialmente Banco de Comercio (4) y más tarde, Banco Comercial Gualeguaychú. Solo lograron debilitar momentáneamente
el apoyo de algunas personas que se habían incorporado desde sus orígenes a tan
notable emprendimiento. Una profusa propaganda acompañó este proyecto, y
llegaron a redactar el estatuto y a ponerlo a disposición en lugares en los que
se suscribían acciones, como las oficinas de los señores José Luis Aranda y
Cía., Luis Clavarino, Juan Spangenberg, Juan Nágera, Bartolomé Chichizola, Juan
Bagalciaga, Eusebio Vega y Cía y el señor Buade. (5)
Pronto la entidad que soñó Antonio Daneri abrió sus
puertas, y lo hizo en plena crisis bancaria y financiera, durante la cual
numerosos bancos oficiales suspendieron los descuentos y hasta los pagos, lo
que provocó el cierre de numerosas
sociedades que operaban con el formato jurídico de sociedades anónimas.
Fundación
El Banco se funda en junio de 1889 con capital aportado por comerciantes
que supieron que una sociedad era el medio más eficaz de superar dificultades,
y con la potencia que puede adquirir una institución cuando se suma el esfuerzo
de muchos, aunque estos sean débiles y prescindan del apoyo oficial. Su
apertura facilitó el rápido manejo de los fondos y la atención de necesidades
de los habitantes, a quienes les fue mucho más fácil descontar sus letras y
solicitar créditos. Su intervención en el mercado inmobiliario trajo aparejada
la valorización de los bienes raíces
Desde el principio fue gestionado por dos personas
expertas: su presidente, el Dr. Víctor
Vilar, y el gerente don Antonio
Daneri. Figuras respetables y muy
apreciadas, quienes supieron granjearse la confianza hasta de los más acérrimos
opositores que pronto pasaron a sumarse a la clientala del Banco.
Gualeguaychú le debe muchas de sus conquistas. Basta citar el alumbrado de
gas, la usina y el tranway, signos del progreso ciudadano. (6)
Asamblea constitutiva
Se lleva a cabo en los primeros días de junio
de 1889 y en ella se aprueba el
estatuto de la sociedad anónima y se designa el primer directorio que queda
integrado de la siguiente manera: Dr. D.
Víctor Vilar, presidente; D. Ángel
Fontana, vicepresidente; Esteban
Garbino, tesorero; Antonio Font,
secretario; Salvador Rossi, Eusebio
Goldaracena y Juan C. Etchebarne,
vocales; Asisclo Méndez, Agustín G.
Piaggio, Ignacio Olaechea, Ángel F. Ríos, suplentes.
Se nombra gerente al señor Antonio Daneri.
El Estatuto
El estatuto de la sociedad fue aprobado por el
Superior Gobierno de la Provincia mediante decreto del 22 de junio de 1889.
Consta de 58 artículos Desde su inicio el Banco Territorial toma participación
activa y directa en el progreso del
departamento de Gualeguaychú.
Destacamos el art. 31 del
Estatuto: establecía que para contar con derecho de asistencia y voto en las
asambleas, el accionista debía poseer por lo menos diez acciones, que
representaban un voto; pero ningún accionista podía tener más de seis votos,
con lo que se democratizaban las decisiones.
Como dato curioso cabe destacar
que el título octavo, denominado “De las Utilidades y Fondo de Reserva”, art.
51, establecía que las utilidades líquidas que resultaran de las operaciones
del Banco serían distribuidas de la forma siguiente: 3%, al Gerente y 1%, al Secretario y al Presidente. El 5 % se distribuiría entre los miembros del
directorio en proporción a la asistencia de cada uno de ellos a las
reuniones.
Clara valoración del Banco que daba
preeminencia al gerente como empleado de la institución y no por su calidad de
capitalista. Otro aspecto destacable
que ponía el acento en la responsabilidad de la gestión bancaria, determinaba
que los dividendos a distribuirse ente los directores se establecería de
acuerdo con la concurrencia a las reuniones de directorio.
La sociedad sería administrada
por un directorio compuesto por once accionistas elegidos en asamblea: siete
titulares y cuatro suplentes ─que solo ejercerían la función de titulares
cuando fueran llamados para formar quórum en caso de que aquellos estuviesen en
minoría─. Para ser director se requería poseer por lo menos 250 acciones de la
sociedad. El directorio duraría dos años en sus funciones; en caso de
renovación, en el primer ejercicio se sortearían los cinco primeros miembros y
en el segundo, los seis restantes, y así sucesivamente (art. 37).
El gerente no podía ser removido
sino por el acuerdo de las dos terceras partes de los miembros que componían el
directorio (art.52).
El capital social
Abierta la institución, de
inmediato se ofreció al público la primera serie de acciones, con un valor de
diez pesos, que podían adquirirse en varios domicilios de los fundadores don
Víctor Vilar (Méjico 33); Ángel Fontana (25 de Mayo 199); Eusebio Goldaracena
(Bolívar y Centro América); (Juan C. Etchebarne (25 de Mayo y Suipacha); Salvador
Rossi (Federación y Méjico); Antonio Font (Urquiza 116); Esteban Garbino
(Saladero Amistad); Antonio Daneri (25 de Mayo y Solís). (7)
La confianza que inspiraban el
directorio y la gerencia despertaron interés por adquirir acciones en
capitalistas de otras ciudades. La primera serie se agotó rápidamente y de la
segunda se adquirió un buen número. (8) Un sindicato de inversores de la Capital Federal propuso la adquisición de todo
el capital y, ante una negativa, ofreció sumar un millón al fondo de cuatro millones
que poseía Banco, oferta que también fue rechazada.
Los principales capitalistas del Banco Territorial
Nos referimos a los señores
Eusebio Goldaracena, Esteban Garbino, Salvador Rossi, Ignacio Olaechea, Juan
Carlos EtcheBarne y Nicolás Mendaro. (9)
La institución se fundó con
dinero del comercio local y llenó una sentida necesidad. Desde sus primeros
días se manejó con mucha habilidad, especialmente en los préstamos de dinero.
Así lo refleja un comentario periodístico que sostiene: “Ha sabido salvar
situaciones difíciles en la seguridad de que su dinero se entregaba a personas
que ─es cierto─ lo necesitaban pero tenían cómo responder cien veces más por la
cantidad que les concedía el directorio”. (10)
Domicilio, apertura y horario
El Banco abrió sus puertas el
lunes 23 de septiembre de 1889 en calle 25 de Mayo, esquina Chacabuco (ángulo
sudeste), al lado de la ferretería de Luis Clavarino y haciendo cruz con la
tienda “El Turco”, de Ángel F. Ríos, que era la más surtida en esos años. El
horario de atención era de lunes a viernes, de 10.30 a 15; los sábados y los
fines de mes se extendía hasta las 16 y
en los feriados abría de 9 a 11
para que pudiese operar la Caja de Ahorros.
Además de las actividades propias
de toda institución bancaria, desarrollaba otras anunciadas de la siguiente
manera: “Compra, vende, edifica y
alquila propiedades”. Era lo que precisaba Gualeguaychú, y por eso estaba
llamado a participar activamente en el progreso de la ciudad. Corrían épocas en
que la prestación bancaria constituía una palanca de desarrollo, porque
facilitaba capitales al comercio y a otras actividades que estimulaban la
economía. Lo cierto es que el dinero comenzó a circular por diferentes manos,
pues el Banco Territorial aumentó la velocidad de esta circulación.
Era sabido que al frente de la
institución había directivos honestos y competentes, por lo que se esperaba una
gestión favorable con resultados satisfactorios. En septiembre de ese mismo año
publicita la tasa de los intereses que cobra y abona por depósitos en caja de
ahorros, tomando desde un peso hasta mil y por adelantos en cuenta corriente. A
pocos meses de su apertura, la entidad operaba en todas las áreas y extendía giros sobre cualquier punto de Italia.
La primera Asamblea General Ordinaria
El primer ejercicio cerró el 31
de diciembre de 1890; la asamblea fue citada para el 18 de enero de 1891, en
las oficinas de la Colonizadora Entre-Riana, sita en Urquiza 199, para considerar la memoria y el
balance ─desde la fundación hasta el cierre del citado ejercicio─ y la propuesta de distribuir dividendos del
diez por ciento en efectivo. Ambos asuntos se aprobaron por unanimidad. Estos
resultados demuestran la excelente gestión del Banco y la importancia de las
operaciones realizadas en muy poco tiempo. Quienes le habían confiado sus intereses quedaron muy
satisfechos con las utilidades percibidas.
El estado contable fue suscripto
por el gerente don Antonio Daneri, el presidente Víctor Vilar y el secretario
don Antonio Font. Certificó el balance el contador Pablo Daneri y prestó su
conformidad y aconsejó su aprobación el síndico don Alfredo Elías.
Actividad en 1891
Luego de la asamblea, la
institución siguió funcionando a pleno y desarrolló una beneficioso plan
financiero para el crecimiento de la ciudad, a través del aumento de la
clientela y de la incorporación de
nuevos servicios.
El 3 de abril de 1891 suprimió la
atención al público los feriados y domingos, y modificó las tasas de intereses
activos y pasivos. Durante este período se intensificaron las operaciones
inmobiliarias y las correspondientes a la construcción y se realizaron
inversiones destinadas al bien común, como es el caso del “tranway” y del alumbrado público de gas en la
ciudad. Desde luego, esto no impidió que
prestara un importante servicio financiero a todos sus clientes y que actuara
como intermediario en la colocación de los capitales confiados a su manejo,
destinados primordialmente a financiar el crecimiento económico que tanto se
necesitaba.
Nuevos embates contra el Banco
En 1890, el clima político se
enrareció con motivo de las elecciones municipales, a realizarse el primer
domingo de diciembre para suceder al intendente don Máximo Chichizola, cuya
reelección se pretendía después de un excelente mandato. Así surgieron fuertes
divergencias que pronto derivaron en agresiones políticas ─al principio a
través de la prensa─; y luego, en conflictos sociales hasta desembocar en
enfrentamientos en los atrios donde hubo gente armada. (11)
Ese año se publicaban en
Gualeguaychú seis periódicos con fuertes posiciones partidarias; (12) dos de ellos ─que aumentaron las disputas─ injuriaban al Banco Territorial y a
sus funcionarios y directores, especialmente a don Antonio Daneri, que
gestionaba entonces el “tranway”, y también
a funcionarios municipales, a quienes acusaban de que la concesión del
alumbrado se había efectuado cuando se encontraban al frente de la
Municipalidad.
La verdad era otra: el 26 de
octubre de 1887, la Municipalidad contrató el servicio de alumbrado de gas con
el Sr. Benito Pellerano a quien le otorgó la concesión; esta fue vendida al Sr.
Jaime Vieyra, que posteriormente la vendió al Banco Territorial Gualeguaychú,
pero el contrato fue celebrado cuando aún no se había formado la sociedad que
creó el Banco. (13) El enredo se produjo a raíz de que la institución bancaria había pedido al
Municipio una prórroga para el funcionamiento del gas domiciliario porque no
había finalizado la obra; la solicitud fue acordada.
La segunda Asamblea General
Se realizó el domingo 14 de
febrero, en el local de la Colonizadora Entre – Riana, para considerar la
memoria y el balance cerrados el 31 de diciembre de 1891, y la distribución de
los dividendos en efectivo “para repartirse entre los accionistas”. Pero ellos
no fueron los únicos beneficiarios: la usina de gas estaba en marcha para el
bienestar de la población y se estableció el tranway, cuya administración quedó a cargo de Antonio Daneri. (14) Además, los pequeños agricultores pudieron adquirir una modesta y confortable
casa habitación, construida por el Banco Territorial a muy bajo precio y con
reducida amortización y bajo interés.
La memoria y el balance,
aprobados por unanimidad,
llamaron la atención de un cronista que comenta “el poder del crédito cuando es manejado por manos hábiles y honradas,
cuando su distribución equitativa responde a fines nobles y elevados y el
resultado de sus operaciones solo tiene por norma el bien que a su derredor
desparrama”. (15)
Según la memoria, el año anterior
(1891), se habían vendido cuatro propiedades con las cuales el Banco a más de
sacar el capital, los intereses y gastos, había recibido “todavía una pequeña
utilidad que en plena crisis es un hecho fenomenal”. Asimismo destaca que el
movimiento de caja de ese año casi ha superado al anterior (1890).
Un hecho auspicioso y de madurez
empresaria mostró que de la suma destinada a dividendos en efectivo, la
asamblea había resuelto capitalizar el 80% ─que correspondería a un dividendo
en efectivo del 8% sobre el capital accionario─ y solo entregar a los
accionistas el 20 % restante y la buena concesión de los créditos que no
señalase la existencia de incobrables.
Influencia de la política Municipal
El 31 de diciembre de 1890 venció
el mandato del intendente Máximo Chichizola sin que se hubieran podido realizar
elecciones para elegir su reemplazante. Eso motivó que el poder ejecutivo
provincial, el 30 de diciembre dictara un decreto nombrando una Comisión
Municipal Provisoria para que se hiciera cargo de la municipalidad de
Gualeguaychú hasta tanto el pueblo convocar a nuevos comicios. Son designados
los señores: Sixto D. Neyra, Alfredo Elías, Pastor Britos, Juan Etchebarne, y
Ramón Goyri. Los dos últimos no
aceptaronpor las circunstancias que se vivían en la ciudad El vecindario que
tan alarmado se encontraba con los rumores que se esparcían y que hacían
presentir escenas dolorosas recibió la noticia con gran satisfacción. “la única
también que desarma el brazo de los que estaban prontos a recurrir a las vías
de hecho, en la creencia que de entre los charcos de sangre, se levantaría la
responsabilidad de los que debían ocupar los principales puestos del gobierno
comunal”. (16) El peligro desapareció por completo y el pueblo puedo libremente entregarse a
sus expansiones sin temor de ser molestado.
El 1 de enero de 1891 se hizo
cargo de la municipalidad la Comisión Municipal provisoria, con las mismas
facultades que un intendentes y Concejo Deliberante integrada por los ya
nombrados: señores Pastor Britos, Alfredo Elías y Sixto Neyra. Hubo en ese
entonces una clara división y enfrentamiento entre Clavarinistas y masonistas.
Los primeros, llenos de pasiones y envidia con la intención de dejar sin efecto
todo lo realizado en las anteriores gestiones municipales., principalmente las
resoluciones tomadas respecto del contrato de suministro con el Banco
Territorial. Como no podían disimular su ofuscación querían revocarlas.
Las elecciones de 1891
Ejecutando su plan cedieron al
Dr. Enrique Masón la intendencia para quedarse con las concejalías, con una
amplia mayoría que les permitiría dominar las decisiones políticas municipales.
Estaban seguros que les iba a resultar muy fácil desprenderse del doctor
Enrique Mason y ocupar su cargo.
Entre los miembros de la corporación municipal
existía una profunda división. No fue necesario esperar, muy pronto y tal como
lo vaticinara “los Principios” se oyeron conceptos muy desfavorables hacia el
Dr. Masón como presidente de la municipalidad proferidas por uno de sus más
fervientes admiradores y decidido partidario en los comicios de diciembre,
miembro del Concejo Deliberante y director del periódico “El Noticiero” nos
referimos al Sr. Inocencio Furques. (17)
Destacaba que el presidente nada
había hecho, de lo cual surgía que tampoco los concejales
Muchos de los que lo habían
votado se arrepintieron y hubo indignación pública que se hizo sentir.
Los “clavarinistas” tenían la
mayoría y asumieron sus cargos decididos a seguir su estrategia y dejar sin
efecto todo lo que habían hecho las anteriores administraciones y pronto
sacarse de encima al intendente. Las razones de nada sirvieron porque eran
contrarias a la consignas que se habían fijado. (18)
Ataque al Banco Territorial Gualeguaychú
Un insólito atentado comete la
municipalidad contra el Banco Territorial y la empresa de gas por la ofuscación
de los seis miembros del Concejo Deliberante, víctimas de sus bajas pasiones al
revisar la prórroga concedida el año anterior. Un suelto periodístico así lo
afirma al decir. “El inaudito atentado de
la municipalidad contra la empresa de gas que representa los intereses del
pueblo se ha consumado al fin” (19) No han querido considerar que esa empresa
formada con capitales de la localidad de donde son casi la totalidad de los
accionistas con cuyo comercio tiene amplias vinculaciones por su negocio de
banco debía merecerles la concesión de la prórroga solicitada teniendo en
cuenta la mala situación financiera del país”. (20)
En otro comentario titulado “Nihilistas locales” se expresaba así: “Así podemos llamar a los concejales que
torciendo el orden de los procedimientos, llevados de su mal instinto y guiados
por mezquinos intereses y sin discutir las atribuciones de la comisión que
funcionó en los siete primeros meses del año ppdo., pretenden de derogar o sea
desconocer el derecho que esta acordó al Banco Territorial la prórroga que
solicitó para dar terminada la instalación de la usina del Gas”. (21)
El banco Territorial no había
solicitado una nueva prórroga. Se refieren a la que el año anterior fuera
concedida por la Comisión Municipal, que querían revocarla para aplicar una
multa de 500 pesos mensuales, desde la fecha en que debía entregarse la obra, y
además sostenían que el precio a cobrar por el servicio de Gas era “alto
impuesto” que el pueblo no podría soportar.
Mientras tanto el Banco
Territorial seguía su actividad bienhechora, principalmente colaborando con la
realización de obras públicas. Especialmente nos queda grabado la empresa de
tranway que, como veremos próximamente favoreció la recreación de los vecinos y
por supuesto mejoró el transporte urbano.
En un debate que se suscitó al
poco tiempo de asumir los cargos, “se
revelaron las pasiones por tanto tiempo estaban comprimidas, en que se han hecho
cargos a las administraciones anteriores de las cuales formaron parte varios de
los que hoy actúan como concejales”. (22) En ese debate no hubo calma, ni la razón fría y desapasionada que hubieran
suprimido rencor y enemistades que existían y que renacieron.
Pronto se hicieron conocer dos
resoluciones dictadas con ligereza por el Concejo Deliberante municipal que
puso de manifiesto el acuerdo de camarilla que tenían para resolver ciertas
cuestiones.
En esas resoluciones que
derogaban la de anteriores administraciones habían participado alguno de ellos.
Al momento de resolver imperaba el animadversión y el resentimiento, la razón
estaba ausente.
El asunto del Gas
En el asunto del gas se produjo
una profunda escisión entre los que habían llegado juntos a la cumbre del poder
local. Nada podía cambiar las consignas que se habían fijado los partidarios de
Clavarino. Ellos lo tenían
definitivamente resuelto antes de su tratamiento y se votó por la aprobación
del dictamen de la Comisión de hacienda con mucha precipitación, para que no se
la analizara, sin esperar que regresara el doctor Mason que estaba enfermo.
Los que votaron por la aprobación
del dictamen sobre el asunto del gas son los mismos que tratan de hostilizar al
Banco Territorial Gualeguaychú señores: Gustavo
De Deken, Luis Clavarino, Inocencio. Furques, Máximo Nuñez, Martinez e Hipólito
Labarthe.
De este grupo los que llevan la
batuta y dirigen el tema son los tres
primeros, empecinados en presentar el contrato como ruinoso para la
población. Los demás se quejan de esa trinidad no hacen ni inician nada bueno.
Se los creía personas inteligentes y de quienes se podía esperar mucho y bueno.
Es razón llevó al periodista a afirmar que era bueno que dieran sus nombres
para que la población y los accionistas del banco conocieran, como votaban y
quienes eran. (23)
Convenio con la Municipalidad
El banco territorial agotó a
todas las instancias legales para mantener la vigencia de la resolución que le
concedió la prórroga para la terminación de la obra para el suministro del gas.
La cuestión pendiente entre la
empresa y la municipalidad eran la multa que se le impuso a aquella por demoras
en el cumplimiento del contrato, puede considerarse satisfactoriamente
solucionada, faltando solo que el Concejo Deliberante apruebe el convenio. En
virtud del arreglo alcanzado la tarifa de la empresa sufre una importante
rebaja hasta tal punto que el alumbrado a gas vendría a costar muy poco más que
la defectuosa a kerosene. Sólo basta que
sea aprobado por el Concejo deliberante. (24)
El convenio aprobado, con algunas
modificaciones que le introdujo el C.D., fue llevado a escritura pública. (25)
El comienzo del alumbrado a gas
en Gualeguaychú se produjo el 24 de enero de 1894, durante la intendencia de
don Francisco Campi.
La empresa de gas fue un honor
para Gualeguaychú, no sólo por representar un progreso de gran importancia,
sino porque se hizo con capitales locales que prueba que hay hombres
emprendedores que tienen fe en el porvenir de esta ciudad y que no vacilan en
emplear su dinero en obras para el progreso.
Liquidación
Finiquitadas dos obras
importantes como lo fueron el tranway las construcción de la usina de gas para
el alumbrado público el Banco Territorial decide su liquidación en el año 1896
el directorio es nombrado en comisión liquidadora. En las convocatorias a
asamblea general ordinaria durante los años 1897 y 1898 se somete a
consideración la memoria y el estado de la liquidación. (26)
NOTAS
(1) La caída del precio de
los productos que se exportaban, el endeudamiento externo, las emisiones
continuas del papel moneda y la pérdida de valor del signo monetario provocaron
inflación. Se vendía barato y se compraba caro.
(2) El 3 de noviembre de 1887, el Gobierno sancionó la Ley de Bancos Nacionales
Garantidos que autorizaba a entidades a emitir billetes a cambio de realizar un
depósito en oro en el Tesoro Nacional; por el que se entregaban títulos
públicos contra los que la entidad bancaria emitía moneda. La irresponsabilidad
fiscal y la desmesurada emisión dispararon inflación. Este festival de
emisiones provinciales y privadas se detuvo recién en 1890, cuando Carlos
Pellegrini estableció una Caja de Conversión.
(3) La Sentinella, Año II, N° 109, Gualeguaychú, 8 de Julio de 1889, p. 1, cols. 1y 2.
(4) Conf. La Sentinella, Año II, Nº 121,
Gualeguaychú, 19 de agosto de 1889, p. 2, col. 2.
(5) La Sentinella, Año II, N° 129, Gualeguaychú, 22 de agosto de
1889, p. 2, col. 2.
(6) PIAGGIO, Enrique Ángel, Evocaciones del Ayer, Gualeguaychú,
Talleres Gráficos Rojas & Bogliacibo, 1996. p. 27.
(7) La Sentinella, Año II, N° 112,
Gualeguaychú, 18 de julio de 1889, p. 2,
col. 4.
(8) Ídem, N° 118,
Gualeguaychú , 8 agosto de 1890.
(9) Piaggio, Enrique Ángel, Evocaciones del ayer, Gualeguaychú,
Talleres Gráficos Rojas & Bogliacino, 1996,
pp. 5 y 6.
(10) La Sentinella, N° 269, Gualeguaychú, 12 de febrero de 1890.
(11) Nota: Por la importancia
que asignamos a esas elecciones y por su vinculación con la política provincial y nacional, en una de
nuestras próximas entregas nos referiremos especialmente a ellas.
(12) Se publicaban El Noticiero, La Sentinella, Los Principios, El Municipal, La
Idea y La Reforma.
(13) Los Principios, N° 508,
Gualeguaychú, 26 de enero de 1892, p. 1. col. 2.
(14) Nota: La historia del tranway, como la de la usina de gas y
los problemas políticos electorales ya mencionados serán tratados –por separado– en entregas posteriores.
(15) Los Principios, N° 520, Gualeguaychú, 15 de marzo de 1892.
(16) La Sentinella -
Año III - Nº 269 - Jueves 12 de Febrero de 1891 (Pág. 1 / Col 1, 2 y 3 ) y Nº 258 - 1º de Enero de
1891, Págs. 1 / Col. 2 y Pág. 2/ Col. 1.
(17) Los Principios. N° 532; Abril 29 de 1892, Pág. 1/ Col.1.
(18) N° 511 Febrero 9i de 1892.
(19) Los Principios – N° 512 , febrero 12 de 1892 (Pág. 1/ Col 2 y 3).
(20) Ídem.
(21) Ídem N° 513 Febrero 16
de 1892, (Pág. 1/ Col. 2).
(22) Los Principios. N° 511
– Febrero 9 de 1892.
(23) Ídem. N° 512, febrero 12
de 1892. (Pág. 1/ Col. 4).
(24) La Sentinella. N° 558 ,
Lunes 8 de enero de 1894, (Pág. 1/ Col. 1).
(25) Ídem. N° 581 Lunes 2 de
Abril de 1895.
(26) Los Principios. N° 1051 Julio 17 de 1897 y N° 1094 del 5 de julio de
1898 (Pág. 3/ Col 1).
Para citar este artículo: Daroca, H. (2017). "Banco Territorial Gualeguaychú" en El Argentino, 3 y 10 de diciembre. Disponible en línea: https://hugodaroca.blogspot.com/2015/12/banco-territorial-gualeguaychu.html