EL BANCO "JOSÉ BENÍTEZ E HIJO"
Publicado en Centro de Genealogía de Entre Ríos, nro. XVIII, 2015
Fundación
El tercer banco que funcionara en Gualeguaychú
fue el de “José Benítez e Hijo”. Fundado por Apolinario José Benítez, (1) comerciante,
propietario de un saladero, industrial y financista, quien realizó los trámites
para obtener la autorización. La razón social que propone es “JOSÉ BENÍTEZ E
HIJO” en homenaje a su padre, fallecido años antes, y que fuera conocido
como “el portugués”, nacido en Lisboa,
Portugal, quien se estableció en la provincia de Entre Ríos hacia 1830.
José Benítez fue un
importante comerciante y hacendado. Había contraído matrimonio con doña Rosario
Echazarreta, y falleció
en Gualeguaychú el 28 de junio de 1862, con los
auxilios espirituales del párroco don Vicente Martínez. (2) El fundador del banco D. Apolinario Benítez había nacido en Gualeguaychú en julio de
1835. (3) Falleció en Buenos Aires el 3 de noviembre de 1884
a la edad de 49 años.
La historiadora
María Amalia Duarte, (4) miembro de la Academia Nacional de la Historia
dijo:
El 17 de abril de 1870 el presidente Sarmiento convocó a una reunión a los principales político del país en esos momentos y a los opositores. Concurrieron Mitre, Alsina, Quintana, Mármol, Carlos Tejedor y Rawson, Apolinario Benítez y otros más. (5)
“Apolinario
Benítez era un entrerriano “semi porteño”, elegante, sociable, financista
político, actuaba en las altas esferas de Buenos Aires”.
Estaba “Relacionado con los ministros
Vélez Sarfield y Martín de Gainza. Era distinguido por el presidente. En
efecto, fue a él a quien se dirigió Sarmiento en cuanto se enteró de la muerte
de Urquiza congratulándose de que estuviera en ese “momento supremo” en
Gualeguaychú”.
El 17 de abril de 1870 el presidente Sarmiento convocó a una reunión a los principales político del país en esos momentos y a los opositores. Concurrieron Mitre, Alsina, Quintana, Mármol, Carlos Tejedor y Rawson, Apolinario Benítez y otros más. (5)
Mientras que en política desempeñaba un papel
de primer plano, Apolinario Benítez no olvidaba sus negocios.
En 1855, como masón, fue co-fundador de la Sociedad de Socorros Mutuos, la primea
que se creara en el país e integró la primera comisión ejecutiva.
Hacendado, y
financista de importancia. En 1857 estableció en Gualeguaychú un saladero de
carne que llamó «Benítez Hermanos»
con los que explotó diversos establecimientos dedicados a esa actividad en
Entre Ríos y en el Uruguay.
En 1860 fue uno de
los fundadores del Recreo Argentino abonando al contado la cuota que los
fundadores se comprometieron a aportar para gastos de instalación e
inauguración.
En noviembre de
1863 se asoció con el General Urquiza y otros vecinos para la construcción de
un vapor para el servicio de Gualeguaychú.
Cambio en la política bancaria. Autorización a bancos privados
En 1863 quedaban circulando apenas $800 en
billetes en la Confederación. “En octubre de ese mismo año el Congreso
Nacional evacuando una consulta del gobierno de Entre Ríos, dispuso que las
provincias podían establecer bancos de emisión sin que sus billetes tuvieran
carácter de moneda nacional para el pago de contribuciones”. (6) Con esta autorización el gobierno de la Confederación modifica su política bancaria y autoriza la
instalación y funcionamiento de bancos privados con facultades de emisión.
Urquiza, entonces gobernador de Entre Ríos no ve inconveniente en que dichos
billetes sean admitidos en las oficinas públicas, con cargo de dar cuenta a la
legislatura.
Ante esa apertura legislativa de la Provincia
de Entre Ríos don Apolinario José Benítez inicia trámites a fin de obtener
autorización para establecer un Banco de Inversión, Emisión y Descuentos en Gualeguaychú.
Se hace lugar al pedido el 3 de noviembre de 1866, mediante el decreto dictado
en Concepción del Uruguay, (7) capital de la provincia que decía lo
siguiente:
“Uruguay.
Noviembre 3 de 1866. “Teniendo
presente la solicitud elevada por el ciudadano don Apolinario Benítez y lo
expuesto por el fiscal general, concédase la autorización que se pide para
establecer en la ciudad de Gualeguaychú un banco de inversión y descuentos,
bajo la razón de José Benítez y Cía. Quedando sujeto el interesado a las mismas
condiciones con que se acordó igual al Banco Argentino respecto al fondo
metálico que debe responder por los billetes emitidos, y en cuanto a hacer
admitidos estos en las oficinas fiscales y demás privilegios que piden,
solicítese oportunamente para acordarles la competente autorización de la
honorable Cámara Legislativa. Notifíquese y repóngase los sellos Domínguez
(Gobernador) Nicanor Molinas.
Apertura del banco “José Benítez e Hijo”
De inmediato, su fundador y propietario don
Apolinario José Benítez abre el 10 de noviembre de 1866 las puertas del Banco
en forma provisoria, comenzando a funcionar como banco de “inversión y descuentos”
tal como lo facultó el decreto transcripto anteriormente.
A.
Como banco de inversión
Quedó autorizado a recibir monedas en
depósito. Esos bienes que los individuos han renunciado consumir depositados en
el banco se convierten en una gran ventaja para la sociedad. Pueden ser
utilizados, es decir “invertidos” en el proceso productivo convirtiéndose
en activos que al facilitarlos en préstamos pasan a ser bienes de capital para
industrias, fábricas, herramientas e iniciativas. De esa manera alcanzaba
Apolinario Benítez su anhelado propósito: movilizar los capitales para poder
dar créditos a las empresas industriales y facilitar cualquier proyecto
empresario tendiente a multiplicar la riqueza. El Banco Benítez, al aplicar el
ahorro a la producción lo transformaba en capital. Benítez cumplía su anhelo, que
era utilizar los metales y las monedas para la creación de nuevos comercios e
industrias.
B.
Como banco de descuento
La operación de descuento es el préstamo que
el banco concede a cambio de títulos de crédito a corto plazo. En ese tiempo,
se utilizaban especialmente las letras de cambio. Del monto indicado en el
propio título el banco deduce el interés que percibe, y ese es el monto que
entrega al tomador. En la fecha de vencimiento indicada en el título el banco
percibe del librador el total del importe consignado en la libranza. La
diferencia es la ganancia del banco.
Instalación definitiva y licencia amplia.
El 1 de enero de 1867 se instala
definitivamente el banco en el ángulo suroeste de la intersección de las calles
24 de Enero (hoy 25 de Mayo) y Colón (hoy Italia). Fue su gerente otro
fundador del Recreo Argentino don
Miguel Zamora. (8) El horario de atención al público era desde las 10 de la mañana hasta las
quince de la tarde.
El 20 de Febrero de 1867 la Cámara
Legislativa sanciona con fuerza de ley la licencia para su funcionamiento y las
facultades concedidas al Banco Benítez mediante el decreto del 3 de noviembre
de 1866. La ley fue promulgada el 27 de febrero de 1867 con la firma del
Gobernador don Domínguez y el Ministro de José J. Sagastume. (9)
Disponía en el Art. 1º “Concédase al
Banco “José Benítez é hijo”, establecido en Gualeguaychú los mismo privilegios
acordados a los Bancos Entre Riano y Paraná, debiendo quedar sometido a la
fiscalización y demás condiciones de seguridad impuestas a aquellos bancos por
anteriores disposiciones”. Queda claro y prescripto por ley que el
verdadero y único nombre es el citado en la ley o sea “José Benítez e hijo”.
Al considerar esta ley, el Padre Borques
sostiene que el Banco se acogió a los mismos privilegios que se le habían
otorgado a los demás bancos entrerrianos. (10) De allí que enseguida se
imprimieron billetes litografiados en papel de seda. (11) Los de cinco pesos ($
5.oo) llevaban el retrato del padre del fundador, o sea del “portugués”, que
como dijimos había fallecido en el año 1862.
De acuerdo a las facultades otorgadas comenzó
el desarrollo de las siguientes actividades:
a) Emisión de billetes: Como banco de emisión quedó autorizado a emitir billetes y ponerlos en circulación,
distintos al papel moneda. Mediante esta operación de emisión el banco creó
moneda y obtuvo fondos que se suman a los adquiridos mediante depósito. ¿Cómo
hacía para introducir en la circulación los billetes el Banco Benítez? Partimos
del hecho que la moneda metálica no se adapta a los pagos de cierta cantidad
por la dificultad de su traslado y la inseguridad en el contenido de metales o
peso. De allí nace la ventaja y demanda de los billetes de bancos, que los
canjeaba por moneda metálica o de metales no acuñados. Este viene a ser un primer estadio en la función
monetaria de los billetes del banco. Son más cómodos para los usuarios.
b) El segundo estadio: es el momento en que el banco, añade a los
billetes que ya están en circulación por el canje referido, los que nacen de
las operaciones activas que realiza. Especialmente en las de descuentos. En ese
momento el banco de emisión actúa como banco de crédito.
En esa época provenían especialmente de los
descuentos de letras de cambio o de cualquier otro título que se creaba en una
transacción comercial. En los préstamos directos, la utilidad para el Banco
Benítez estaba en el “Spread bancario”. Así se llama la diferencia entre
las tasas pasivas que paga el banco a los depositantes y las activas que son
las que cobra por los préstamos que realiza o adelantos transitorios en cuenta.
También quedó facultado para introducir en el mercado títulos valores. En ese
entonces denominados “notas bancarias”. Así se las conocía, y eran
promesas de pago emitidas por un banco que podían utilizarse como medio de
pago.
En consecuencia en el Banco Benítez los
primeros billetes de banco emitidos quedaron respaldados por la moneda metálica
por la que se cambiaban. Posteriormente se le agrega los que emitía con
sustento sobre la base de las operaciones de descuento y quedaban respaldados
por la mercadería vendida al deudor. Era como que si la mercadería fuera consignada
en garantía. En un tercer estadio emitió billetes sin esos requisitos y
contando solamente con el cumplimiento de un encaje bancario técnico.
Todos estos billetes eran “Convertibles”, es
decir que su tenedor los podía “canjear” a la vista en el banco por la moneda
metálica que representaban.
Impresión de los billetes
Ese mismo año 1867 don Apolinario Benítez
encomendó a don Roberto Lange, propietario de la “Litografía San Martín”,
ubicada en la calle San Martín Nº 1 de la ciudad de Buenos Aires el grabado,
impresión y numeración de varias series de billetes en su imprenta. Debían
imprimirse litografiados en papel de seda de excelente calidad. Los de cinco
pesos ($ 5,00) llevarían el retrato del padre del fundador. Las diferentes
series se identificaban con las letras del abecedario.
Una vez en tenencia de los billetes el banco:
“José Benítez e Hijo” lanza su primera emisión. Los billetes de un peso venían
en talonarios de tres ejemplares que se cortaban cuando se usaban, por lo que –ara un mejor control– el talonario quedaba en poder del banco.
Los billetes emitidos eran convertibles en
moneda metálica en el mismo banco o en monedas de plata boliviana, que tenían
un valor intrínseco, por ser de plata.
La
mayoría de los billetes emitidos por Bancos particulares autorizados podían ser
canjeados “a la vista” en el mismo banco por moneda de plata boliviana.
Circularon ejemplares que llevaban al dorso “No a la vista” con la firma del
gerente.
Con
la primera emisión de 1867 no hubo industria, empresa, comerciante o
profesional que no recibiera la mano amiga de este banco, posición de la que
nunca abjuró el banquero Apolinario Benítez.
Empréstito al Gobierno de la
Provincia
El 17 de octubre de 1867 se celebra entre el
Ministro General de Gobierno y el banco “José Benítez é Hijo” un importante
empréstito, que se aprueba por decreto del 31 de octubre de 1867 firmado por el
Gobernador de la Provincia de Entre Ríos don José María Domínguez y refrendado por
el Ministro don José J. Sagastume. (12) El préstamo debía abonarse al año
siguiente. Para poder pagar el empréstito con el Banco Benítez tuvo que
utilizar la mayor parte de las rentas de 1868, “de manera que cuando Urquiza
inició su período gubernamental se encontró con que ya se habían invertido la
mayor parte de las rentas que disponía la provincia para su año económico”. (13)
De
inmediato el banco “José Benítez e hijo” logra despertar la confianza de todos
los co-poblanos y empiezan a recibir depósitos. Los hombres de negocios
aceptaron recibir billetes de banco como si fueran moneda metálica, la que les
resultaba más práctico y en las transacciones de cierta importancia las
preferían. Así fueron dejando sus pertenencias metálicas en custodia en el banco
y comprender que debían usar su dinero por medio de la colocación
en el banco amigo, al que tenían cerca y conocían a su dueño, en vez de dejarlo
enterrado en un pozo que no les producía ninguna utilidad.
Supieron
que el dinero o la moneda era un bien escaso y para usarlo y repartirlo se
necesitaba una institución que entendiera como usarlo y especialmente saber cómo
y en qué condiciones prestarlo, y también supieron que la mejor garantía que
tenían era la solvencia de los deudores del Banco que cumplían puntualmente con
sus obligaciones y esa capacidad solo la podía lograr un verdadero banquero
como lo fue Apolinario Benítez.
El
Banco Benítez consigue movilizar capitales que estaban ociosos y otorgarlos en
créditos, con lo que promueve y moviliza industrias, comercios compra-ventas
locales y lo realiza con personas conocidas de la zona. Aún para quienes no le
necesitaran momentáneamente sabían que en caso de precisarlo lo tenían a su
alcance y podían contar con una mano amiga.
La década de 1860 en Entre Ríos o en Gualeguaychú
Los años en que el banco Benítez se inserta
en el mercado financiero, eran tiempos muy favorables para Entre Ríos. La
fertilidad de sus tierras y la navegabilidad de sus ríos y “demás ventajas por
su posición geográfica”,(14) que cubrían gran parte de su territorio
eran importantes económicamente. Era la segunda provincia del país. La
producción pecuaria aumentaba notablemente por la mejor calidad de los ganados
y con ella la producción de carnes y lana y especialmente por el contacto con
los mercados del exterior donde se remitían en su mayor cantidad. Durante estos
años se vive lo que se llamó “la euforia de la lana”. En la
provincia aumentan los establecimientos dedicados a la cría de ganado bovino, especialmente
en el departamento de Gualeguaychú que se puebla de establecimiento
dedicados a la cría de ganado ovino y la demanda de tierras hace que se
duplique el valor de ellas”. (15)
En todo esto ayudó enormemente la fundación y
crecimiento del banco: “José Benítez e hijo”. Se decía que “Entre Ríos
era el lugar favorito de la República”. (16)
El espíritu progresista que anima a la
provincia en la década del 60 reclama la existencia de mayor cantidad de moneda
y especialmente de bancos, por el constante crecimiento de las exportaciones.
Solvencia y liquidez
Con el otorgamiento de créditos más baratos y las innovaciones en los
modos de prestar dinero logra Benítez canalizar los metales y la moneda para la
creación de nuevas industrias y empresas en un régimen eficiente de absoluta
libertad y libre competencia.
De inmediato el banco “José Benítez e hijo”
consigue despertar la confianza de los ciudadanos y los depósitos fluyen a sus
arcas. Los hombres de negocios se acostumbraron a recibir “billetes de banco”
como si fueran moneda metálica, y circularon en toda la provincia. El banco
nombró agentes o representantes en varias ciudades, quienes se encargaron de
concretar operaciones bancarias. Por su parte el banco siguió desempeñándose
como agente de negocios de clientes que ya lo eran antes de su fundador, como
el geólogo Martín de Moussy. (17)
El banco crecía amparado por el prestigio de
su propietario que estaba comercialmente relacionado con los hacendados y los
propietarios más ricos del sur de la Provincia de Entre Ríos. (18) Rápidamente alcanzó gran movimiento y numerosa clientela, a la par que
aumentaba el servicio a varios tipos de operaciones. Asimismo, trabó
circulación comercial con otros lejanos países facilitando de esa manera las
transacciones comerciales y las necesidades de su numerosa clientela.
Es así que en los avisos publicados en el año
1872 se anunciaba: “en este
establecimiento se dan letras de cambio sobre París, Burdeos, Amberes,
Liverpool y Génova, y se dan también letras en plazas de menor importancia de Europa.
También daba y tomaba letras sobre Montevideo, Buenos Aires
y pueblos de Entre Ríos.”
Recibían
dinero a premio o interés convencional y se descontaban letras, vales o pagarés
de firmas conceptuadas a juicio de la gerencia.
Falsificación de billetes del Banco Benítez
Entre las series de billetes de banco
mandadas a imprimir estaban las numeradas bajo la letra B y M de
las que aparecieron algunos billetes circulando con la firma falsificada.
En diciembre de 1868 el mismo Roberto Lange
denunció a la policía a un empleado de su establecimiento llamado Federico
Shominger por andar circulando billetes falsos del banco Benítez de
Gualeguaychú impresos en su litografía y pidió se lo aprehendiese para
averiguar si los había robado cuando fue despedido de la casa.
Al ser interrogado Shominger contestó que
había tomado cuatro billetes de 20 pesos bolivianos cada uno de dicho banco,
los que cambió después de haberle puesto la firma semejante a la que tenían los
buenos. Por estos hechos Shominger fue procesado y condenado por el juez del
crimen de la provincia a dos años de presidio y a la indemnización de daños y
perjuicios.
Esos billetes falsificados fueron presentados
al banco y el señor Benítez los hizo abonar, no obstante lo notorio y evidente
que resultaba a simple vista la falsificación de las firmas, y lo hizo para no
perjudicar a sus clientes.
A. Demanda del Banco Benítez
Con estos antecedentes Apolinario Benítez se
presenta ante el juez de sección nacional y demanda a don Roberto Lange para
que le abone los importes de los billetes de la serie M que fueron falsificados y además la suma de $3000 por daños y
perjuicios a destinarse a los
hospitales de esta ciudad. Afirma que los billetes de la serie M falsificados, no tenían los talones
por lo que debía decirse que habían sido sustraídos en la litografía durante la
impresión. También era posible que los mismos hubieran sido impresos en forma
duplicada.
Sostiene que de esa sustracción es
responsable la litografía de Lange por cuanto en esta clase de negocios el
litógrafo es responsable de la culpa
levísima y asimismo civilmente responsable de todos los abusos que
puedan cometer sus empleados, como sucedió con Shominger.
Por la sustracción, seguida de la
falsificación, Apolinario José Benítez se vio obligado a pagar esos billetes
adulterados para acallar la alarma que semejante hecho había suscitado entre su
clientela.
Lange contesta la demanda negando que la
falsificación se hubiese hecho en su establecimiento y por su culpa. Reconoció
que los billetes falsificados y que fueran presentados a juicio fueron impresos
en su litografía. Asimismo Benítez demostró que los billetes falsificados los
había abonado a la par con el testimonio de los testigos señores Cayetano
Walls, Francisco Guerra y Asisclo Méndez, por lo que la responsabilidad de
Lange debe extenderse hasta el valor escrito de la serie M.
B. La sentencia de primera instancia
El Juez Seccional Nacional Dr. Andrés
Ugarriza dictó sentencia el 6 de diciembre de 1870 haciendo lugar a la demanda
porque quedó probado que Lange no empleó la diligencia requerida por la
naturaleza del negocio que había contraído con Benítez por lo que le es
imputable el resultado de su negligencia, por haber depositado su confianza en
un dependiente indigno de ella y haber guardado indebidamente en su poder los
sobrantes que debió inutilizar.
Estima que el único daño probado y que
resulta inmediatamente de la falsificación es el pago de los billetes
falsificados y que habiéndose justificado por Benítez con las declaraciones de
los testigos Cayetano Walls, Francisco Guerra, y Asisclo Méndez, vecinos de
Gualeguaychú, que la conversión se hizo a la par, la responsabilidad de Lange
debe extenderse hasta el valor escrito de la serie M. Por estos fundamentos
falla: que debe condenar a D. Roberto
Lange de acuerdo a los arts. 221 y 223 del Código de Comercio a pagar al
demandante por razón de daños y perjuicios el valor escrito de la serie M el
que deberá ser previamente liquidado por el actuario sin especial condenación
en costas. Andrés Ugarriza. Juez Nacional.
C. Sentencia de la Corte Suprema de Justicia
Las dos partes apelaron la sentencia. El
fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se dictó el 11 de julio de
1871. La corte consideró que la demanda contra don Roberto Lange se funda
únicamente en la negligencia que se le imputa al momento de la impresión de los
billetes Y que de la sustracción no se puede lógicamente deducir como
consecuencia única la verdad de la imputación de la negligencia. Que los
testigos afirman que mientras duró la impresión de los billetes el señor Lange
vigiló atentamente y cuidó los billetes.
Y que ninguna participación se le ha
comprobado a don Roberto Lange de los cuales la sustracción sola fue un acto
preparatorio sin consecuencia alguna para los otros que son los que consumaron
el delito de Federico Shominger y son los que causaron daño. Por esos
fundamentos se revoca la sentencia y se rechaza la demanda interpuesta por don
Apolinario Benítez. Firman como jueces de la Corte Suprema: Salvador María
del Carril, Francisco Delgado, José Barros Pazos y Marcelino Ugarte. (19)
Funcionamiento exitoso del banco
Durante varios años el Banco Benítez actuó
con mucho éxito. Fue el agente financiero de una importante zona de la
provincia. Emitía letras de cambio sobre Europa, Montevideo, Buenos Aires y
otros puntos del país.
En el año 1872
alcanzó su máximo desempeño. El intercambio comercial con otros países, especialmente con Europa requería de los servicios bancarios y
para eso estaba el “Banco Benítez”. Es en este año que se hacen más profusos
los avisos en los periódicos locales. (20) En ellos señalaban “que se realiza “todo
acto comercial en la órbita de las operaciones bancarias”, y que se dan letras
de cambio sobre París, Burdeos, Amberes, Liverpool y Génova, y se dan también
pagaderas en plazas de menor importancia de Europa. Asimismo se dan y toman
letras de cambio sobre Montevideo, Buenos Aires, y pueblos de la provincia de
Entre Ríos.
En 1875 el Banco Benítez alcanza su máximo
apogeo. Disponía de una gran clientela con relaciones crediticias estables y
sólidas y la comunidad de Gualeguaychú contaba con un gran banquero que
procuraba nuevas formas de prestar dinero para ayudar a los vendedores hasta
que cobraran su mercadería y al adquirente hasta que pudiera vender y percibir
él su precio. Siempre colaboraba y ayudaba.
Una operación constante era la intermediación
en las cartas de crédito en las que avalaba el crédito que a los empresarios
locales les otorgaban otros bancos, especialmente europeos para la importación
de productos manufacturados, lo que generalmente realizaba a través de sus
sucursales o agencias en el Havre y Amberes. Las grandes operaciones de crédito
en esos mercados ponen de manifiesto la importancia y prestigio adquirida por
el Banco Benítez.
En el orden local Apolinario Benítez tenía como
criterio que el banco que nunca concedía un mal crédito no servía a la
comunidad, por eso no ejecutó a sus deudores a quienes siempre les demostraba
que les tenía fe para esperarlos. Especialmente evaluaba el carácter de ellos.
Estaba dispuesto a proporcionar dinero a quienes le presentaban una buena idea
y a correr un riesgo razonable. No quería que algo que podía ser no lo fuere
por falta de crédito. En ocasiones él mismo participaba con aporte de capital
para llevar adelante un proyecto.
COMIENZAN LAS DIFICULTADES
Los Bancos y la moneda
durante la gobernación del Dr. Ramón Fabre.
El Dr. Ramón Febre fue electo y asumió la
gobernación de Entre Ríos el 1 de mayo de 1875 hasta igual fecha de 1879.
El empobrecimiento general de la provincia
como consecuencia de la guerra civil dificultaba la obra del gobernador que
pretendía crear condiciones para aumentar la producción.
De inmediato promueve reformas financieras y
de política bancaria persecutorias de la banca privada, y que afectan
especialmente al Banco Benítez. El déficit fiscal y la necesidad de recursos lo
persuade que emitiendo moneda solucionaría rápidamente los problemas del
presupuesto sin costo, y para ello la banca privada era un obstáculo que había
que eliminar del mercado financiero.
A los pocos días de asumir, el 24 de mayo de
1875 se dicta una ley que autoriza al gobierno la creación de billetes de
tesorería convertibles a la vista con más ventajas que las que tenían los
billetes de banco y a quienes comienzan a crearles dificultades.
Por ley del 10 de febrero de 1876 el gobierno
de Febre prohíbe que “desde la promulgación de la presente ley los bancos
establecidos en la provincia no podrán emitir notas por un valor menor de cinco
pesos fuertes”. Pero lo bárbaro de la ley es que en el Art. 2º estableció que
desde la misma fecha darán principio a la conversión o sustitución de la
emisión que tengan en circulación, desde la fracción más pequeña hasta la de
cinco pesos bolivianos inclusive, “debiendo quedar esta operación totalmente terminada
dentro de 70 días”. En el colmo del autoritarismo y afán de
extinguir el banco Benítez en el Art. 4º se autoriza asimismo que: “Mientras
no se establezca el banco de la provincia, el P. E. dispondrá de una emisión de
billetes del tesoro por una cantidad que no exceda de 800.000.-pesos fuertes.
Desde la fracción más pequeña hasta la de cuatro pesos fuertes”. (21) Esta arbitraria medida le
quita las transacciones con las que más operaba el Banco Benítez con una medida
carente de toda racionabilidad, sin sustento jurídico, y que le arroga al
propio estado provincial la facultad de emitir moneda y obtener con ella todos
los recursos que quiera disponer sin control alguno. Por el contrario, le
otorga a los bancos privados el exiguo plazo de 70 días para convertir y
sustituir esa emisión menor.
Recordemos que cuando el gobierno nacional
declaró rebelde y traidores a los asesinos del libertador General Urquiza,
Apolinario José Benítez fue nombrado por el P.E. Nacional gobernador provisorio
de Entré Ríos, cargo que no aceptó porque esa designación serviría para que los
rebeldes lo siguieran llamando traidor como lo hacían. Poco después acepta la
designación como comisionado nacional, y asume la dirección del ejército
nacional, el que comienza a estar bien racionado, equipado y pago y
especialmente lo dota de excelente caballada. Esas son las razones por las que
es perseguido por el gobierno provincial de Ramón Febre, que promulgara esa ley
inconsulta de conversión de billetes de banco. Ello arruinó su fortuna y
perjudicó, contra su voluntad y costumbre, a las personas con quienes mantenía
relaciones comerciales. (22)
Está ley merece las más acerbas críticas del
periodismo, de opinión, quienes ven mal que el gobierno se meta a banquero y al
mismo tiempo actúe como fiscal y juez de toda la actividad, sea de los bancos privados
como de la propia ejerciendo tal rol. Así el periódico “El Chimborazo” en un
suelto editorial que titulara “FÉ Y UNIÓN” (23) sostiene “Tal debe ser el lema sagrado de los
patriotas, de los hombres de limpio corazón, de los ciudadanos que no han
abdicado sus nobles creencias sacrificadas en aras de las conveniencias
privadas con mengua de los intereses públicos. La fe sin ser superior a la
razón ilustrada ni al recto criterio, no deben abandonarse en los momentos aciagos,
en los momentos en que por donde quiera se encuentran gentes en la holganza
pero sin trabajo”.
Más adelante, el articulista reprueba que el
gobierno también asuma el rol de banquero, que emita notas al portador y a la
vista, con el nombre de billetes de tesorería, siendo al mismo tiempo fiscal y
juez de su emisión, mientras ejerce la policía y el decomiso en la emisión
menor de los bancos particulares para proteger y fomentar la situación y
eliminar la competencia.
El Banco “José Benítez e hijo” comienza a
tener dificultades financieras. Tiempo después Apolinario Benítez presenta al
gobierno de la provincia una propuesta que le posibilite un arreglo con los
acreedores del Banco. Lo hizo por intermedio del Dr. Cipriano Pons. El gobierno
aceptó en la parte referida a la emisión de billetes, por lo que ahora debía
someterse a los demás acreedores, para quien publica una nota de Miguel V.
Zamora aconsejando a los acreedores que aprueben la propuesta porque ello
importa que los acreedores serán pagos íntegramente, ya que los hechos son
consecuencia de sucesos desgraciados. (24)
Benítez continúa la lucha y en noviembre de
1876 se publica una comunicado haciendo saber que "debiendo procederse el 5 de diciembre
al pago del primer dividendo destinado a la emisión, se previene que se hará la
distribución con arreglo a la cantidad que hasta el 25 se hayan presentado” (25)
Firmaban el aviso por el Banco Benítez los Sres. Cipriano Pons y Eleuterio F.
Grané y por la comisión interventora los señores Elías Arambarri, Pastor Britos
y Clemente Basavilbaso.
El 20 de mayo de 1876 se dicta una ley que
crea el Banco de Entre Ríos, de
emisión, descuentos hipotecas y depósitos, con un capital de cuatro millones de
pesos fuertes dividido en veinte mil acciones, de las que dieciséis mil
suscribirá el gobierno y las cuatro mil restantes, se colocarán entre
particulares que tendrán un representante en el directorio. El banco no se
instaló.
El 17 de mayo de 1877 se ordena por ley la
liquidación de todas “las sociedades anónimas autorizadas por sus estatutos
para emitir billetes pagaderos al portador y a la vista, así como las demás
casas bancarias que usen de igual derecho, siempre que de sus balances resulte
que sus activos son ampliamente bastante para cubrir su pasivo, serán liquidadas
por sus directores o gerente.
Una ley monstruosa
La buena prensa que siempre existió en
Gualeguaychú calificó a la ley que ordenaba la liquidación de los bancos
privados como la ley monstruosa. (26) Calificada así por lo
arbitraria, y el modo intempestivo en que ordenó liquidar las sociedades
anónimas y las casas bancarias autorizadas para emitir billetes pagaderos al
portador y a la vista, así como las demás casas bancarias, que use de igual
derecho por el decreto reglamentario de la misma ley. Consideraba que tanto una
como la otra era un despropósito tan grande puesto que la legislatura y el
gobierno se han creído autorizados para legislar sobre el ordenamiento civil y
comercial, que es materia exclusiva del Congreso Nacional y por lo mismo sus
disposiciones eran nulas y carecen de efecto.
Asimismo agregaba que si la ley del 17 de
mayo se pone en vigencia cualquier perjudicado por la misma podría recurrir a
la Corte Suprema de Justicia de la Nación a solicitar que se la declare y
mandar que se haga efectivo lo que disponen los Códigos Civil y Comercial sobre
liquidaciones de las sociedades en cuestión.
Por último, exhortaba a todos los ciudadanos
que se considerasen afectados por esta monstruosa ley a peticionar ante las
autoridades, en ejercicio de ese derecho solicitando la derogación de semejante
ley. Agregaba que con una ley grotesca no hay comercio posible, caeríamos en el
más espantoso descrédito, porque ella abre las puertas a una inmoral
explotación poniendo a las casas bancarias libres de los jueces naturales que
pueden compelerla a cumplir con sus compromisos.
Últimos pasos
Siempre
anheló Benítez que los acreedores fueran pagados íntegramente, en el menor
tiempo posible y causarles los menores perjuicios. Para ello dispuso la venta
de sus bienes y el arrendamiento de otros. En un aviso fechado el 27 de diciembre
de 1876 ofrece en venta terrenos de campo y semovientes. Una vez más lo hace
pensando en sus acreedores a quienes les concede la ventaja de pagar
compensando con créditos que tengan contra el banco. (27)
El
viernes 20 de septiembre de 1878 obtiene del gobierno provincial un nuevo plazo
de cuarenta días para que los acreedores de emisión y por cualquier otro título
de esta liquidación presenten sus respectivos documentos a fin de proceder con
ellos en la forma establecida.
Esta
conducta que es una prueba más de su preocupación por que todos los acreedores
cobraran. Está firmado el aviso en representación del banco por Cipriano Pons y
por José A. de Urquiza como interventor oficial. (28)
NOTAS
(1) BORQUES Juan Carlos; “PERIODISMO DE GUALEGUAYCHÚ”. Pág. 181
(2) GRAS Mario César. “Familias de Gualeguaychú en “Centro de
Genealogía de Entre Ríos”. Tomo I – Pág.50
(3) DAROCA Hugo; “Un socio fundador olvidado”. Diario “El
Argentino” 20 de Febrero de 2011.
(4) DUARTE María Amalia; “Tiempos de Rebelión- 1870 - 1876” Tomo XX
de la Historia Argentina y Americana editado por la Academia Nacional de la
Historia Pág. 28, Artes Gráficas Santo Domingo S.A. Pepirí 1116 Buenos Aires –
15 de Mayo de 1988.
(5) CAMPOBASSI José S. “Sarmiento y su Época”, Tomo II –
1863/1868”- Pág. 259 – Editorial Losada- Talleres de Americale S.R.L. Tucumán
353- Buenos Aires.
(6) RATO DE SAMBUCETTI Susana I. “”Urquiza y Mauá – El Mercosur del
siglo XIX”, Pág. 265 – Editorial Macchi Abril de 199 – Buenos Aires
(7) Recopilación de “LEYES, DECRETOS Y ACUERDOS de la PROVINCIA DE
ENTRE RIOS TOMO IXPÁG. 537. Imprenta
de la Voz del Pueblo –Uruguay 1876.
(8) NOTA del día 1º de Enero de
1867. “Legado del Padre Borques” Archivo y Pinacoteca del Instituto Magnasco
Gualeguaychú 1933.
(9) Recopilación de “LEYES,
DECRETOS Y ACUERDOS de la PROVINCIA DE E.R. TOMO X P0ÁG.16 y 17.
(10) BORQUES Juan Carlos; “Historia del Periodismo”
(11) NOTA: La litografía es una técnica de impresión que consiste en
reproducir a través de lo grabado o dibujado previamente en una piedra caliza.
En términos más gráficos, la litografía es la estampación, especialmente en
papel, que resulta de una matriz de piedra.
(12) Recopilación de “LEYES, DECRETOS Y ACUERDOS de la PROVINCIA DE
ENTRE RIOS TOMO X-PÁG.136.
(13) DUARTE María Amelia, “Urquiza y López Jordán” Pág. 160
–Librería Editorial “Platero S. R. L Talcahuano 485 Buenos Aires 1974.
(14) SERRANO PEDRO, “Riqueza Entre Riana”, Pág. 5 – Concepción del
Uruguay – Septiembre de 1851.
(15) DUARTE María Amalia. Ob. Cit. Pág. 158.
(16) SEYMOUR Richar Arthur “Un poblador de las Pampas” pág. 33
citado por María Amalia Duarte, ob. y pág. Citada.
(17) “CUADERNOS DE GUALEGUAYCHU” Nº 76 “Martín de Moussy y
Gualeguaychú” Nati Sarrot en diario “El Argentino”
(18) DUARTE .Mará Amelia: “Tiempos de Rebelión” Ob. Cit. Pág. 28
(19) FALLOS DE LA CORTE SUPREMA,
(20) “EL REPUBLICANO”, AÑO HI –
Nº 2 – Lunes 4 de Marzo de 1872 – PÄG. 4 – Hemeroteca del Instituto Magnasco.
(21) REULA Filiberto; “Historia de Entre Ríos” Tomo II – Pág. 91
Editorial Castellví S.A. 16 de Junio de 1869 – San Martín 2535 Santa Fe.
(22) “EL NOTICIERO”, Sábado 8 de
Noviembre de 1884. PÁG. 1 Hemeroteca Biblioteca Sarmiento
(23) EL CHIMBORAZO” Año III- Nº
192 – 27 de Mayo de 1876 – Pág. 1 / Col 3 y 4. Hemeroteca Biblioteca Sarmiento
(24) “EL CHIMBORAZO” Nº 206 – 26
de Julio de 1876. Hemeroteca Biblioteca Sarmiento.
(25) Ibidem Nº 237 – 15 de
Noviembre de 1876.
(26) “EL TELÉGRAFO” – AÑO II, Nº
165 Viernes 25 de Mayo de 1877 - Pág. 1 / Col. 2,3 y 4. Hemeroteca Biblioteca
Sarmiento.
(27) “EL CHIMBORAZO” 6 de Enero
de 1877- Nº 252 – Hemeroteca Biblioteca Sarmiento.
(28) “EL TELÉGRAFO” Nº 329 20
DE Septiembre de 1878 – Hemeroteca Biblioteca Sarmiento.Para citar este artículo: Daroca, H. (2015). "El Banco 'José Benítez e hijo'", en Centro de Genealogía de Entre Ríos, nro. XIII. Buenos Aires: Centro de Genealogía de Entre Ríos. Disponible en línea: https://hugodaroca.blogspot.com/2015/12/historia-de-los-bancos-de-gualeguaychu.html