VARIOPINTO 1

Autor: Hugo Daroca.
Publicado en: Diario "El Argentino" el día domingo 01/11/2015.

        Titulado bajo esta atractiva palabra presentaremos en forma mezclada, como paleta de pintor, diversidad de hechos, noticias y anécdotas, con el común denominador de ser historias de nuestro Gualeguaychú antiguo. Dispares, heterogéneas pero locales.

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        Leemos en un periódico del año 1853, una información que reproducimos, sobre la formación de una cofradía de zapateros que constituyeron una sociedad de socorros mutuos.
“SOCIEDAD DE SOCORROS MUTUOS. Está funcionando admirablemente entre nosotros una nueva Sociedad digna de fijar la atención. Una reunión de Zapateros concibió la idea y lo que es más, ejecutaron el establecimiento de una sociedad de Socorros Mutuos, que tiene por objeto prestarse mutuamente los servicios que cada uno se halla en el caso de exigir.
La Sociedad cuenta con un número de doscientos miembros que pagan 2 patacones a la entrada y medio patacón mensual. Cuando alguno de ellos se enferma, la Sociedad le suministra medio patacón diarios y asistencia médica por medio de un facultativo pagado al efecto. Si muriese alguno de los Socios la Sociedad costeará los gastos y todos sus miembros asisten al entierro.
Si la familia no tiene los medios suficientes para subsistir, la sociedad se los proporciona, educa los hijos y los pone en el caso de bastarse a sí mismos y de servir de apoyo a su familia.
Esta Sociedad ha estimulado a varias otras corporaciones de industriales que se disponen al establecimiento de instituciones semejantes”.
“El Eco del Litoral” 6 de abril de 1853

AHOGADO
        El primitivo muelle de piedra construido en 1863, según el proyecto de Fernando Lebleu, se fue deteriorando con el paso de los años y fue protagonista de muchos hechos, como varias personas ahogadas, principalmente mujeres que caían al río al desembarcar. Entre ellos tomamos el siguiente relato publicado en “EL CENTINELLA” de Mayo de 1892 que decía así:
Grave acontecimiento. El que ha conmovido hondamente nuestra sociedad, es de esos que por su trascendencia alcanza a todas las almas; y por más que con los afligidos no nos liguen vínculos estrechos la ajena desgracia nos conmueve y nos preocupa; Se siente con ese sentimiento que liga los hombres unos a otros, la conmiseración se enseñorea del espíritu, y donde quiera que haya un corazón noble se verterán tiernas lágrimas manifestando el dolor y se escucharán palabras que propala el bálsamo del consuelo.
Hacemos aquí alusión al suceso que en estos momentos tiene anonadada a una familia respetable, el señor Manuel Varela llegaba con su consorte y cuatro hijos la noche del sábado, de Buenos Aires para visitar su establecimiento rural donde está desarrollando la colonización en gran escala porque Varela es uno de esos caracteres emprendedores y con una gran fortuna que puede contribuir muy bien al progreso de un departamento. Es conocido de todos, el estado deplorable en que se encuentra nuestro muelle, haciéndose de todo punto imposible el arribo de los buques, y es sabido también el mal estado de la atmósfera en estos últimos días, en tal extremos que con raros intervalos el cielo ha estado siempre amenazante.
Al tomar tierra, después de la llegada del “Águila” que conducía los pasajeros de Buenos Aires, y como el “Oriente” estaba allí fondeado tenía que pasarse por una plancha que unía estos dos buques para ir de allí a tierra. El señor Varela se adelanta examinando las condiciones de la planchada y tras él sale el niño mayor llamado Josué quien encontrándose con esa pesadez que infunde el sueño en las altas horas de la noche, o quizás porque la plancha estaba mal asegurada o humedecida y resbaladiza pierde pie y cae en el río, precisamente a un punto de regular hondura. Esto ha pasado entre dos buques; los marineros de uno y otro habrían podido salvarle, aparte de otros expectantes de la escena tan dolorosa pero han vacilado, quizás ante la lobreguez de la noche, o faltos tal vez de esa grandeza de alma que no admite reflexiones jugándose el todo por el todo en las grandes circunstancias.
Lo que sí podemos apuntar es que para permaneciendo el muelle en las condiciones actuales, no sería extraño que este suceso se repita, promoviendo la pública consternación, debe solicitarse o gestionarse ante quien corresponda y en esto el comercio no tiene menos interés la refacción de este muelle que es de una imperiosa necesidad sino se quiere ver reproducido un accidente semejante”.
"La Centinella" - Año V - Nª 401 - Jueves 2 De Mayo De 1892
(Pág 2/ Col. 4 ) y (Pág. 3/Col. 1)

PLANCHADA
Tas vez conmovidos por la tragedia narrada anteriormente es que a los pocos días se dicta una resolución de Subprefectura que el cronista del periódico “El Independiente” narra de esta manera:
“Como lo hemos visto precedentemente era común que los pasajeros al desembarcar o embarcarse en el puerto de Gchú, lo hicieran a través de una planchada o tablón. Recién encontramos que la Subprefectura dictó una resolución que la comunicó a las Agencias de Viaje que en lo sucesivo deberían proveer a los pasajeros de una planchada para su acceso con una baranda a fin de evitar cualquier peligro.”
Conforme “El Independiente – Año III – Nº 12 del 28 de Mayo de 1892
Pág. 3/Col.1

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