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VARIOPINTO 1

Autor: Hugo Daroca.
Publicado en: Diario "El Argentino" el día domingo 01/11/2015.

        Titulado bajo esta atractiva palabra presentaremos en forma mezclada, como paleta de pintor, diversidad de hechos, noticias y anécdotas, con el común denominador de ser historias de nuestro Gualeguaychú antiguo. Dispares, heterogéneas pero locales.

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        Leemos en un periódico del año 1853, una información que reproducimos, sobre la formación de una cofradía de zapateros que constituyeron una sociedad de socorros mutuos.
“SOCIEDAD DE SOCORROS MUTUOS. Está funcionando admirablemente entre nosotros una nueva Sociedad digna de fijar la atención. Una reunión de Zapateros concibió la idea y lo que es más, ejecutaron el establecimiento de una sociedad de Socorros Mutuos, que tiene por objeto prestarse mutuamente los servicios que cada uno se halla en el caso de exigir.
La Sociedad cuenta con un número de doscientos miembros que pagan 2 patacones a la entrada y medio patacón mensual. Cuando alguno de ellos se enferma, la Sociedad le suministra medio patacón diarios y asistencia médica por medio de un facultativo pagado al efecto. Si muriese alguno de los Socios la Sociedad costeará los gastos y todos sus miembros asisten al entierro.
Si la familia no tiene los medios suficientes para subsistir, la sociedad se los proporciona, educa los hijos y los pone en el caso de bastarse a sí mismos y de servir de apoyo a su familia.
Esta Sociedad ha estimulado a varias otras corporaciones de industriales que se disponen al establecimiento de instituciones semejantes”.
“El Eco del Litoral” 6 de abril de 1853

AHOGADO
        El primitivo muelle de piedra construido en 1863, según el proyecto de Fernando Lebleu, se fue deteriorando con el paso de los años y fue protagonista de muchos hechos, como varias personas ahogadas, principalmente mujeres que caían al río al desembarcar. Entre ellos tomamos el siguiente relato publicado en “EL CENTINELLA” de Mayo de 1892 que decía así:
Grave acontecimiento. El que ha conmovido hondamente nuestra sociedad, es de esos que por su trascendencia alcanza a todas las almas; y por más que con los afligidos no nos liguen vínculos estrechos la ajena desgracia nos conmueve y nos preocupa; Se siente con ese sentimiento que liga los hombres unos a otros, la conmiseración se enseñorea del espíritu, y donde quiera que haya un corazón noble se verterán tiernas lágrimas manifestando el dolor y se escucharán palabras que propala el bálsamo del consuelo.
Hacemos aquí alusión al suceso que en estos momentos tiene anonadada a una familia respetable, el señor Manuel Varela llegaba con su consorte y cuatro hijos la noche del sábado, de Buenos Aires para visitar su establecimiento rural donde está desarrollando la colonización en gran escala porque Varela es uno de esos caracteres emprendedores y con una gran fortuna que puede contribuir muy bien al progreso de un departamento. Es conocido de todos, el estado deplorable en que se encuentra nuestro muelle, haciéndose de todo punto imposible el arribo de los buques, y es sabido también el mal estado de la atmósfera en estos últimos días, en tal extremos que con raros intervalos el cielo ha estado siempre amenazante.
Al tomar tierra, después de la llegada del “Águila” que conducía los pasajeros de Buenos Aires, y como el “Oriente” estaba allí fondeado tenía que pasarse por una plancha que unía estos dos buques para ir de allí a tierra. El señor Varela se adelanta examinando las condiciones de la planchada y tras él sale el niño mayor llamado Josué quien encontrándose con esa pesadez que infunde el sueño en las altas horas de la noche, o quizás porque la plancha estaba mal asegurada o humedecida y resbaladiza pierde pie y cae en el río, precisamente a un punto de regular hondura. Esto ha pasado entre dos buques; los marineros de uno y otro habrían podido salvarle, aparte de otros expectantes de la escena tan dolorosa pero han vacilado, quizás ante la lobreguez de la noche, o faltos tal vez de esa grandeza de alma que no admite reflexiones jugándose el todo por el todo en las grandes circunstancias.
Lo que sí podemos apuntar es que para permaneciendo el muelle en las condiciones actuales, no sería extraño que este suceso se repita, promoviendo la pública consternación, debe solicitarse o gestionarse ante quien corresponda y en esto el comercio no tiene menos interés la refacción de este muelle que es de una imperiosa necesidad sino se quiere ver reproducido un accidente semejante”.
"La Centinella" - Año V - Nª 401 - Jueves 2 De Mayo De 1892
(Pág 2/ Col. 4 ) y (Pág. 3/Col. 1)

PLANCHADA
Tas vez conmovidos por la tragedia narrada anteriormente es que a los pocos días se dicta una resolución de Subprefectura que el cronista del periódico “El Independiente” narra de esta manera:
“Como lo hemos visto precedentemente era común que los pasajeros al desembarcar o embarcarse en el puerto de Gchú, lo hicieran a través de una planchada o tablón. Recién encontramos que la Subprefectura dictó una resolución que la comunicó a las Agencias de Viaje que en lo sucesivo deberían proveer a los pasajeros de una planchada para su acceso con una baranda a fin de evitar cualquier peligro.”
Conforme “El Independiente – Año III – Nº 12 del 28 de Mayo de 1892
Pág. 3/Col.1

PASTOR BRITOS

Autor: Hugo Daroca.
Publicado en: Diario "El Argentino" el día 30 de Agosto de 2015.

Genealogía. Nació en Mercedes, República Oriental del Uruguay, en 1835. Era hijo de don Juan José Britos y de doña Isabel Sperati.
Contrajo matrimonio el 18 de diciembre de 1872 en la parroquia de nuestra Señora de Dolores (ciudad de Dolores, Dpto. Soriano, ROU), con doña Dominga Elizathe, oriunda de Gualeguaychú, de veinte años de edad, hija de don Domingo Elizathe y de doña Matilde Galiano.
Falleció en Gualeguaychú el 8 de mayo de 1925, a los 91 años.

Radicación en Gualeguaychú. Ya en esta ciudad, se dedicó al comercio. Fue propietario de una tienda y almacén que denominó “Del Indio”, ubicada en 24 de Enero (hoy 25 de Mayo), números 210, 212 y 214, entre las calles San Lorenzo y Alem, que posteriormente vendiera al Sr. Desiderio Álvarez, padre de Fray Mocho.(1) Según la usanza española, se llamaba tienda no solo a la que vendía telas o géneros, sino toda clase de productos (ramos generales).
En 1878, en su domicilio, esquina de las calles Federación (hoy Andrade) y Méjico (hoy Alberdi), instaló un almacén que denominó “Del Chaná” (2) e invitó a todas las familias a concurrir al negocio, donde encontrarían precios al costo.

Iniciador del primer club social y fundador del Recreo Argentino. Participó desde los inicios (1855) en la fundación del primer club social de la ciudad, que se llamó simplemente Club. Muy pronto, el pueblo le adicionó “de Gualeguaychú”, razón por la que al aprobarse el reglamento se impuso Club de Gualeguaychú como nombre definitivo. Tenía su sede en una casa antigua, en calle Urquiza, al lado del teatro, con frente a la plaza Independencia, la que por muchos años se tomó como referencia en avisos comerciales.
Su reglamento ─impreso en la imprenta de El eco de Entre Ríos, el 24 de marzo de 1856─ es excelente: contiene una declaración de principios y, como objetivo, propende por todos los medios posibles al desarrollo del espíritu de asociación. Fue su primer presidente el señor Gervasio Méndez Casariego y secretario, el señor Manuel Garzón. En la tapa del ejemplar del reglamento, que hemos tenido a la vista, estampado en forma manuscrita, se lee: “fue iniciador Pastor Britos”. Posteriormente, es de los fundadores del Recreo Argentino y Vicepresidente de la primera Junta Directiva designada en septiembre de 1860. En la asamblea del 8 de diciembre de 1861, resultó elegido Presidente. Es el primero en ejercer el cargo con la institución organizada y en funcionamiento. Ocupó la presidencia durante varios períodos.
En el acta de fundación del Recreo Argentino, extendida y suscripta el 1º de mayo de 1860, es invitado a firmar en primer lugar, lo que corrobora sus condiciones personales y su liderazgo. Fue uno de los presidentes más destacados. En el discurso de apertura de la sesión del 14 de marzo de 1862, comenzó a delinear la verdadera filosofía institucional del Recreo Argentino, a la que nos referiremos oportunamente.

Actuación en la invasión de López Jordán. El 19 de julio de 1870, la ciudad es sacudida por la invasión de las tropas de Ricardo López Jordán. Se temen asaltos y tropelías e impera la inseguridad. Puertas y ventanas de las casas se cierran y hasta se tapian. Los agentes consulares de España, Republica Oriental, Italia y Francia, respectivamente Jorge González Jaime, Pastor Britos, Juan B. Pigretti y José Lefèbre, organizan una policía urbana armada ─se distinguen por llevar una divisa amarilla(3) ─ para vigilar las calles durante la noche.

Presidente de la Junta de Fomento. Fue el último presidente de la institución ─que viene a ser como el lord mayor de la ciudad─, porque en el período siguiente el funcionario pasó a denominarse intendente.
El historiador local don Horacio Romero, refiriéndose a las Juntas de Fomento, (4) expresa: “…el último presidente en 1872 fue don Pastor Britos, hombre ecuánime, muy querido y respetado y que también ha sido olvidado andando el tiempo, como si el recuerdo de los hombres públicos sea humo que se desvanece, cuando debiera tenerse la persistencia de la estatua”.

Cónsul uruguayo en Gualeguaychù. Por decreto del 17 de febrero de 1876 del presidente de la República Oriental del Uruguay, don Pedro Varela, refrendado por el ministro secretario de Relaciones Exteriores, don Andrés Lamas, es designado Cónsul de esa república en la ciudad de Gualeguaychú. El 31 de marzo de ese año, el gobierno argentino le otorga el exequátur suscripto por el Dr. Bernardo de Irigoyen. En el mes de abril, el nuevo Cónsul comunica en los periódicos locales que la oficina del consulado se instalará en la calle Centro América, (hoy Churruarín), esquina Federación, (hoy Andrade).
           
Colonizador. Pastor Britos fue un precursor de la colonización en los años en que la idea era incipiente. Para esto decide destinar un campo que poseía a cinco quilómetros de Urdinarrain; la denominó “La Colonia Italiana”. Con ese fin, divide el campo y procede a lotearlo con precios razonables, plazos, facilidades y muy bajos intereses.
Para favorecer a los colonos y propender al crecimiento de la zona, se reserva tierra que dona al Ferrocarril Central Entrerriano, para que construya una estación que facilite la comunicación y la comercialización de los productos agropecuarios que produciría la colonia. Construida la estación del ferrocarril, llevará el nombre del colonizador de la región, como reconocimiento a su visión y a su generosidad. También se denomina Pastor Britos una población ubicada a 45 kilómetros de nuestra ciudad.

Presidente del Centro Comercial. La Asamblea del 7 de julio de 1887, para renovar autoridades, designa presidente del Centro Comercial a don Pastor Britos. (5) Al poco tiempo se publica una nota que destaca el rápido crecimiento de ese centro y la cantidad de socios “que ingresaron desde que ejerce la presidencia nuestro amigo el honorable vecino, don Pastor Britos” (6), incluso se publica una larga lista. También se señalan las buenas refacciones que se habían realizado en el local que ocupa el Centro Comercial en calle Urquiza. (7)
Ese mismo año, en su calidad de Presidente del Centro Comercial, recibe una comunicación del gobernador de la Provincia, don Clemente Basavilbaso, quien lo saluda afectuosamente.(8)
En el “Centro Comercial” surge la idea de redactar los estatutos de “La Colonizadora Entrerriana” y Britos integra el primer directorio como vocal.

Miembro activo de la comisión municipal El 30 de diciembre de 1890, el Poder Ejecutivo Provincial dictó un decreto en razón de la completa acefalía del Departamento Deliberante de la Municipalidad de Gualeguaychù; al día siguiente terminaba el período legal del presidente en ejercicio y el gobierno quedaría acéfalo. (9) Por esto se nombró una comisión provisoria de para la conducción municipal hasta la convocatoria a elecciones. De las cinco personas designadas, tres aceptaron el cargo: Pastor Britos, Sixto D. Neyra y Alfredo Elías. Britos desempeñó con acierto sus funciones y renunció en agosto de 1891. (10)

El cincuentenario de la batalla de la Isla. En oportunidad de cumplirse 50 años de la creación del batallón “15 de Abril”, a cuyo mando estuvieran los señores Reynaldo Villar y Leopoldo Espinosa ─quienes se batieron victoriosamente contra las tropas de López Jordán─, los oficiales sobrevivientes en aquella jornada, Sres. Policarpo R. de la Cruz, Inocencio Furques, Manuel Cepeda y Luis Luciano, se reúnen esa tarde en casa del señor Cepeda, (hoy Escuela Gervasio Méndez). Allí recordaron, entro otros, a los señores Ramón Nievas y Pastor Britos, quienes piadosamente habían recogido el cadáver de un oficial del “15 de Abril”, caído en calle del Puerto (hoy Alem), y lo habían entregado encajonado a su familia; y también otro acto humanitario del señor Britos, quien, al día siguiente, con médico y botiquín, se trasladó hasta el río Uruguay a ofrecer sus servicios a los muchachos de la Guardia Nacional. (11)

Otros desempeños. Además, el gobierno nacional lo designó miembro de la comisión de inmigración. Integró la comisión liquidadora del Banco Benítez. Formó parte de la comisión del Hospital y del Cementerio y en 1871, de la comisión de lucha contra la fiebre amarilla. También fue consejero del Banco de Entre Ríos y fundador de la Colonizadora Entrerriana.



Notas
(1) BACHINI, Elsa Beatriz; Conferencias; Gualeguaychú; Talleres Gráf. Gutenberg; 1973; p. 32.
(2) Los chanás era un pueblo indígena próximo a los charrúas, que habitaba en la Rca. Oriental del Uruguay, en la confluencia del río Negro con el Uruguay, zona de donde era oriundo don Pastor Britos.
(3) CUADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ; “Los Luises Clavarino”; El Argentino; Nº 194; pp. 1,2 y 3.
(4) ROMERO, Horacio; “Del Cabildo a las Municipalidades en Entre Ríos”; Gualeguaychú, Imprenta Gutenberg, 1949; p. 58.
(5) EL VOTO LIBRE; Año II; 8-7-1887;, p. 1, col. 5; Hemeroteca Inst. Magnasco.
(6) Op. cit. nota 6; Nº 188; 9-9-1887; p. 1, col. 4.
(7) Op. cit. nota 6; Nº 247, 25-11-1887; p. 1, col. 4.
(8) Op. cit. nota 6; Nº 205; 5-10- 1887; p. 1, c.1.
(9) Esta resolución ─que no satisface a los oficialistas, partidarios de la reelección del intendente Máximo Chichizola cuyo mandato concluía─ fue sumamente acertada y “la única que desarma el brazo de los que estaban prontos a recurrir a las vías de hecho” y “creían en los charcos de sangre”. Hubo un gran escándalo por los duros enfrentamientos entre las fracciones que aspiraban al gobierno municipal, se anularon las elecciones en las que resultó electo como intendente don Luis Clavarino, apoyado por “una banda popular de partidos” (“Club Liberal”, Pte. Pastor Britos, “Club Popular, Pte. Gustavo De Deken, “Club Popular, “Club Juventud, Pte. Emilio M. Goyri, “Club del Puerto”, Pte. Francisco Babuglia y “Club de Artesanos Pte.. Francisco Palladino”.
(10) LOS PRINCIPIOS;Año III; Nº 457; 4-8-1891; p. 2 , col. 3, Hemeroteca Inst. Magnasco.
(11) LAPALMA, Marta; Historias de Gualeguaychú; Buenos Aires; Fundación Federico Guillermo Bracht, Talleres Graf. EGISA INTEGRAL; 1989; p. 33.

LA MASONERÍA EN GUALEGUAYCHÚ. SUS LOGIAS Y SUS HOMBRES

Autor: Hugo Daroca.
Publicado en: Diario "El Argentino" los días 26/07, 02/08 y 09/08 de 2015.

Con frecuencia escuchamos preguntas como éstas: ¿qué es la masonería?”, ¿dónde están los masones?, ¿quiénes son?, ¿en qué lugar se reúnen?, ¿dónde funcionan sus templos o logias?, ¿hay masones actualmente en Gualeguaychú?
Trataremos de responder a estas inquietudes, comenzando por esta última, que es una de las más frecuentes. , hay masones en Gualeguaychú. Al menos hay hermanos que se reconocen – recíprocamente – como tales. Más aún tienen templo en la ciudad, espacio cerrado denominado también logia, en el que celebran las distintas tenidas o reuniones de trabajo.
La masonería ha sido considerada como una entidad misteriosa y se la supone secreta. En realidad es tan solo discreta. Su origen se remonta a los siglos XII y XIII cuando los artesanos comenzaron a unirse en gremios. Esta modalidad fue adoptada principalmente el gremio de los albañiles-constructores que integraban el gran maestro, los compañeros u oficiales y los aprendices.
Los secretos de cada oficio eran guardados celosamente y juraban “no” revelarlos jamás, tanto como los estatutos de la logia. Como ejemplo, se suele citar los cálculos para construir un campanario o la proporción de las aleaciones para fabricar una buena espada. Pero antes de seguir es interesante recurrir a la historia para saber en qué consiste la Masonería.
La palabra masón viene del francés Macón “persona hábil que hace o moldea algo, albañil” y procede de makón vocablo germánico que signica “hacer”. De masón deriva masonería, llamada en algunos lugares francmasonería, (de “Franc” quiere decir “libre” y “Macón”, albañil o constructor en su sentido más abstracto). Por consiguiente una traducción literal sería Constructor libre.
Fue en Alemania donde los obreros de la construcción, obligados a vivir en comunidad para construir edificios públicos, se constituyeron en asociaciones de ayuda mutua y resolvieron guardar el secreto de las artes y enseñar el oficio solo a obreros de capacidad y confianza en los talleres donde también conservaban las herramientas. Esta asociación se formó una vez que se edificó la Catedral de Estrasburgo. La fama de los masones se extendió y fueron llamados a construir otras catedrales y edificios.
Además, establecieron prácticas secretas que figuraban en la carta de ordenanza, las que debían ser acatadas por todos los individuos afiliados. La entidad de masones libres estaba compuesta de: maestros, compañeros, y aprendices. Al entrar a la Cofradía se comprometían a “no” revelar jamás las fórmulas y signos de la asociación, así como los estatutos y oficios. La sociedad de constructores de Estrasburgo llevó hasta 1440 el nombre de “Los Hermanos de San Juan”, por estar dirigidos por monjes y por evocar al santo, y fueron los primeros en usar el nombre de “Francmasonería”.

LA INICIACIÓN
El carácter iniciático implica que el ingreso se realiza con rituales y ceremonias precisas que tienen un significado simbólico. Estos consisten en la repetición de palabras, gestos y movimientos, a través de los cuales se utilizan y transmiten los símbolos masónicos que enseñan la forma en que pueden ser utilizados en la vida diaria. Por su parte el nuevo miembro manifiesta su “adhesión” a los principios, normas y estatutos masónicos y su firme decisión de “ponerse en camino” para alcanzar la superación personal.

COMIENZOS EN GUALEGUAYCHÚ
En el siglo XIX las ceremonias y los ritos secretos que celebraban los masones – especialmente el juramento de no revelar lo que allí ocurriera – crearon en nuestra ciudad un halo de misterio y de sospechas que despertaron desconfianza(1). Esto se fue disipando a medida que se conoció que la membresía estaba abierta a toda persona honorable y de buenos antecedentes que quisiera integrarse(2). Bastaba con que creyera en un ser divino superior (el Gran Arquitecto) y gozara de buenos antecedentes, por lo tanto admitía a personas de todas las religiones. Facilitó este cambio en la opinión pública el conocimiento de los nombres de sus integrantes y las obras filantrópicas que llevaban a cabo(3).
Además, podemos afirmar que en Gualeguaychú de esa época no existió “secretismo”, puesto que todo se hizo en forma pública, con anuncios previos a su realización, efectuados por medio de avisos publicados en los periódicos locales, los que posteriormente comentaban las distintas “tenidas” y sus ceremonias con diferentes rituales.
Las casas o edificios que utilizaban logias o templos no se ocultaban; en muchos casos exteriorizaban en sus frentes su condición de tales por los signos masones que colocaban o hacían construir en la fachada. Baste para ello citar, lo que aún hoy se observa en el edificio que fuera de “Operari italiani”, calle Montevideo 132, entre San Martín y Bolívar en cuyo frontispicio se encuentran moldeados en la mampostería los signos masónicos.
Pero lo cierto es que la masonería es una sociedad compleja en la que muchos críticos señalan anti-cristianismo y ocultismo.
El aire de misterio del que ha estado rodeada ha incidido en la escasez o en la falta de fuentes documentales, todavía de muy difícil acceso. Quienes se ocupan de su historia ofrecen muy raramente datos comprobables. Por esto debemos ser muy cautos, ya que mucho de lo escrito proviene de una compilación de relatos.
En lo que respecta a la documentación de los actos constitutivos de las logias de Gualeguaychú, creemos que se han perdido, que no existen. Ha trascendido que se enviaron a Montevideo(4) a la Gran Logia de Oriente, de la que Unión y Filantropía fuera una de las fundadoras en 1856, y que un incendio ocurrido el domingo 11 de Junio de 1882, destruyó la sede donde hubo doce personas fallecidas y pérdidas materiales y de documentos.(5)
Otro motivo de la falta de fuente es que en nuestra provincia el martes 6 de Junio de 1944, por orden del interventor nacional de Entre Ríos, teniente coronel Carlos María Zavalla, las fuerzas policiales invadieron los locales de todas las logias masónicas que funcionaban y se llevaron la documentación existente, y pocos días después les quitaron la personería jurídica y ordenaron que todos los bienes pasaran a poder del estado provincial. Posteriormente el presidente de la Nación General Farrell se vió obligado a destituir del cargo al interventor Zavalla y, nombró en su lugar al General José Humberto Sosa Molina.(6)
Por el contrario existe documentación que veremos cuando nos refiramos en forma más específica a la masonería en Gualeguaychú, elaborada prácticamente en que sucedieron los acontecimientos narrados, fuentes de gran valor que la ciencia de la historia califican de “documentación primaria”. Por supuesto serán presentadas tal como fueron escritas: sin modificación alguna.
Por lo general las reuniones se informaban y se publicaban en los periódicos que mostraban gran interés por las ceremonias masónicas. Los periodistas estaban ansiosos por revelar lo que creían que eran “los secretos” de la masonería. Veremos como en la segunda mitad del siglo XIX se formaron las logias locales. Fue en esta ciudad donde la masonería se instaló y prosperó, y también donde se desarrollaron importantes obras cívicas progresistas, principalmente educativas y filantrópicas.
Por último le cabe a Gualeguaychú el privilegio de que en ella se haya constituido la primera logia fundada durante la dictadura de Rosas – que perseguía a sus seguidores –, privilegio que se atribuye por error a la llamada “Unión del Plata” de la ciudad de Buenos Aires. La logia “Unión y Filantropía” será el tema de nuestra próxima entrega.(7)

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La primera logia que existió en Gualeguaychú fue la augusta “Unión y Filantropía Nº56, que tiene el altísimo mérito de ser la primera que se fundara en la República Argentina; sucedió en la época de Rosas – quién perseguía tenazmente a los masones a los que consideraba “salvajes unitarios”, por lo que desafió la tiranía del caudillo. Existe una duda sobre la fecha de su fundación: no sabemos exactamente si fue antes de 1842 o en 1851.
            El máximo exponente de la historia de la masonería argentina don Alcibíades Lappas, al referirse a Bernardo Ramón Goyri sostiene(8) que ...iniciado por su padre Don Juan Manuel de Goyri, quien fue uno de los fundadores de la logia Unión y Filantropía número 56 de Gualeguaychú, don Bernardo Ramón Goyri actuó en esa misma logia durante cinco lustros y la presidió hasta su deceso. Si tenemos en cuenta que Don Juan Manuel de Goyri fue muerto a lanzazos el 18 de Julio de 1842, debemos concluir que la logia Unión y Filantropía se fundó a más tardar en el año 1842. El prestigioso historiador don Isidoro J. Ruiz Moreno(9) comenta este episodio en los siguientes términos:
“El 19 de julio de 1842 una partida armada a las órdenes del capitán Pedro Hermoso, perteneciente a la división del coronel Eduardo Villagra, se presentó en la estancia Santa María, y Juan Manuel Goyri fue capturado junto con su mayordomo Bernabé Martínez, bajo la imputación de salvaje unitario. Conducidos amarrados, a poca distancia de su residencia, ambos fueron ultimados a lanzadas. Esa misma noche los hermanos Gianello embarcaron al hijo varón del infortunado Goyri, de nombre Bernardo, y lo hicieron escapar a Fray Bentos, río de por medio, para salvar su vida, e insepultados los cadáveres lo de los desdichados patrón y dependiente, recién el 22 de julio fue enterrado don Juan Manuel en Gualeguaychú, asentando el sacerdote en el acta que murió violentamente”.

Consideramos que Unión y Filantropía Nº 56 se funda entre los años 1839 y 1842 y que su primer presidente fue don Juan Manuel de Goyri. Esta creencia se basa en las afirmaciones de Alcibíades Lappas, que ya citamos. Sobre todo por el hecho de que Bernardo Ramón Goyri fue su Venerable Maestro (Presidente) durante cinco lustros, lo que permite deducir dos cuestiones: primero que ocupó tal cargo desde 1851 hasta 1876 año en que falleciera(10), –lo que hacen los 25 años mencionados(11) –, y segundo que para asumir la presidencia era exigible tener el grado masónico correspondiente. Este acredita que en 1851 era digno de todo respeto por la jerarquía de la que gozaba. En consecuencia cobra autenticidad la idea de Alcibíades Lappas que fue iniciado por su padre en la logia. También podemos sumar otros datos como que el Coronel Rosendo María Fraga fue iniciado como masón en Unión y Filantropía Nº 56 en 1849.(12)
En cambio los periódicos(13) de esta ciudad, que defendían con ahínco el prestigio y orgullo que representaba para Gualeguaychú, y para la logia “Unión y Filantropía Nº 56” ser la primera en veinte años de tiranía, tomaban 1851 como año de fundación. Así lo expresaba el periodista:
“Un año antes de la caída de Rosas, en 1851, fue establecida en esta ciudad una logia “Unión y Filantropía” y a Gualeguaychú, pues, le toca el honor de ser el primer pueblo de la República Argentina que estableció una logia masónica, siguiendo la segunda la “Unión del Plata”.
No es un sentimiento de egoísmo el que nos dicta esta rectificación, sino que no se puede despojar a Gualeguaychú de un honor del que se enorgullece, y a la logia Unión y Filantropía que hoy funciona con más crédito que nunca, la justa honra de ser la primera después de 20 años de tiranía, que con sólo siete hermanos decididos dieron a los otros pueblos la señal de levantar otras columnas”.

Fundada en 1841 o en 1851 esto no cambia las cosas. De cualquier manera es la primera.
            Asimismo algunos historiadores ubican la fundación en el año 1851, como es el caso del Padre Borques(14) que dice:
“Durante la tiranía las logias desaparecieron del país, pero meses antes de la caída del General Rosas, esto es en 1851 cuando terminaba la campaña del Estado oriental, Urquiza vino a Gualeguaychú acompañado de numeroso y selecto séquito de diplomáticos militares y políticos, fue en entonces que algunos de ese séquito dejaron establecida en esta ciudad la logia Unión y Filantrópicos. Pudiendo agregar para ampliar el dato que las actas y demás papeles de aquella logia fueron remitidas después a Montevideo”.

Sin embargo en 1851 tiene lugar un hecho de singular importancia. La augusta logia Unión y Filantropía Nº 56 recibe en esta ciudad a visitantes masones procedentes de la Logia San Juan de la Fe de Paraná(15). Otra demostración de que con anterioridad a 1851 estaba constituida en Gualeguaychú.
Para constituir una logia masónica “justa, perfecta y regular”, como lo fue la augusta logia Unión y Filantropía Nº56, se requería –indefectiblemente- que al momento de su constitución reuniera al menos siete masones, quienes debían acreditar -con la documentación respectiva- el carácter de tales(16), y levantar columnas. Requisito que cumplieron al momento de su constitución, y lo hicieran bajo los auspicios de la masonería del Uruguay ya que entonces en nuestro país no había ninguna actividad masónica y, además, esto era factible porque don Juan Manuel de Goyri vivió y combatió durante varios años en Montevideo, por lo que no solo tenía compañeros de armas, sino numerosos amigos masones.
Alguna de las logias del Uruguay le otorgó – bajo número de Acta 56 – la carta o patente constitutiva para que constase la regularidad de su constitución, y gozara de los privilegios que tal calidad les confiere.

El Supremo Consejo y Gran Oriente de Montevideo
La Masonería en el Uruguay había progresado en forma lenta, pero constante, de manera muy diferente a lo que ocurrió en nuestro país, que a partir de la década de 1830 sufrió una larga paralización impuesta por la dictadura de Rosas. Mientras tanto, Montevideo – al influjo de los exilados políticos se convirtió en el centro de la masonería del Río de la Plata.(17)
El 7 de octubre de 1854, obtuvo del Supremo Consejo y Gran Oriente de Brasil, el encargo de “...fundar, constituir y establecer el Supremo Consejo del mismo rito en la República Oriental del Uruguay...”, lo que concreta el 21 de noviembre de 1854 cuando se funda el Supremo Consejo y Gran Oriente de Montevideo.
A partir de entonces, Gabriel Pérez comienza la tarea de promover la unificación y la regularidad de las logias y cuerpos masónicos que funcionaban en el país, y alcanza el éxito perseguido cuando el Gran Oriente del Brasil reconoce al Supremo Consejo y Gran Oriente de Montevideo como potencia masónica, independiente y regular el 17 de Julio de 1856.
Entre las logias fundadoras siete de ellas se encontraban en la República Oriental y dos eran de Argentina: Unión y Filantropía de Gualeguaychú y Unión del Plata de Buenos Aires. En 1857 se constituyó, por reconocimiento de la Masonería uruguaya, el Supremo Consejo y Gran Oriente de la Argentina, actualmente Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.
A Unión y Filantropía Nº 56 le correspondió el altísimo honor de formar –junto a las principales logias de la República Oriental del Uruguay y la logia madre de la masonería Argentina “Unión del Plata” el Supremo Consejo y Gran Oriente del Uruguay en un plano de absoluta igualdad institucional lo que implica ser reconocida en tres países como una logia JUSTA, PERFECTA Y REGULAR.
En la próxima entrega nos referiremos al desenvolvimiento de esta logia en la ciudad.

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La augusta y respetable logia Unión y Filantropía Nº 56 tuvo su templo en la casa del constructor italiano Domingo Repetto, ubicada en calle del Plata Nº 203 (hoy Luis N. Palma), propiedad en la que el 1º de septiembre de 1887 se instaló el Registro Civil Municipal(18) y, posteriormente, se construyó el edificio de la sociedad “Argentinos y Orientales”.
Hasta ese entonces el desarrollo urbano de la villa había sido muy lento: abundaban los ranchos, eran escasas las casas de azotea y había muchos terrenos baldíos. Se trataba de un lugar apartado y oscuro, tal como describiera la ubicación del templo un cronista.(19) En ese recinto realizaban sus tenidas los masones y el Venerable Maestro don Bernardo Ramón Goyri, una vez asegurado de que estaban a cubierto de indiscreciones profanas, y protegidos, golpeaba el mallete contra la mesa y expresaba: “Silencio. Silencio en logia, mis hermanos”, momento de singular trascendencia y recogimiento para sus miembros, a quienes invitaba a concentrarse en sí mismos y a prepararse para escuchar con más atención las palabras que proseguían.
Las primeras actividades que se conocen de los masones en Gualeguaychú datan de la década de 1850. Eran tiempos difíciles para la organización nacional y especialmente para Entre Ríos, la segunda provincia del país. Abundaban los enfrentamientos políticos y bélicos.
El general Urquiza, que había sabido vencer y destrozar al ejército de Rosas, no lograba que los porteños confiaran en él y lo aceptaran políticamente. La clase dirigente de Buenos Aires quería separarse del resto de las provincias y estas, en cambio, aspiraban a unirse democráticamente bajo una forma de gobierno representativa, republicana y federal; aspiraban a establecerse constitucionalmente.
La provincia de Buenos Aires inicia el 11 de septiembre de 1852 un ciclo de revoluciones y hostilidades bélicas tendientes a lograr la separación del resto del territorio, que continúan en el mes de noviembre cuando envían una expedición militar comandada por los generales Juan Madariaga y Manuel Hornos, para que tomaran las ciudades de Gualeguaychú y de Concepción del Uruguay. Buscaban distraer a Urquiza e impedir que se reuniera el Congreso Constituyente.
Dentro de ese contexto histórico estaban insertos los masones de esta ciudad, dignos ciudadanos, respetuosos de la persona humana y defensores de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Combatían la ignorancia y la pereza, al mismo tiempo que la injusticia y la violencia. Predicaban con el ejemplo. Eso sí, “tampoco era un juego de desocupados caballeros”.(20)
Al referirse a la masonería en Gualeguaychú, un historiador sostiene: “…como se sabe, los adeptos a esta eran mitritas, y por lo tanto contrarios a Urquiza”.(21) Sin embargo no era tan así. Mitre, en el orden nacional, integraba el partido liberal y Urquiza, también; entonces, se tomaban posiciones de acuerdo con los principios rectores que eran los de libertad, igualdad y fraternidad.
Lo sorprendente es que la prensa de Gualeguaychú la emprendió desde el comienzo contra los masones intentando desprestigiarlos. El padre Borques, al referirse al periódico El Duende, expresa: “...lo que nos sorprende sobremanera es ver que este periódico levantó bandera contra la masonería”.(22) En realidad no se trataba de El Duende,(23) los ataques provenían del periódico La Época y eran intensos y apasionados, según deducimos por el tenor de las respuestas de los agraviados.
Los ataques fueron realizados por el periodista Isidoro de María, acompañado de su hijo Dermidio. De cualquier manera, los dos periódicos eran editados en la imprenta Gualeguaychú de Isidoro de María, por lo que podía utilizarlos indistintamente. No esbozaban cuestiones principistas, sino que la emprendían directamente contra el honor de sus integrantes, sin fundamentos, y los menospreciaban. Varias de las personas injuriadas respondieron a través de las páginas de La Esperanza de Entre Ríos. Entre ellos, el señor Bernardo Ramón Goyri, quien repudia las expresiones de Isidoro de María, al que considera un vil y cobarde injuriador. En la misma solicitada asume la defensa de su respetable amigo don Cayetano Valls, del que expresa “…que aunque lleva modestamente el delantal del artesano, es mucho más que otros digno de vestirse con el frac de caballero”.(24) Al mismo tiempo, también le responden a de María, rechazando las imputaciones, los señores Anacleto Durruti y Luis Vidal, los que se refieren también a los términos injuriosos, especialmente a los empleado, en la editorial del Nº 63 de La Época.(25)
Un suelto editorial de La Esperanza de Entre Ríos, titulado “Refinada Mala Fe”, se refiere a la conducta de Isidoro de María que aprovecha la ausencia del señor Eleuterio Grané ─que no estaba en la ciudad y no podía defenderse─ para atacarlo, en una actitud que “no lo honra”.(26)
Sobre la situación de la prensa en Gualeguaychú, nada más certero que transcribir las palabras del padre Borques que dice: “Estos hechos vienen a confirmar dolorosamente cuanto hemos dicho más arriba, a saber que tuerce su elevada misión la prensa, cuando dejando de ser vocero impersonal de altos ideales, se convierte en vehículo de ideas perniciosas y de desahogos personales”.(27)
El director responsable de La Esperanza de Entre Ríos era el francés José Lefèbre, masón y recipiendario de la mayoría de los embates, que llevó la peor parte, pero nada le impidió refutar los improperios y seguir escribiendo. Las burlas que le hacían por ser hojalatero las rebatía con singular ingenio y buen humor. Hacía gala de su ideario liberal y progresista y consideraba que solo se alcanzarían estos principios con la unión nacional y la plena vigencia de los postulados republicanos establecidos en la Constitución.
También era redactor y masón el señor Honoré Roustan, de nacionalidad uruguaya, que posteriormente sería el director del prestigioso periódico El Eco de Entre Ríos, y quien creó, junto a otros fundadores, el Recreo Argentino. Fue enérgico defensor de la libertad y de los derechos ciudadanos. La Esperanza de Entre Ríos publicaba numerosas colaboraciones, solicitadas y remitidos sobre variados temas, especialmente los que hacían referencia a la libertad. Como masones, estos hombres tenían la concepción ─y la difundían─ de que a través de esa institución era mucho más factible, gracias al número de integrantes y a su fuerza moral, que la provincia de Buenos Aires se incorporara al resto del país. Y en tal sentido trabajaron.
Por otra parte, permanentemente se le cuestionó a Isidoro de María que ejerciera el cargo de vicecónsul de la República Oriental, ya que por ser propietario de la imprenta y editor de diversos periódicos en la ciudad, recibía un sueldo del gobierno argentino, lo que era incompatible con aquel cargo uruguayo. Cuando el gobierno oriental lo reemplaza, se niega a entregarle el puesto al recién designado don Eleuterio Grané. Por eso, cuando este contesta las ofensas proferidas por de María(28), hace mención al hecho de que el periodista está anatematizando la política de su propio gobierno, pero a la vez deja sentado que quitarle esta representación sería despojarlo del único valor que puede ostentar.. Poco tiempo después se le hace imposible a Isidoro de María su estada en la ciudad y se vuelve a su país.

Actividades cívicas de la masonería
La primera actividad cívica que de ellos se conoce es la fundación de la Sociedad de Socorros Mutuos el 1º de julio de 1855, iniciativa del masón francés José Lefèbre. Comenzó a funcionar con 75 socios fundadores, y a fin de ese año ya contaba con 190, y $760 pesos en caja. Según el criterio de la masonería, las iniciativas se despersonalizan y pasan a ser obras de todos, por eso mencionamos también como fundadores a los señores Apolinario Benítez, Juan Iriarte, Juan Cinto, Amadeo Gras, Fernando de la Vergne, Augusto Poitevin y Santiago Sauberan, que constituyeron la primera sociedad de socorros mutuos de nuestro país. Obra fraternal que alcanzó gran éxito por sus principios solidarios de ayuda a los demás. Por una cuota mensual garantizaba a sus socios asistencia médica gratuita, la provisión de los medicamentos y otros servicios, como la ayuda fúnebre, y contaba con un panteón en el cementerio viejo. Por este último motivo los socios volvieron a reunirse con el fin de resolver la situación.(29)
La Sociedad de Socorros Mutuos se extinguió por la quiebra del tesorero, el banquero D. Juan Oxandaburu, el 1º de noviembre de 1871, quien era copropietario del banco Oxandaburu y Garbino.(30)
Conocida la pérdida de los fondos, ante la imposibilidad de seguir prestando los servicios, el administrador y los asociados reaccionan de inmediato, igual que los directivos, y convocan a diversas reuniones que no impiden la liquidación. Publican una solicitad, en la que entre otras cosas expresan: “Después de 16 años de existencia de la Sociedad de Socorros Mutuos, se retira en presencia de exigencias incalificables a las cuáles le ha sido imposible hacer frente y sobre todo en un momento en que un siniestro comercial ocasionado por el tesorero, le quita el recurso de los fondos sociales, habiendo sido acumulados con la estricta economía y la buena voluntad de los sostenedores de la Sociedad de Socorros Mutuos de Gualeguaychú, la primera establecida en la República Argentina”.(31)
            A la sociedad mutual le resulta imposible, sin las reservas, seguir cubriendo los servicios a sus asociados por lo que resuelve su disolución.(32) Se suspenden en momentos en que iban a ser más necesarios y apreciados.

NOTAS
(1) “EL NOTICIERO”; Año XII, Nº 1704, 6 de Enero de 1891 – Hemeroteca del Instituto Magnasco.
(2) BACHINI Elsa Beatriz; “Conferencias”, Pág. 165/66 – Talleres Gráficos, Mayo 1973, Gualeguaychú.
(3) “EL TELÉGRAFO”; Año IV, Nº 973, 8 de Enero de 1879, Pág. 2/Col 4 – Hemeroteca Biblioteca Popular Sarmiento.
(4) BORQUES Juan Carlos; “Ensayos Históricos sobre el Periodismo de Gualeguaychú”, Pág. 49 – “Imprenta Gualeguaychú”, San Martín 471, Gualeguaychú, 1919.
(5) “EL NOTICIERO”; Año III, Nº 410, 18 de Junio de 1882, Pág. 1/ C 1, 2 y 3 – Hemeroteca Biblioteca Popular Sarmiento.
(6) LAPPAS Alcibíades; “Logias Masónicas en la ciudad de Paraná”, Revista de Historia de Entre Ríos Nº 7, Pág. 89-147 –Impresiones Arauco, Perú 565, Buenos Aires, 1973.
(7) BOMPADRE Rolando; “Masonería – Unión del Plata, Historia de la Augusta y Respetable Logia Madre” – Editorial Dunken, Impresiones Dunken, Ayacucho 357, Noviembre 2013, Buenos Aires.
(8) LAPPAS Alcibíades; “La Masonería Argentina a través de sus hombre” – Tercera Edición, Pág. 237.
(9) RUIZ MORENO Isidoro J.; “Estudios y documentos de Historia Entrerriana” – Tomo I, Pág. 280, Talleres gráficos de Birkal Elohym, Octubre 2009, Colón.
(10) GRAS, Mario César; “El Pintor Gras y la Iconografía Histórica Sud Americana” – Pág. 232, El Ateneo, Ciudad de Buenos Aires, 1946.
(11) RUIZ MORENO Isidoro J.; “Goyri de Gualeguaychú” en revista Centro de Genealogía de Entre Ríos, Revista Nº 2 pp. 13/18, Impresiones Dunken, Ayacucho 357, Ciudad de Buenos Aires – 2004.
(12) LAPPAS Alcibíades; Ob. Cit. Pp. 210/11.
(13) “EL TELÉGRAFO”; Año IV- Nº 465, Lunes 25 de Agosto de 1879, Pág. 1/Col 2 y 3. (Aclaración: el subrayado pertenece al autor de esta nota)
(14) BORQUES Juan Carlos; “Ensayos Históricos sobre el Periodismo de Gualeguaychú” – Pág. 48, Imprenta Gualeguaychú, San Martín 471, Gualeguaychú 1919.
(15) LAPPAS, Alcibíades; “Logias Masónicas en la ciudad de Paraná” en Revista de Historia de Entre Ríos Nº 7, Pág. 90 –Impresiones Arauco, Perú 565, Buenos Aires.
(16) Ob. Cit. Pág. 100.
(17) PASQUALI Patricia; “La Masonería en la Unión Nacional” en revista “Todo es Historia”, Nº 473- pp. 6/21 Impresora Alloni Av. Patricios 1630, Ciudad de Buenos Aires 2006.
(18) EL VOTO LIBRE, Año II, Nº 176, 3/9/1887, P.3, col. 2. Hemeroteca Instituto Magnasco.
(19) EL NOTICIERO, Año XII, Nº 1704, 05, 6/1/1891, P.1. Hemeroteca Instituto Magnasco.
(20) DANERI DELGADO, Carlos Lisandro. “Crónica informal” (inédito), Gualeguaychú, junio de 1992, pp. 33/34, Biblioteca Popular Sarmiento.
(21) BACHINI, Elsa Beatriz. Conferencias. Aporte a la historia de Gualeguaychú, Gualeguaychú, Talleres Gráficos Gutenberg, 1973, P. 159.
(22) BORQUES, Juan Carlos. Ensayos históricos sobre el Periodismo de Gualeguaychú, Gualeguaychú, Imprenta San Martín, 1919.
(23) Ibid.
(24) LA ES PERANZA DE ENTRE RÍOS,  Nº 35,  27/10/1858,  p. 2,  cols. 1/2.
(25) Ibid.
(26) Ibid.
(27) BORQUES, op. cit., p. 58.
(28) ESPERANZA DE ENTRE RÍOS, Nº 17,  15/9/1858, p. 1,  col 4 y p. 2, cols. 1, 2 y 3.
(29) EL NOTICIERO,  Año  III, 6/8/1882,  p..  3, col.  4,  Hemeroteca Biblioteca Sarmiento.
(30) EL CHIMBORAZO, Año II,  Nº 131, 20/10/1875,  p. 3, col. 5, Hemeroteca Biblioteca Sarmiento.
(31) EL GUARDIA NACIONAL, Año I,  Nº 50,  21/10/1871, p. 3.
(32) Ibid.

EL BANCO DE MAUÁ

    

Por Hugo Daroca

Publicado en El Argentino, 21 y 28 de junio de 2015




   
  En agosto de 1861 se produce el cierre de la “Sociedad de Cambios, Emisión y Descuentos” por decisión del gobierno provincial. Gualeguaychú queda sin ninguna entidad bancaria, renace el atesoramiento de metales y de moneda metálica, convertidos en capitales ociosos, y escasea la moneda de cambio. Por eso, la apertura de la sucursal Gualeguaychú del Banco Mauá, el 1 de Julio de 1864, en la intersección de las calles Urquiza y Salta (hoy Seguí) fue recibida con gran beneplácito. 
  Su propietario era el poderoso comerciante, industrial, banquero y diplomático brasileño, don Ireneo Evangelista de Sousa, conocido como el “Conde Mauá”. Gran financista, “su nombre es pronunciado en las cuatro partes del mundo; el propio héroe de Julio Verne, el de 'la vuelta al mundo en ochenta días', el imperturbable caballero Philips Foggs tiene cuenta corriente en el Banco de Mauá”. (1) 

Introducción

  El banquero brasileño es designado por el emperador, con el título nobiliario de barón, por asistir financieramente a su gobierno y dar comienzo a la construcción de la primera red ferroviaria entre Río de Janeiro y Petrópolis. Años después, pasa a ser Vizconde de Mauá por el tendido de una red submarina entre Europa y Brasil que le permitiera al emperador comunicarse con el Papa y la reina de Inglaterra.
  En 1851 arriba a Montevideo y por su actividad financiera se relaciona indirectamente con el General Urquiza, a quien le presta el dinero, que el emperador le había prometido al firmarse la alianza entre las provincias de Entre Ríos, Corrientes y los estados de Brasil y Uruguay. El Comandante en Jefe del Ejército grande recibió $400.000 fuertes para esa campaña.

Acuerdo con la Confederación

 En Abril de 1856, el barón de Mauá dirigió una carta al Ministro de Hacienda de la Confederación Argentina, y una copia de ella al General Urquiza, en la que invocaba la prioridad que le correspondía para instalar un banco y la obligación del Gobierno de mantener lo expresado en la ley del 6 de Julio de 1855.
 El 28 de noviembre de 1857 llegó a Paraná para considerar la apertura de un banco y en sólo 48 horas acordó con Urquiza un convenio, que fue aprobado por el Poder Legislativo. Por él se le otorgaba licencia para instalar en Rosario una entidad que se denominaría: “Banco Mauá y Cía.” y otra en Buenos Aires, con facultad de acuñar monedas y emitir billetes hasta el triple de su encaje metálico y autorización para realizar todas las operaciones propias de un banco de depósitos y descuentos, más la de emisión monetaria. Se conviene, además, que el banco recibirá toda la recaudación nacional y sus deudores se considerarán deudores del estado.

Banco de Mauá y Compañía

 El 2 de febrero de 1858 el banco Mauá abrió sus puertas en Rosario. Se convierte en la primera entidad privada de la Confederación, creada en los momentos más difíciles para conseguir capitales destinados a emprendimientos financieros, con 800.000 pesos de capital, y la facultad de emitir billetes de circulación en todo el país, excluida la provincia de Buenos Aires.
  Su naturaleza jurídica es la de una sociedad en comandita por acciones. La responsabilidad del barón de Mauá, como socio comanditado era ilimitada, en cambio la de los socios comanditarios tenía como límite el valor de las acciones aportadas. (2) 
 De inmediato pone en circulación sus propios billetes en valores 1/2, 1, 2 y 5 pesos, impresos de un solo lado, en Inglaterra, en papel de seda de excelente calidad, con la leyenda de su valor, cuya autenticidad estaba daba por la firma del gerente de sucursal. En esta emisión existía una operación bancaria previa que justificaba su circulación como billetes de banco.
  El Banco Mauá fue atacado desde un principio por clientes y funcionarios que reclamaban que debía estar al servicio “incondicional” de su clientela. Eran los comerciantes a quienes más molestaba la buena gestión bancaria del Mauá, pretendían que se les concediera créditos por montos ilimitados y sin que se analizara su solvencia. Por el contrario, antes de otorgar crédito, el banco calificaba al solicitante, de quien tenía en cuenta sus antecedentes, el rubro en que operaba, también su patrimonio, y la cuenta de ganancias y pérdidas, con especial análisis del índice de endeudamiento. De conformidad con esos datos era el monto del crédito que le otorgaba al cliente. Intentaba asegurarse la solvencia de sus deudores como una garantía para sus acreedores. Buscaba que a su vencimiento pudieran devolver el monto prestado. El banco brindaba un servicio, y por ello pretendía un rédito.
  También se le criticaba por haber puesto pocos billetes de banco en circulación y pedían que se aumentara la cantidad. Consideraban que debían aprovechar este privilegio, aunque los tenedores se sirvieran poco de ellos. Era poco su uso. Continuaban usando la moneda metálica como circulante y solo lo utilizaban para maniobras de agio que realizaban en Buenos Aires o Montevideo. El banco, que estaba limitado en la tasa de descuentos, no podía competir. (3)
   La circulación de la moneda boliviana adulterada –ampliamente aceptada por el comercio y la población– causaba otra dificultad para el banco Mauá. Era muy difícil saber el metal que predominaba y la cantidad. (4) La moneda boliviana entraba al país desde el año 1829 y durante medio siglo era falsificada. (5) No obstante circulaba por su valor nominal, mayor al intrínseco, y terminó afectando a casi toda la plata que se acuñaba anualmente en la Casa Nacional de Moneda de Potosí, pero se mantuvo por el “señoraje” que obtenía el gobierno boliviano. El Barón Mauá siempre se opuso a esta circulación y la negativa de la Confederación le ocasionó serios perjuicios.
  Los especuladores cambiaban las onzas de oro que importaba el Barón de Mauá por moneda bolivianas falsificadas que no tenían el valor indicado. Esta acuñación se hizo en Bolivia hasta fines del siglo XIX.
 La situación conflictiva que se vivía generó desacuerdos con el gobierno de la Confederación, que en octubre de 1860 le rescindió la concesión al Banco Mauá. No obstante, éste no cerró y pasó a funcionar como sucursal de la casa central de Montevideo, y con sucursales en Paysandú, Salto y Mercedes de la República Oriental del Uruguay.
  El 3 de septiembre de 1865 estableció en Rosario la primera Caja de Ahorros, lo que constituyó una notable labor social, porque hasta ese momento los trabajadores no tenían dónde depositar sus reservas y ganar intereses. (6)
   Entre los hechos que deben destacarse de este banco está que fue el primero en luchar contra la aversión y desconfianza que provocaba la circulación de billetes y el mantener durante toda su vida una postura principista.

Se autoriza la instalación y funcionamiento de los bancos privados

 En 1863 el gobierno de la Confederación modificó su política bancaria y autorizó el funcionamiento de bancos particulares de emisión. De inmediato, aprovechando esa apertura legislativa, la Provincia de Entre Ríos y el Banco Mauá celebran un convenio para “el descuento de algunos créditos a favor del Gobierno provincial en billetes a 17 pesos por onza”. En un decreto del 15 de Noviembre de 1863, (7) se concede autorización para que los billetes del Banco Mauá sean admitidos en pago de impuestos, y puedan ser descontados a la par en cualquier de los bancos “resellados para su circulación en esta Provincia” y señala que esta institución bancaria “muy pronto establecerá sucursales en esta Provincia”. Probablemente esta es la primera oportunidad en la que se habla del establecimiento de una sucursal en Gualeguaychú. Así se induce del informe que el gobernador pasa al contador General para la consideración de los créditos contratados. 
 Al año siguiente, encuadrada la entidad financiera dentro de las nuevas disposiciones legales vigentes, el Banco Mauá reinició sus emisiones de papel en valores de uno y dos pesos moneda boliviana. Algunas de estas piezas llevaban en el reverso un sello –atravesado- que decía “Gualeguaychú” para que circulase en esta ciudad entrerriana y en toda la provincia.

Sucursal Gualeguaychú

  En mayo de 1864, antes que se abriera esta sucursal, el gobierno provincial inicia contactos con ella con el fin de conseguir asistencia financiera mediante un préstamo. Lo hace por intermedio del Senador Nacional Dr. Benjamín Victorica, a fin de sentar las bases a las que se ajustaría el contrato a suscribir para la celebración del empréstito.
  Una vez aceptadas las condiciones, se someten al análisis del Cuerpo de Ministros de Entre Ríos y comienza un intercambio epistolar que termina con la firma del convenio del 4 de agosto de 1864, que fuera aprobado por ley. En las tratativas impera en forma liminar y primordial la instalación de una agencia o sucursal en Gualeguaychú.
  La nota del 14 de junio de 1864 del gerente de la casa central del Banco en Montevideo, don F. L. Da Costa Guimaraens, dirigida al negociador Dr. Benjamín Victorica textualmente decía: “hemos juzgado recíprocamente conveniente el empréstito al Gobierno de Entre Ríos y establecimiento de una sucursal del Banco Mauá en Gualeguaychú que emitirá papeles de banco de la misma firma en el Rosario con un sello especial”. (8)
  Posteriormente y por nota del 28 de julio del mismo año el gerente Da Costa Guimaraens se dirige a los señores ministros y les ofrece que el contrato se firme en la capital de la provincia con “el gerente del Banco Mauá establecido en Gualeguaychú, yendo el citado gerente a esa capital si así lo creyeren conveniente”. Más adelante les informa que: “En esta fecha aviso al Sr. D. Francisco Fernández Blanco para que de acuerdo con ello pase al Uruguay a firmar el contrato convenido con el Sr. Senador Dr. Benjamín Victorica”. (9)
  El 5 de agosto de 1864 se firma un convenio con la Provincia de Entre Ríos por el cual este banco presta al gobierno cien mil pesos en billetes de emisión y establece una sucursal en Gualeguaychú para que emita papel moneda con un sello especial para su circulación en la provincia. (10)
 El contrato suscripto se encabeza de la siguiente forma: “Los ministros generales del gobierno de Entre Ríos con el objeto de regularizar los gastos de la administración y satisfacer como una condición de crédito y moralidad administrativa, tanto los sueldos actuales del presente o próximo como con toda puntualidad los que más adelante se devengaren, han sido autorizados por el Excelentísimo gobernador de la provincia para concluir y firmar con el gerente de la sucursal del Banco Mauá del Rosario de Santa Fe establecida en Gualeguaychú el siguiente contrato”, Uruguay, agosto 5 de 1864, Nicanor Molinas, José Joaquín Sagastume. P. P. de Mauá y Cia. Francisco Fernández Blanco. (11)
  El Banco de Mauá encuadrado legalmente, reinició en 1864 la emisión de billetes de banco en valores de uno y dos pesos bolivianos. Algunas de estas series llevaban en el reverso un sello que decía “Gualeguaychú”, destinadas a circular, no sólo en esta ciudad, sino en la provincia. Es conveniente recordar que el Banco Mauá imprimía sus billetes en Gran Bretaña y los hacía en papel de seda, con el reverso en blanco, sin ninguna leyenda, por lo que el sello con el nombre de esta ciudad se destacaba fácilmente. (12)
  El contrato fue aprobado por la ley, sancionada el 22 y promulgada el 25 de octubre de 1864. (13)
  De las tratativas previas para la celebración del contrato se induce que fue una condición impuesta por el gobierno provincial, al frente del cual estaba el gobernador, nuestro vecino, don José María Domínguez, pero como lo sostenía la historiadora brasileña –que estuviera exiliada en nuestro país varios años-, “la diferencia que tenía con sus contrincantes era que transformaba su discurso en acción". (14)

Fecha de apertura de la sucursal

  La fecha fue el 1 de julio de 1864, tal como se desprende del “comunicado” publicado el 5 de marzo de 1865 (15), en “La Democracia”. 
Transcribimos el texto:


BANCO MAUÁ Y CA.
Hacemos público que desde la fecha establecemos en Gualeguaychú, Provincia de Entre Ríos, una sucursal de este Banco cuya gestión está confiada al Sr. D. Francisco Fernández Blanco completamente autorizado al efecto.
Dicha sucursal emitirá billetes que llevarán un sello especial.
Rosario 1º de Julio de 1864
pp. Mauá y Ca.
P.J. Da Rocha


  La agencia se instaló en calle Urquiza, esquina Salta, como resulta del aviso del 4 de enero de 1865 citado, que estaba titulado con grandes caracteres y decía:


AGENCIA DEL BANCO MAUÁ
Calle Urquiza esquina la de Salta
La tasa de interés en cuenta corriente hasta nueva resolución será la siguiente:
Para los saldos a nuestro favor 18 p
Para los saldos contra nosotros 12 p
A los depósitos a plazo fijo se abonará interés convencional.
Gualeguaychú, 2 de Enero de 1865.
P p. Mauá y Ca.
F. Fernández Blanco


  La sucursal realizaba todas las operaciones propias de una entidad bancaria. Ofrecía el giro y toma de letras sobre las plazas de Buenos Aires, Rosario, de nuestro país, y de Montevideo, Salto, Paysandú y Mercedes de la República Oriental, y especialmente la apertura de una cuenta con características más de una cuenta corriente que de cuenta bancaria.
  Atendía al público desde las 9 de la mañana hasta las 4 de la tarde.
  En 1866 el Banco Mauá se traslada a la calle 24 de Enero (hoy 25 de Mayo). Así lo destaca un aviso comercial publicado por “El Bazar y librería del Plata” (16) en la que informa que su domicilio está frente al Banco Mauá.
  Lo cierto es que la agencia Mauá se incorpora a la vida de Gualeguaychú como única casa bancaria. Realiza todo tipo de operaciones bancarias, pero desde el comienzo su gestión está signada por las dificultades financieras, tanto de la institución como las de la provincia y la ciudad.
  Cabe precisar que el contrato del 5 de agosto de 1864, fue aprobado por ley promulgada el 28 de octubre de ese año. (17)

Incumplimiento al comienzo de 1865

  Apenas unos meses cumplió con sus compromisos, ya en enero de 1865 deja de convertir en oro las notas bancarias presentadas al cobro. No solo las de otras sucursales, sino también las que llevaban el sello de la casa y la firma del gerente de Gualeguaychú, Señor Federico Fernández Blanco. El incumplimiento provocó, no sólo, la reacción de clientes y pobladores, sino también de la prensa local, la que -como ya expresamos- estaba integrada por periodistas de fuste que eran formadores de opinión. Entre ellos destacamos a Eugenio Enciso, contratado en Buenos Aires para debatir con la enjundia del venerado Olegario V. Andrade. (18) En enero de 1865 (19) el periodista sostuvo que si el deudor (Banco Mauá) se resiste a pagar “debe ser perseguido en todas partes”, y que la conducta que seguía contrariaba todos los anuncios que había hecho en el sentido de que “sus billetes serían pagados a la vista en todos los bancos o sucursales”. Y agregaba que el convenio hecho con un tercero para despojar a sus acreedores no puede perjudicar a estos. Además, dejaba sentado que “si el Banco Mauá no paga los billetes 'a la vista' debe ser arrastrado ante los tribunales que lo condenarán a pagar.” Para el periodista de La Democracia “la sucursal de aquí está en la estricta obligación de abonar esos billetes al serles presentados”. Sin embargo, en algo atenuaba sus reflexiones porque sostenía que la sucursal local no era responsable de la situación creada por la casa principal, pero que ella tiene que cumplir con los tenedores de billetes del Banco Mauá, correspondiera a la emisión que correspondiera – afirmación basada en el hecho de que en algunas oportunidades el banco pagaba con billetes emitidos en Montevideo operaciones realizadas en Gualeguaychú-.

Lo sucedido en Montevideo

  La decisión de la entidad de no pagar a la vista, se tomó al amparo de lo sucedido en Montevideo, donde el 7 de enero el presidente de la vecina república, don Atanasio Cruz Aguirre, dictó un decreto por el cual los Banco de Emisión y Descuentos Mauá, que tenía la casa central en esa ciudad, y el Banco Comercial debían conceder al estado un empréstito forzoso.
  Obligado el Banco Mauá a otorgar este empréstito (la suma ascendió a pesos quinientos mil) al estado uruguayo –como compensación–, releva a la institución del compromiso de satisfacer a la vista las notas bancarias que se libraban, las cuales hasta el momento eran recibidas como moneda confiable y circulante, y se les otorga carácter de curso legal. De un plumazo, los billetes del banco dejan de ser convertibles y pierden la seguridad que brindaba la vigencia del patrón oro.
  La entidad, liberada de la obligación de convertir las notas en metálico, en lugar de rechazar el ofrecimiento y de seguir cumpliendo los compromisos con su clientela, guarda silencio, no hace ninguna declaración, ni renuncia a esa facultad tan arbitraria e inmoral, y aprovecha la disposición del gobierno Uruguayo.
  En la República Oriental estaban la casa central y varias sucursales, y en ellas hubo reacciones de distinto tipo y hasta contradictorias. Es ejemplar lo que resolviera la Sucursal Mercedes (R.O.U.) –ubicada kilómetros de Gualeguaychú– que de inmediato –el 13 de enero de 1865– dicta un comunicado en el que hace pública su decisión de continuar convirtiendo en oro las notas de esa casa que tengan el timbre de Mercedes, sin aprovecharse de los derechos emanados del citado decreto. El Barón de Mauá había comprado en Mercedes una estancia de 160.000 hectáreas que las convirtió en un modelo para la cría de animales. (20) A cinco kilómetros de esa ciudad erige “un palacio” en el que actualmente funciona un Museo. (21)
  Por el contrario, la sucursal Paysandú después del decreto no volvió a abrir sus puertas, ni a informar al pueblo. Por este motivo el Jefe Político del Departamento decreta el embargo de los fondos del citado banco que pudieran estar a bordo de la Escuadra Argentina. Además, el mismo día 17 de enero publica un edicto por el que emplaza al gerente del Banco Mauá y Cía. para que comparezca dentro de los quince días de la fecha de publicación del edicto, para cambiar las notas de emisión de dicho banco según las disposiciones de la ley y para atender las demás obligaciones bajo apercibimientos legales. (22)

El año 1865

  Fue un año particularmente muy difícil para el banco. En primer lugar por el empréstito forzoso al que se viera obligado y al que nos referimos ut supra y, también, porque le falló un proyecto de fusión que tenía con una entidad bancaria de Inglaterra.
  En el segundo número del periódico La Democracia de 1865, el Banco Mauá publica un aviso donde informa sobre los intereses que paga por los saldos acreedores que tiene y por los saldos a favor de los depositantes en cuentas corrientes. Para quienes decidan colocar sus fondos a plazo fijo se convendría el interés. (23)
  Este aviso, al igual que otros publicados en el mismo periódico en el mes de marzo, aparentan un funcionamiento normal de esa entidad bancaria. Por ejemplo el 5 de marzo de 1865 (24) se reitera un aviso del año anterior donde puede leerse: “desde el día de la fecha” establecemos en Gualeguaychú, Provincia de Entre Ríos una sucursal de este Banco cuya gestión está confiada al Sr. D. Francisco Fernández Blanco, completamente autorizado al efecto “Dicha sucursal emitirá los billetes de este banco que llevará un sello especial”. El aviso está fechado en Rosario el 1 de julio de 1864 y lo suscribe el Sr. J. Da Rocha por el Banco Mauá.

Quiebra del Banco Mauá

  En 1868 quebró el banco de Mauá, que había sido el primero del Uruguay, fundado en 1856 por Irineo Evangelista de Souza. Los bancos privados autorizados por el gobierno, emitían sus propios billetes de acuerdo al nivel de sus reservas en oro y plata según una proporción legalmente estipulada. Eran tiempos del bimetalismo y de la convertibilidad del papel moneda.
  Por otra parte el crónico déficit fiscal del estado se enjugaba solicitando préstamos a los bancos de plaza, a cambio títulos de deuda pública. Pero la base metálica que respaldaban la emisión circulante se iba erosionando.
  Para efectivizar estos préstamos las entidades que accedían al pedido sobreemitían, es decir, emitían papel moneda aún sin que las reservas en oro aumentasen. O, como sucedió desde 1867 sin que bajasen. El banco Mauá fue el más comprometido en esta práctica.
  El 21 de enero de 1869 el gobierno uruguayo dicta un decreto por el que anuló la disposición que autorizaba a los bancos a emitir siempre que pudieran garantizar la emisión con valores. Solo lo permitió con garantía o plata. Los depositantes se alarmaron y se produjo una corrida bancaria que duró veinte días. El banco Mauá agotó sus recursos, cerró sus puertas el 11 de febrero de 1869 y entró en liquidación. (25)
  Desconocemos la fecha en que dejó de operar en Gualeguaychú, pero el 11 de noviembre de 1866 abrió sus puertas el banco “José Benítez e hijos”, que será el tema de nuestra próxima entrega.



NOTAS

(1) BESOUCHET, L. (1940). Mauá y su época. Buenos Aires: Talleres Gráficos Virtus, p. 119.
(2) RATTO SAMBUCETTI, I. (1999). Urquiza y Mauá. Buenos Aires: Ediciones Macchi, p. 141.
(3) Ídem, p. 228.
(4) Ídem, p. 229.
(5) El 10 de octubre de 1829, el presidente de Bolivia Mariscal don Andrés de Santa Cruz dictó un decreto ordenando la reducción del contenido fino de las monedas bolivianas de plata de corte menor.
(6) RATTO DE SAMBUCETTI, I. (1999). Op. Cit., p. 269.
(7) Registro de Leyes, Decretos y Acuerdos de la Pcia. de Entre Ríos. Tomo VIII, pp. 639-40.
(8) A.G.E.R. Nota del 14 de Junio de 1864, enviada desde Montevideo por el gerente de la sucursal Montevideo, Sr. F. L. Da Costa Guimaraens, al Dr. Benjamín Victorica.
(9) A.G.E.R. Carta dirigida a los Ministros de E. Ríos de fecha 28 de Julio de 1864, por el mismo gerente ofreciendo que se firme el contrato en Uruguay.
(10) REULA, F. (1969). Historia de Entre Ríos, tomo II. Santa Fe: Librería y Editorial Castellví, pp. 8-89.
(11) A.G.E.E: Contrato de Empréstito.
(12) RIOJA, L. (2014). La moneda y su Historia. Buenos Aires: Dunken, p. 337.
(13) Registro de Leyes, Decretos y Acuerdos de la Pcia. De Entre Ríos. Tomo IX, p. 269.
(14) BESOUCHET, L. (1944). O Pensamiento Vivo de Mauá, San Pablo.
(15) La Democracia (1865). Año III, nro. 323, p. 4, domingo 5 de marzo. Gualeguaychú.
(16) El Porvenir (1867). 3 de febrero. Gualeguaychú.
(17) Registro de Leyes, Decretos y Acuerdos de la Pcia. de Entre Ríos. Tomo IX, p. 269.
(18) BORQUES, J. C. (1919). El Periodismo de Gualeguaychú. Gualeguaychú: Imprenta Gualeguaychú, p. 112.
(19) La Democracia (1865). Año III, nro. 307, p. 2, col. 5, domingo 22 de enero. Gualeguaychú.
(20) RATTO DE SAMBUCETTI, I. (1999). Op. Cit., p. 100.
(21) La Democracia (1865). Año III, nro. 307, p. 2, col. 5, domingo 22 de enero. Gualeguaychú.
(22) Ídem.
(23) La Democracia (1865). Año III, nro. 299, p. 4, col. 1, miércoles 4 de enero. Gualeguaychú.
(24) La Democracia (1865). Año III, nro. 323, p. 4, cols. 2 y 3, domingo 5 de marzo. Gualeguaychú.
(25)  RATTO DE SAMBUCETTI, I. (1999). Op. Cit., p. 293. 



Para citar este artículo: Daroca, H. (2015). "El Banco de Mauá", en El Argentino, 21 y 28 de junio, Gualeguaychú. Disponible en línea: https://hugodaroca.blogspot.com/2013/01/historia-de-los-bancos-de-gualeguaychu.html


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