VARIOPINTO 2
Autor: Hugo Daroca.
Publicado en: Diario "El Argentino" el día 24/03/2016
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Titulado bajo esta atractiva palabra presentaremos en forma
mezclada, como paleta de pintor, diversidad de hechos, noticias y anécdotas,
con el común denominador de ser historias de nuestro Gualeguaychú antiguo.
Dispares, heterogéneas pero locales.
ESOS ERAN PRESIDENTES
Como lo relatara
en una nota periodística(1) el presidente de la Nación Argentina Dr. Don Nicolás Avellaneda, en
ejercicio de ese cargo, visitó esta ciudad de Gualeguaychú el 23 de abril de
1875.
A los pocos días,
para ser preciso el 1º de mayo de ese año, encontramos un comentario publicado
en un periódico local(2) que demuestra la responsabilidad con la que
ejercía la más alta magistratura y el cumplimiento de lo prometido. La crónica
decía así:
“Tenemos el gusto de comunicar a nuestros
lectores que el ingeniero señor don Manuel Sánchez Núñez, se encuentra desde
antes de ayer entre nosotros, enviado por el señor Presidente de la República,
para que proceda a formar opinión, y hacer los estudios necesarios sobre la
obra de la canalización de la boca.
No se puede negar que estas comisiones y
estos estudios que diversa veces se han hecho, han dado siempre en el pasado un
resultado equivalente a cero, pero también hay que convenir que de cualquier
manera, algo es algo, y quizás el día menos pensado nos encontremos con unas
cuantas dragas en la boca, y con un decreto sancionado, relativo a esa
importante obra.
Hasta ahora parece, que las promesas del
señor Presidente, hechas durante su corta permanencia entre nosotros, no han
sido estériles -1000 patacones mandados entregar en vía de anticipo por la
iglesia y la presencia de un ingeniero nacional es algo que consta, y algo que
hace abrigar una fundada esperanza en la pronta realización de las muchas necesidades
que tenemos”
LA BAJANTE DEL RIO GUALEGUAYCHU
Así como el río
tenía sus grandes crecientes que provocaba grandes daños y zozobras, también
tenía sus pronunciadas bajantes que ocasionaba serios inconvenientes y también
daños. He aquí el relato de un cronista sobre una bajante en el Río
Gualeguaychú.(3)
Una bajante
extraordinaria han sufrido los ríos de la Plata, Uruguay y Paraná y por
supuesto que también nuestro río Gualeguaychú. En Buenos Aires los pasajeros
que se embarcaban lo hacían en carros en que eran conducidos hasta los botes y
de estos a los barcos.
Entre nosotros
las medidas de precaución tomadas por los agentes de las mensajerías fluviales
fueron mandar el “YERBA” temprano fuera de la boca y llevándolo pasajeros a las
cuatro de la tarde en el “ANITA”. La travesía de la boca, más de dos cuadras,
la hicieron en varios botes. Al volver el “YERBA” por la noche logró pasar la
boca pero extremadamente despacio.
En la boca había
ayer mueve buques detenidos por falta de agua y hoy si habrá aumentado el
número con dos más. De este y del otro lado de la boca había varios
buques varados y no pocos tumbados completamente sobre el agua. La
verdad que ayer daba ganas de ofrecerle un vaso de agua a nuestro riacho.
Después de las 11
de la mañana el río empezó a crecer. A las 2 de la tarde recién salió el
“Anita” para Fray Bentos conduciendo varios pasajero que deseaban encontrarse
en el gran partido de pelota que se juega hoy. A las 4:30 de la tarde que salió
el “Yerba” había en la boca 3 y medias cuartas de agua. Hará su viaje de ida y
vuelta sin ninguna dificultad.
Ayer fue puesto
en capilla, y ejecutado hoy por delito de abigeato, un desgraciado que fue
tomado “in fraganti" en el acto de cometerlo, según se nos ha informado
resulta del sumario que se le formó. Fue conducido en un carro al campo donde
cometió el delito, y ejecutado allí, según lo disponía la sentencia después de
recibir todos los auxilios y consuelos de la religión.
Marcho con valor
a cumplir su infausto y triste destino. Subió por sus propios pies al carro
donde lo acompañaba el sacerdote. Pidió vino, encendió un cigarro y se despidió
de todos.
El Dios de la
misericordia reciba su espíritu. Sufrimos al anunciar está triste nueva, porque
nos condolemos de la desgracia de nuestros semejantes porque nuestros
sentimientos y nuestros principios repugnan toda ejecución en que se vierta
sangre cualquiera sea la causa y la justicia que la mueve. Partidarios de la
absolución de la última pena, como contraria al espíritu del evangelio pensamos
como Becaría, como Franklin, como Víctor Hugo y como tantas otras celebridades
que con luminosos argumentos han combatido la aplicación de la última pena
proclamando con aplausos de la humanidad su abolición, conmutándola con otro
género de expiaciones. El día que en nuestros países sea posible abolirla
enteramente sustituyéndola por la perpetua confinación a los presidios por la
muerte civil que implica el enterramiento en la penitenciaria habrán dado un
gran paso en la carrera de la civilización y toda su majestad el espíritu y la
doctrina del Evangelio.
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