LA MASONERÍA EN GUALEGUAYCHÚ. SUS LOGIAS Y SUS HOMBRES

Autor: Hugo Daroca.
Publicado en: Diario "El Argentino" los días 26/07, 02/08 y 09/08 de 2015.

Con frecuencia escuchamos preguntas como éstas: ¿qué es la masonería?”, ¿dónde están los masones?, ¿quiénes son?, ¿en qué lugar se reúnen?, ¿dónde funcionan sus templos o logias?, ¿hay masones actualmente en Gualeguaychú?
Trataremos de responder a estas inquietudes, comenzando por esta última, que es una de las más frecuentes. , hay masones en Gualeguaychú. Al menos hay hermanos que se reconocen – recíprocamente – como tales. Más aún tienen templo en la ciudad, espacio cerrado denominado también logia, en el que celebran las distintas tenidas o reuniones de trabajo.
La masonería ha sido considerada como una entidad misteriosa y se la supone secreta. En realidad es tan solo discreta. Su origen se remonta a los siglos XII y XIII cuando los artesanos comenzaron a unirse en gremios. Esta modalidad fue adoptada principalmente el gremio de los albañiles-constructores que integraban el gran maestro, los compañeros u oficiales y los aprendices.
Los secretos de cada oficio eran guardados celosamente y juraban “no” revelarlos jamás, tanto como los estatutos de la logia. Como ejemplo, se suele citar los cálculos para construir un campanario o la proporción de las aleaciones para fabricar una buena espada. Pero antes de seguir es interesante recurrir a la historia para saber en qué consiste la Masonería.
La palabra masón viene del francés Macón “persona hábil que hace o moldea algo, albañil” y procede de makón vocablo germánico que signica “hacer”. De masón deriva masonería, llamada en algunos lugares francmasonería, (de “Franc” quiere decir “libre” y “Macón”, albañil o constructor en su sentido más abstracto). Por consiguiente una traducción literal sería Constructor libre.
Fue en Alemania donde los obreros de la construcción, obligados a vivir en comunidad para construir edificios públicos, se constituyeron en asociaciones de ayuda mutua y resolvieron guardar el secreto de las artes y enseñar el oficio solo a obreros de capacidad y confianza en los talleres donde también conservaban las herramientas. Esta asociación se formó una vez que se edificó la Catedral de Estrasburgo. La fama de los masones se extendió y fueron llamados a construir otras catedrales y edificios.
Además, establecieron prácticas secretas que figuraban en la carta de ordenanza, las que debían ser acatadas por todos los individuos afiliados. La entidad de masones libres estaba compuesta de: maestros, compañeros, y aprendices. Al entrar a la Cofradía se comprometían a “no” revelar jamás las fórmulas y signos de la asociación, así como los estatutos y oficios. La sociedad de constructores de Estrasburgo llevó hasta 1440 el nombre de “Los Hermanos de San Juan”, por estar dirigidos por monjes y por evocar al santo, y fueron los primeros en usar el nombre de “Francmasonería”.

LA INICIACIÓN
El carácter iniciático implica que el ingreso se realiza con rituales y ceremonias precisas que tienen un significado simbólico. Estos consisten en la repetición de palabras, gestos y movimientos, a través de los cuales se utilizan y transmiten los símbolos masónicos que enseñan la forma en que pueden ser utilizados en la vida diaria. Por su parte el nuevo miembro manifiesta su “adhesión” a los principios, normas y estatutos masónicos y su firme decisión de “ponerse en camino” para alcanzar la superación personal.

COMIENZOS EN GUALEGUAYCHÚ
En el siglo XIX las ceremonias y los ritos secretos que celebraban los masones – especialmente el juramento de no revelar lo que allí ocurriera – crearon en nuestra ciudad un halo de misterio y de sospechas que despertaron desconfianza(1). Esto se fue disipando a medida que se conoció que la membresía estaba abierta a toda persona honorable y de buenos antecedentes que quisiera integrarse(2). Bastaba con que creyera en un ser divino superior (el Gran Arquitecto) y gozara de buenos antecedentes, por lo tanto admitía a personas de todas las religiones. Facilitó este cambio en la opinión pública el conocimiento de los nombres de sus integrantes y las obras filantrópicas que llevaban a cabo(3).
Además, podemos afirmar que en Gualeguaychú de esa época no existió “secretismo”, puesto que todo se hizo en forma pública, con anuncios previos a su realización, efectuados por medio de avisos publicados en los periódicos locales, los que posteriormente comentaban las distintas “tenidas” y sus ceremonias con diferentes rituales.
Las casas o edificios que utilizaban logias o templos no se ocultaban; en muchos casos exteriorizaban en sus frentes su condición de tales por los signos masones que colocaban o hacían construir en la fachada. Baste para ello citar, lo que aún hoy se observa en el edificio que fuera de “Operari italiani”, calle Montevideo 132, entre San Martín y Bolívar en cuyo frontispicio se encuentran moldeados en la mampostería los signos masónicos.
Pero lo cierto es que la masonería es una sociedad compleja en la que muchos críticos señalan anti-cristianismo y ocultismo.
El aire de misterio del que ha estado rodeada ha incidido en la escasez o en la falta de fuentes documentales, todavía de muy difícil acceso. Quienes se ocupan de su historia ofrecen muy raramente datos comprobables. Por esto debemos ser muy cautos, ya que mucho de lo escrito proviene de una compilación de relatos.
En lo que respecta a la documentación de los actos constitutivos de las logias de Gualeguaychú, creemos que se han perdido, que no existen. Ha trascendido que se enviaron a Montevideo(4) a la Gran Logia de Oriente, de la que Unión y Filantropía fuera una de las fundadoras en 1856, y que un incendio ocurrido el domingo 11 de Junio de 1882, destruyó la sede donde hubo doce personas fallecidas y pérdidas materiales y de documentos.(5)
Otro motivo de la falta de fuente es que en nuestra provincia el martes 6 de Junio de 1944, por orden del interventor nacional de Entre Ríos, teniente coronel Carlos María Zavalla, las fuerzas policiales invadieron los locales de todas las logias masónicas que funcionaban y se llevaron la documentación existente, y pocos días después les quitaron la personería jurídica y ordenaron que todos los bienes pasaran a poder del estado provincial. Posteriormente el presidente de la Nación General Farrell se vió obligado a destituir del cargo al interventor Zavalla y, nombró en su lugar al General José Humberto Sosa Molina.(6)
Por el contrario existe documentación que veremos cuando nos refiramos en forma más específica a la masonería en Gualeguaychú, elaborada prácticamente en que sucedieron los acontecimientos narrados, fuentes de gran valor que la ciencia de la historia califican de “documentación primaria”. Por supuesto serán presentadas tal como fueron escritas: sin modificación alguna.
Por lo general las reuniones se informaban y se publicaban en los periódicos que mostraban gran interés por las ceremonias masónicas. Los periodistas estaban ansiosos por revelar lo que creían que eran “los secretos” de la masonería. Veremos como en la segunda mitad del siglo XIX se formaron las logias locales. Fue en esta ciudad donde la masonería se instaló y prosperó, y también donde se desarrollaron importantes obras cívicas progresistas, principalmente educativas y filantrópicas.
Por último le cabe a Gualeguaychú el privilegio de que en ella se haya constituido la primera logia fundada durante la dictadura de Rosas – que perseguía a sus seguidores –, privilegio que se atribuye por error a la llamada “Unión del Plata” de la ciudad de Buenos Aires. La logia “Unión y Filantropía” será el tema de nuestra próxima entrega.(7)

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La primera logia que existió en Gualeguaychú fue la augusta “Unión y Filantropía Nº56, que tiene el altísimo mérito de ser la primera que se fundara en la República Argentina; sucedió en la época de Rosas – quién perseguía tenazmente a los masones a los que consideraba “salvajes unitarios”, por lo que desafió la tiranía del caudillo. Existe una duda sobre la fecha de su fundación: no sabemos exactamente si fue antes de 1842 o en 1851.
            El máximo exponente de la historia de la masonería argentina don Alcibíades Lappas, al referirse a Bernardo Ramón Goyri sostiene(8) que ...iniciado por su padre Don Juan Manuel de Goyri, quien fue uno de los fundadores de la logia Unión y Filantropía número 56 de Gualeguaychú, don Bernardo Ramón Goyri actuó en esa misma logia durante cinco lustros y la presidió hasta su deceso. Si tenemos en cuenta que Don Juan Manuel de Goyri fue muerto a lanzazos el 18 de Julio de 1842, debemos concluir que la logia Unión y Filantropía se fundó a más tardar en el año 1842. El prestigioso historiador don Isidoro J. Ruiz Moreno(9) comenta este episodio en los siguientes términos:
“El 19 de julio de 1842 una partida armada a las órdenes del capitán Pedro Hermoso, perteneciente a la división del coronel Eduardo Villagra, se presentó en la estancia Santa María, y Juan Manuel Goyri fue capturado junto con su mayordomo Bernabé Martínez, bajo la imputación de salvaje unitario. Conducidos amarrados, a poca distancia de su residencia, ambos fueron ultimados a lanzadas. Esa misma noche los hermanos Gianello embarcaron al hijo varón del infortunado Goyri, de nombre Bernardo, y lo hicieron escapar a Fray Bentos, río de por medio, para salvar su vida, e insepultados los cadáveres lo de los desdichados patrón y dependiente, recién el 22 de julio fue enterrado don Juan Manuel en Gualeguaychú, asentando el sacerdote en el acta que murió violentamente”.

Consideramos que Unión y Filantropía Nº 56 se funda entre los años 1839 y 1842 y que su primer presidente fue don Juan Manuel de Goyri. Esta creencia se basa en las afirmaciones de Alcibíades Lappas, que ya citamos. Sobre todo por el hecho de que Bernardo Ramón Goyri fue su Venerable Maestro (Presidente) durante cinco lustros, lo que permite deducir dos cuestiones: primero que ocupó tal cargo desde 1851 hasta 1876 año en que falleciera(10), –lo que hacen los 25 años mencionados(11) –, y segundo que para asumir la presidencia era exigible tener el grado masónico correspondiente. Este acredita que en 1851 era digno de todo respeto por la jerarquía de la que gozaba. En consecuencia cobra autenticidad la idea de Alcibíades Lappas que fue iniciado por su padre en la logia. También podemos sumar otros datos como que el Coronel Rosendo María Fraga fue iniciado como masón en Unión y Filantropía Nº 56 en 1849.(12)
En cambio los periódicos(13) de esta ciudad, que defendían con ahínco el prestigio y orgullo que representaba para Gualeguaychú, y para la logia “Unión y Filantropía Nº 56” ser la primera en veinte años de tiranía, tomaban 1851 como año de fundación. Así lo expresaba el periodista:
“Un año antes de la caída de Rosas, en 1851, fue establecida en esta ciudad una logia “Unión y Filantropía” y a Gualeguaychú, pues, le toca el honor de ser el primer pueblo de la República Argentina que estableció una logia masónica, siguiendo la segunda la “Unión del Plata”.
No es un sentimiento de egoísmo el que nos dicta esta rectificación, sino que no se puede despojar a Gualeguaychú de un honor del que se enorgullece, y a la logia Unión y Filantropía que hoy funciona con más crédito que nunca, la justa honra de ser la primera después de 20 años de tiranía, que con sólo siete hermanos decididos dieron a los otros pueblos la señal de levantar otras columnas”.

Fundada en 1841 o en 1851 esto no cambia las cosas. De cualquier manera es la primera.
            Asimismo algunos historiadores ubican la fundación en el año 1851, como es el caso del Padre Borques(14) que dice:
“Durante la tiranía las logias desaparecieron del país, pero meses antes de la caída del General Rosas, esto es en 1851 cuando terminaba la campaña del Estado oriental, Urquiza vino a Gualeguaychú acompañado de numeroso y selecto séquito de diplomáticos militares y políticos, fue en entonces que algunos de ese séquito dejaron establecida en esta ciudad la logia Unión y Filantrópicos. Pudiendo agregar para ampliar el dato que las actas y demás papeles de aquella logia fueron remitidas después a Montevideo”.

Sin embargo en 1851 tiene lugar un hecho de singular importancia. La augusta logia Unión y Filantropía Nº 56 recibe en esta ciudad a visitantes masones procedentes de la Logia San Juan de la Fe de Paraná(15). Otra demostración de que con anterioridad a 1851 estaba constituida en Gualeguaychú.
Para constituir una logia masónica “justa, perfecta y regular”, como lo fue la augusta logia Unión y Filantropía Nº56, se requería –indefectiblemente- que al momento de su constitución reuniera al menos siete masones, quienes debían acreditar -con la documentación respectiva- el carácter de tales(16), y levantar columnas. Requisito que cumplieron al momento de su constitución, y lo hicieran bajo los auspicios de la masonería del Uruguay ya que entonces en nuestro país no había ninguna actividad masónica y, además, esto era factible porque don Juan Manuel de Goyri vivió y combatió durante varios años en Montevideo, por lo que no solo tenía compañeros de armas, sino numerosos amigos masones.
Alguna de las logias del Uruguay le otorgó – bajo número de Acta 56 – la carta o patente constitutiva para que constase la regularidad de su constitución, y gozara de los privilegios que tal calidad les confiere.

El Supremo Consejo y Gran Oriente de Montevideo
La Masonería en el Uruguay había progresado en forma lenta, pero constante, de manera muy diferente a lo que ocurrió en nuestro país, que a partir de la década de 1830 sufrió una larga paralización impuesta por la dictadura de Rosas. Mientras tanto, Montevideo – al influjo de los exilados políticos se convirtió en el centro de la masonería del Río de la Plata.(17)
El 7 de octubre de 1854, obtuvo del Supremo Consejo y Gran Oriente de Brasil, el encargo de “...fundar, constituir y establecer el Supremo Consejo del mismo rito en la República Oriental del Uruguay...”, lo que concreta el 21 de noviembre de 1854 cuando se funda el Supremo Consejo y Gran Oriente de Montevideo.
A partir de entonces, Gabriel Pérez comienza la tarea de promover la unificación y la regularidad de las logias y cuerpos masónicos que funcionaban en el país, y alcanza el éxito perseguido cuando el Gran Oriente del Brasil reconoce al Supremo Consejo y Gran Oriente de Montevideo como potencia masónica, independiente y regular el 17 de Julio de 1856.
Entre las logias fundadoras siete de ellas se encontraban en la República Oriental y dos eran de Argentina: Unión y Filantropía de Gualeguaychú y Unión del Plata de Buenos Aires. En 1857 se constituyó, por reconocimiento de la Masonería uruguaya, el Supremo Consejo y Gran Oriente de la Argentina, actualmente Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.
A Unión y Filantropía Nº 56 le correspondió el altísimo honor de formar –junto a las principales logias de la República Oriental del Uruguay y la logia madre de la masonería Argentina “Unión del Plata” el Supremo Consejo y Gran Oriente del Uruguay en un plano de absoluta igualdad institucional lo que implica ser reconocida en tres países como una logia JUSTA, PERFECTA Y REGULAR.
En la próxima entrega nos referiremos al desenvolvimiento de esta logia en la ciudad.

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La augusta y respetable logia Unión y Filantropía Nº 56 tuvo su templo en la casa del constructor italiano Domingo Repetto, ubicada en calle del Plata Nº 203 (hoy Luis N. Palma), propiedad en la que el 1º de septiembre de 1887 se instaló el Registro Civil Municipal(18) y, posteriormente, se construyó el edificio de la sociedad “Argentinos y Orientales”.
Hasta ese entonces el desarrollo urbano de la villa había sido muy lento: abundaban los ranchos, eran escasas las casas de azotea y había muchos terrenos baldíos. Se trataba de un lugar apartado y oscuro, tal como describiera la ubicación del templo un cronista.(19) En ese recinto realizaban sus tenidas los masones y el Venerable Maestro don Bernardo Ramón Goyri, una vez asegurado de que estaban a cubierto de indiscreciones profanas, y protegidos, golpeaba el mallete contra la mesa y expresaba: “Silencio. Silencio en logia, mis hermanos”, momento de singular trascendencia y recogimiento para sus miembros, a quienes invitaba a concentrarse en sí mismos y a prepararse para escuchar con más atención las palabras que proseguían.
Las primeras actividades que se conocen de los masones en Gualeguaychú datan de la década de 1850. Eran tiempos difíciles para la organización nacional y especialmente para Entre Ríos, la segunda provincia del país. Abundaban los enfrentamientos políticos y bélicos.
El general Urquiza, que había sabido vencer y destrozar al ejército de Rosas, no lograba que los porteños confiaran en él y lo aceptaran políticamente. La clase dirigente de Buenos Aires quería separarse del resto de las provincias y estas, en cambio, aspiraban a unirse democráticamente bajo una forma de gobierno representativa, republicana y federal; aspiraban a establecerse constitucionalmente.
La provincia de Buenos Aires inicia el 11 de septiembre de 1852 un ciclo de revoluciones y hostilidades bélicas tendientes a lograr la separación del resto del territorio, que continúan en el mes de noviembre cuando envían una expedición militar comandada por los generales Juan Madariaga y Manuel Hornos, para que tomaran las ciudades de Gualeguaychú y de Concepción del Uruguay. Buscaban distraer a Urquiza e impedir que se reuniera el Congreso Constituyente.
Dentro de ese contexto histórico estaban insertos los masones de esta ciudad, dignos ciudadanos, respetuosos de la persona humana y defensores de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Combatían la ignorancia y la pereza, al mismo tiempo que la injusticia y la violencia. Predicaban con el ejemplo. Eso sí, “tampoco era un juego de desocupados caballeros”.(20)
Al referirse a la masonería en Gualeguaychú, un historiador sostiene: “…como se sabe, los adeptos a esta eran mitritas, y por lo tanto contrarios a Urquiza”.(21) Sin embargo no era tan así. Mitre, en el orden nacional, integraba el partido liberal y Urquiza, también; entonces, se tomaban posiciones de acuerdo con los principios rectores que eran los de libertad, igualdad y fraternidad.
Lo sorprendente es que la prensa de Gualeguaychú la emprendió desde el comienzo contra los masones intentando desprestigiarlos. El padre Borques, al referirse al periódico El Duende, expresa: “...lo que nos sorprende sobremanera es ver que este periódico levantó bandera contra la masonería”.(22) En realidad no se trataba de El Duende,(23) los ataques provenían del periódico La Época y eran intensos y apasionados, según deducimos por el tenor de las respuestas de los agraviados.
Los ataques fueron realizados por el periodista Isidoro de María, acompañado de su hijo Dermidio. De cualquier manera, los dos periódicos eran editados en la imprenta Gualeguaychú de Isidoro de María, por lo que podía utilizarlos indistintamente. No esbozaban cuestiones principistas, sino que la emprendían directamente contra el honor de sus integrantes, sin fundamentos, y los menospreciaban. Varias de las personas injuriadas respondieron a través de las páginas de La Esperanza de Entre Ríos. Entre ellos, el señor Bernardo Ramón Goyri, quien repudia las expresiones de Isidoro de María, al que considera un vil y cobarde injuriador. En la misma solicitada asume la defensa de su respetable amigo don Cayetano Valls, del que expresa “…que aunque lleva modestamente el delantal del artesano, es mucho más que otros digno de vestirse con el frac de caballero”.(24) Al mismo tiempo, también le responden a de María, rechazando las imputaciones, los señores Anacleto Durruti y Luis Vidal, los que se refieren también a los términos injuriosos, especialmente a los empleado, en la editorial del Nº 63 de La Época.(25)
Un suelto editorial de La Esperanza de Entre Ríos, titulado “Refinada Mala Fe”, se refiere a la conducta de Isidoro de María que aprovecha la ausencia del señor Eleuterio Grané ─que no estaba en la ciudad y no podía defenderse─ para atacarlo, en una actitud que “no lo honra”.(26)
Sobre la situación de la prensa en Gualeguaychú, nada más certero que transcribir las palabras del padre Borques que dice: “Estos hechos vienen a confirmar dolorosamente cuanto hemos dicho más arriba, a saber que tuerce su elevada misión la prensa, cuando dejando de ser vocero impersonal de altos ideales, se convierte en vehículo de ideas perniciosas y de desahogos personales”.(27)
El director responsable de La Esperanza de Entre Ríos era el francés José Lefèbre, masón y recipiendario de la mayoría de los embates, que llevó la peor parte, pero nada le impidió refutar los improperios y seguir escribiendo. Las burlas que le hacían por ser hojalatero las rebatía con singular ingenio y buen humor. Hacía gala de su ideario liberal y progresista y consideraba que solo se alcanzarían estos principios con la unión nacional y la plena vigencia de los postulados republicanos establecidos en la Constitución.
También era redactor y masón el señor Honoré Roustan, de nacionalidad uruguaya, que posteriormente sería el director del prestigioso periódico El Eco de Entre Ríos, y quien creó, junto a otros fundadores, el Recreo Argentino. Fue enérgico defensor de la libertad y de los derechos ciudadanos. La Esperanza de Entre Ríos publicaba numerosas colaboraciones, solicitadas y remitidos sobre variados temas, especialmente los que hacían referencia a la libertad. Como masones, estos hombres tenían la concepción ─y la difundían─ de que a través de esa institución era mucho más factible, gracias al número de integrantes y a su fuerza moral, que la provincia de Buenos Aires se incorporara al resto del país. Y en tal sentido trabajaron.
Por otra parte, permanentemente se le cuestionó a Isidoro de María que ejerciera el cargo de vicecónsul de la República Oriental, ya que por ser propietario de la imprenta y editor de diversos periódicos en la ciudad, recibía un sueldo del gobierno argentino, lo que era incompatible con aquel cargo uruguayo. Cuando el gobierno oriental lo reemplaza, se niega a entregarle el puesto al recién designado don Eleuterio Grané. Por eso, cuando este contesta las ofensas proferidas por de María(28), hace mención al hecho de que el periodista está anatematizando la política de su propio gobierno, pero a la vez deja sentado que quitarle esta representación sería despojarlo del único valor que puede ostentar.. Poco tiempo después se le hace imposible a Isidoro de María su estada en la ciudad y se vuelve a su país.

Actividades cívicas de la masonería
La primera actividad cívica que de ellos se conoce es la fundación de la Sociedad de Socorros Mutuos el 1º de julio de 1855, iniciativa del masón francés José Lefèbre. Comenzó a funcionar con 75 socios fundadores, y a fin de ese año ya contaba con 190, y $760 pesos en caja. Según el criterio de la masonería, las iniciativas se despersonalizan y pasan a ser obras de todos, por eso mencionamos también como fundadores a los señores Apolinario Benítez, Juan Iriarte, Juan Cinto, Amadeo Gras, Fernando de la Vergne, Augusto Poitevin y Santiago Sauberan, que constituyeron la primera sociedad de socorros mutuos de nuestro país. Obra fraternal que alcanzó gran éxito por sus principios solidarios de ayuda a los demás. Por una cuota mensual garantizaba a sus socios asistencia médica gratuita, la provisión de los medicamentos y otros servicios, como la ayuda fúnebre, y contaba con un panteón en el cementerio viejo. Por este último motivo los socios volvieron a reunirse con el fin de resolver la situación.(29)
La Sociedad de Socorros Mutuos se extinguió por la quiebra del tesorero, el banquero D. Juan Oxandaburu, el 1º de noviembre de 1871, quien era copropietario del banco Oxandaburu y Garbino.(30)
Conocida la pérdida de los fondos, ante la imposibilidad de seguir prestando los servicios, el administrador y los asociados reaccionan de inmediato, igual que los directivos, y convocan a diversas reuniones que no impiden la liquidación. Publican una solicitad, en la que entre otras cosas expresan: “Después de 16 años de existencia de la Sociedad de Socorros Mutuos, se retira en presencia de exigencias incalificables a las cuáles le ha sido imposible hacer frente y sobre todo en un momento en que un siniestro comercial ocasionado por el tesorero, le quita el recurso de los fondos sociales, habiendo sido acumulados con la estricta economía y la buena voluntad de los sostenedores de la Sociedad de Socorros Mutuos de Gualeguaychú, la primera establecida en la República Argentina”.(31)
            A la sociedad mutual le resulta imposible, sin las reservas, seguir cubriendo los servicios a sus asociados por lo que resuelve su disolución.(32) Se suspenden en momentos en que iban a ser más necesarios y apreciados.

NOTAS
(1) “EL NOTICIERO”; Año XII, Nº 1704, 6 de Enero de 1891 – Hemeroteca del Instituto Magnasco.
(2) BACHINI Elsa Beatriz; “Conferencias”, Pág. 165/66 – Talleres Gráficos, Mayo 1973, Gualeguaychú.
(3) “EL TELÉGRAFO”; Año IV, Nº 973, 8 de Enero de 1879, Pág. 2/Col 4 – Hemeroteca Biblioteca Popular Sarmiento.
(4) BORQUES Juan Carlos; “Ensayos Históricos sobre el Periodismo de Gualeguaychú”, Pág. 49 – “Imprenta Gualeguaychú”, San Martín 471, Gualeguaychú, 1919.
(5) “EL NOTICIERO”; Año III, Nº 410, 18 de Junio de 1882, Pág. 1/ C 1, 2 y 3 – Hemeroteca Biblioteca Popular Sarmiento.
(6) LAPPAS Alcibíades; “Logias Masónicas en la ciudad de Paraná”, Revista de Historia de Entre Ríos Nº 7, Pág. 89-147 –Impresiones Arauco, Perú 565, Buenos Aires, 1973.
(7) BOMPADRE Rolando; “Masonería – Unión del Plata, Historia de la Augusta y Respetable Logia Madre” – Editorial Dunken, Impresiones Dunken, Ayacucho 357, Noviembre 2013, Buenos Aires.
(8) LAPPAS Alcibíades; “La Masonería Argentina a través de sus hombre” – Tercera Edición, Pág. 237.
(9) RUIZ MORENO Isidoro J.; “Estudios y documentos de Historia Entrerriana” – Tomo I, Pág. 280, Talleres gráficos de Birkal Elohym, Octubre 2009, Colón.
(10) GRAS, Mario César; “El Pintor Gras y la Iconografía Histórica Sud Americana” – Pág. 232, El Ateneo, Ciudad de Buenos Aires, 1946.
(11) RUIZ MORENO Isidoro J.; “Goyri de Gualeguaychú” en revista Centro de Genealogía de Entre Ríos, Revista Nº 2 pp. 13/18, Impresiones Dunken, Ayacucho 357, Ciudad de Buenos Aires – 2004.
(12) LAPPAS Alcibíades; Ob. Cit. Pp. 210/11.
(13) “EL TELÉGRAFO”; Año IV- Nº 465, Lunes 25 de Agosto de 1879, Pág. 1/Col 2 y 3. (Aclaración: el subrayado pertenece al autor de esta nota)
(14) BORQUES Juan Carlos; “Ensayos Históricos sobre el Periodismo de Gualeguaychú” – Pág. 48, Imprenta Gualeguaychú, San Martín 471, Gualeguaychú 1919.
(15) LAPPAS, Alcibíades; “Logias Masónicas en la ciudad de Paraná” en Revista de Historia de Entre Ríos Nº 7, Pág. 90 –Impresiones Arauco, Perú 565, Buenos Aires.
(16) Ob. Cit. Pág. 100.
(17) PASQUALI Patricia; “La Masonería en la Unión Nacional” en revista “Todo es Historia”, Nº 473- pp. 6/21 Impresora Alloni Av. Patricios 1630, Ciudad de Buenos Aires 2006.
(18) EL VOTO LIBRE, Año II, Nº 176, 3/9/1887, P.3, col. 2. Hemeroteca Instituto Magnasco.
(19) EL NOTICIERO, Año XII, Nº 1704, 05, 6/1/1891, P.1. Hemeroteca Instituto Magnasco.
(20) DANERI DELGADO, Carlos Lisandro. “Crónica informal” (inédito), Gualeguaychú, junio de 1992, pp. 33/34, Biblioteca Popular Sarmiento.
(21) BACHINI, Elsa Beatriz. Conferencias. Aporte a la historia de Gualeguaychú, Gualeguaychú, Talleres Gráficos Gutenberg, 1973, P. 159.
(22) BORQUES, Juan Carlos. Ensayos históricos sobre el Periodismo de Gualeguaychú, Gualeguaychú, Imprenta San Martín, 1919.
(23) Ibid.
(24) LA ES PERANZA DE ENTRE RÍOS,  Nº 35,  27/10/1858,  p. 2,  cols. 1/2.
(25) Ibid.
(26) Ibid.
(27) BORQUES, op. cit., p. 58.
(28) ESPERANZA DE ENTRE RÍOS, Nº 17,  15/9/1858, p. 1,  col 4 y p. 2, cols. 1, 2 y 3.
(29) EL NOTICIERO,  Año  III, 6/8/1882,  p..  3, col.  4,  Hemeroteca Biblioteca Sarmiento.
(30) EL CHIMBORAZO, Año II,  Nº 131, 20/10/1875,  p. 3, col. 5, Hemeroteca Biblioteca Sarmiento.
(31) EL GUARDIA NACIONAL, Año I,  Nº 50,  21/10/1871, p. 3.
(32) Ibid.